Nadie lo va a creer. Todo el mundo nos pregunta ¿cuánto han pagado ustedes?", dice el sacerdote Jaime Baertl, asistente general del Sodalicio de Vida Cristiana, sobre las condiciones en que la Universidad Gabriela Mistral pasó a ser administrada por su comunidad religiosa. "La señora Alicia (Romo) jamás habló, jamás, de que tuviéramos que pagar por la universidad", insiste el religioso.
El sacerdote se refiere a un proceso que se inició en 2010, cuando en Roma, en medio de las reuniones de la Comisión de Familia del Vaticano, la fundadora de la casa de estudios, Alicia Romo, conoció al fundador del Sodalicio, Luis Figari.
Luego de tres años de conversaciones encabezadas por el propio Baertl, a comienzos de 2012 el ingreso de los sodalicios a la universidad se hizo efectivo, con la entrada de cinco de sus integrantes al directorio, y la posterior designación de Aldo Giacchetti como rector del plantel.
Desde ese momento comenzó un proceso de traspaso de la propiedad que se consolidó este año, cuando el directorio de la UGM, compuesto por siete miembros, quedó configurado con cuatro representantes del Sodalicio y sólo tres de la familia fundadora de la casa de estudios.
La cesión de la universidad fue completa, dicen en el Sodalicio, un movimiento religioso fundado en Perú, que llegó a Chile a comienzos de la década pasada. La única condición que se puso en la negociación fue inyectarle los recursos necesarios para sacarla adelante. "La preocupación de Alicia Romo era qué pasaría con la universidad, pues sus hijos no iban a seguir ahí", afirma Baertl.
Los miembros del grupo religioso sostienen que han cumplido con la condición. Sin precisar montos, calculan una inversión de "varios millones de dólares", con el objetivo de modernizar la universidad. De momento, se encuentran evaluando la situación académica y revisando los procesos académicos, la oferta de carreras, además de un plan para modernizaciones en el ámbito del sistema tecnológico.
Los sodalicios aseguran que en su ingreso al plantel se encontraron con una institución que poseía una "identidad católica que compartimos". Sin embargo, una de las prioridades del movimiento en términos educativos es reforzar las carreras iniciales con que cuenta la universidad: Derecho, Sicología e Ingeniería Comercial. De hecho, en las dos primeras ya se realizaron cambios de decanos.
Actualmente, el plantel cuenta con cerca de tres mil estudiantes, y aunque la idea es mantener una universidad relativamente pequeña, existe la intención de ampliar la oferta y llegar a entre cuatro mil y cinco mil alumnos en un mediano plazo.
Otra decisión que tienen tomada es no cambiarse de la sede de Providencia debido a que la propiedad de los inmuebles e instalaciones que ocupa la casa de estudios, y que suman aproximadamente 18 mil metros cuadrados, siguen siendo de Alicia Romo y la nueva administración arrienda su uso a la ex propietaria. En esa negociación existe un acuerdo de 20 años forzosos, lapso en que los sodalicios no pueden trasladar la universidad.
Momentáneamente, todos los recursos que están siendo inyectados a la universidad provienen de Perú, debido a que el movimiento es aún pequeño en Chile. El único aporte nacional es de un empresario nacional, al que los sodalicios evitan mencionar, pero que contribuirá con la mantención del Colegio Lo Prado (ubicado en la comuna homónima) que depende de la universidad.
Para el rector Aldo Giacchetti, la idea es establecer lazos y crear redes de contacto que contribuyan con la universidad y el crecimiento que el movimiento religioso proyecta. En efecto, dice Giacchetti, una de las ideas es acercarse a los ex alumnos para iniciar dicha labor o también replicar la experiencia de Perú, donde se convoca a empresarios a aportar con los proyectos del movimiento.
La mayor experiencia educativa del Sodalicio, hasta ahora, es la Universidad Católica San Pablo, en Arequipa, que fue fundada en 1997, luego de que bajo la presidencia de Fujimori se permitió en Perú la creación de universidades privadas. De acuerdo con un ranking publicado por la revista América Economía en 2012, dicha casa de estudios ocupó el decimonoveno lugar general y el noveno entre las universidades privadas peruanas.
A la Universidad Gabriela Mistral, además, sumarán próximamente en Costa Rica la Universidad Juan Pablo II, de la que no son propietarios, pero les fue entregada su administración, aunque aún no toman posesión de dicha institución.
Historia del movimiento
El Sodalicio de Vida Cristiana es una sociedad de vida apostólica que nació en 1971 y fue fundada por el laico Luis Fernando Figari en Lima. Recién en 1997 y debido a modificaciones en el Código de Derecho Canónico recibió el estatus de sociedad de derecho canónico, bajo el papado de Juan Pablo II.
Hoy tienen presencia en Brasil, Argentina, Ecuador, Colombia, EE.UU. y Costa Rica, y sus centros de formación están ubicados en Lima y en Roma.
En Chile, los sodalicios sitúan su llegada en el año 2000. Con anterioridad a la formalidad de su arribo al país -para la cual necesitan la autorización del arzobispo-, ya se habían configurado en Santiago algunas comunidades conformadas por personas que habían vivido en Perú.
Un personaje clave en la llegada de los sodalicios a Chile fue el cardenal y ex arzobispo de Santiago Francisco Javier Errázuriz, quien conoció a Figari en los años 80, cuando se desempeñó como secretario de la Congregación de Vida Religiosa, ente el cual el fundador de los sodalicios tramitaba la configuración legal del movimiento. Fue el propio Errázuriz quien debió autorizar, años después, la entrada del Sodalicio al país. Ambos, además, habían coincidido en reuniones de la Celam, entidad que Errázuriz presidió y, en particular, en la conferencia de Aparecida, donde se sentaron bases del trabajo pastoral de la Iglesia Católica latinoamericana.
Según Baertl, Errázuriz, además, fue uno de los consejeros de Figari en la estructura que finalmente adoptó la agrupación religiosa: una comunidad mixta de laicos y sacerdotes, en la cual los laicos son los superiores y los religiosos sólo se dedican a lo pastoral.
Sus miembros viven en comunidad y actualmente en Chile mantienen dos de ellas, ubicadas en Maipú y en Lo Barnechea. Cuentan con cerca de 20 consagrados (entre laicos y sacerdotes) y movimientos religiosos en los que, según explican, participan cientos de personas en actividades semanales. Aunque no cuentan con iglesias a su cargo, según Jaime Baertl, recientemente el arzobispo de Santiago, Ricardo Ezzati, les solicitó transformar su centro pastoral de Maipú en una parroquia.
Una de las críticas que han recibido los sodalicios en Perú es su cercanía con las elites, acusación que sus representantes califican de injusta. "Nosotros trabajamos con un abanico inmenso de tipos de gente. Huechuraba no es elite, Maipú no es elite. Claro, otra de nuestras comunidades está en Lo Barnechea. Tenemos una variación muy grande sobre el trabajo, y la movilidad. Sí me parece injusto, como lo fue con los jesuitas, o los Opus Dei".
¿Son los sodalicios en Perú como los Legionarios de Cristo en Chile? No, aunque comparten la misma base católica, explica Baertl, el carisma de cada quien hace la diferencia. "Los dos somos católicos, los dos creemos en el evangelio y somos obedientes a nuestros pastores y al Santo Padre, en eso somos exactamente iguales, dos gotas de agua. En lo que sí somos distintos es en el carisma, es decir, qué fue lo que el Espíritu Santo quiso de los legionarios o de los jesuitas o de nosotros mismos".
Esta comunidad, en todo caso, ha sido blanco de varias críticas. El mayor golpe lo recibieron a comienzos de 2011, cuando en la investigación previa para iniciar el proceso de beatificación de su vicario general histórico, Germán Doig (quien murió en 2006), la sociedad encontró testimonios de "inconductas sexuales" del laico. El caso no alcanzó carácter judicial ni canónico, pero continuó siendo investigado por el movimiento, que en febrero de ese año emitió un comunicado informando de la existencia de una "doble vida" en el que se señaló que "no podemos considerar a Germán Doig como una persona ejemplar". El Sodalicio, además, canceló el proceso de beatificación y retiró a Doig del culto.
A ese caso, además, la sociedad ha debido enfrentar diversas denuncias realizadas por ex miembros de la comunidad, a través de medios de comunicación y redes sociales, sobre supuestos abusos sicológicos en los procesos de formación.
Proyectos en Chile
Entre los ejes de su trabajo se encuentran las labores con jóvenes, personas de escasos recursos, cultura y familia. Por eso, explican sus representantes, la oportunidad de ingresar a la Universidad Gabriela Mistral les pareció oportuna.
Sin embargo, la casa de estudios superiores no es el primer proyecto educativo del Sodalicio en Chile. Ya habían fundado el Colegio Saint Joseph en Huechuraba y, según explican sus miembros, algunos representantes de la sociedad religiosa ya habían realizado labores de pastoral en el Colegio Apoquindo, la Scuola Italiana, el Colegio San Francisco o el Santiago College, entre otras instituciones.
También está dentro de los planes del movimiento en el país la apertura de un instituto de carácter técnico-profesional en Maipú, proyecto que se encuentra en estudio. El debate es si el foco de la formación estará en el área de la electrónica o de la minería, y para su materialización esperan reunirse con el alcalde de la comuna, Christian Vittori.
Además, la sociedad cuenta con ramas femeninas que también están presentes en Chile, una de laicas consagradas y otra de religiosas denominada Siervas del Plan de Dios, que están dedicadas a trabajos en materias de educación y salud exclusivamente con personas de escasos recursos. En Santiago, las religiosas del movimiento están encargadas de los hogares de la Fundación Las Rosas.
En Chile se ha generado más de una treintena de vocaciones, entre los que se cuenta un hijo de la ex alcaldesa de Lo Barnechea Marta Ehlers y también un hijo de la ex ministra de Bienes Nacionales Catalina Parot.
La universidad, sin embargo, es vista por los miembros de la comunidad como la consolidación de su ingreso al país. Del proyecto educativo, esperan en algunos años contribuir al debate y la reflexión en temas públicos, o institutos desde los cuales generar investigación.
En ese sentido, dice Jaime Baertl, la inserción de los sodalicios será "un trabajo duro", considerando que otras congregaciones religiosas, como los Legionarios de Cristo, el Opus Dei y los jesuitas, también cuentan con universidades y colegios en el país.