Señor director:
Opiniones contrapuestas ha tenido el libro 100 Preguntas sobre Sexualidad Adolescente, editado por la Municipalidad de Santiago. Las preguntas reflejan lo que muchos menores, especialmente en la adolescencia tardía, suelen cuestionarse y que es probable que sus padres no sepan responder. Algunos colegios, conscientes de las dificultades que tienen los adultos para contestar estas preguntas, han organizado talleres para padres para abordar estos temas. Esta estrategia permite mayor involucramiento de las familias, lo que siempre es deseable; la amplia difusión que ha tenido el libro podría favorecer esta discusión.
No obstante algunas de las respuestas son inadecuadas o derechamente sin base científica.
Por la gravedad que tiene, no puedo sino mencionar la pregunta 77 "Si una niña de 6 u 8 años tiene relaciones, ¿puede quedar embarazada?". El problema no es la pregunta, sino que la respuesta que dan los expertos, enfocada a la edad en que comienza la menarquia: "el riesgo de que una niña de 6 años pueda quedar embarazada no podría darse porque aún no se presenta la pubertad...".
No hacer ninguna referencia a que tener sexo con menores de 6 u 8 años es un delito y se llama violación, y que constituye uno de los atentados más graves a la infancia es una falta gravísima, impropia de expertos. Asimismo, las respuestas a los efectos beneficiosos del semen (preguntas 56 y 57) no tienen base científica y no hacen adecuado balance entre los beneficios no demostrados y los riesgos reales.
En resumen, una buena iniciativa, mal ejecutada.
Sofía Salas Ibarra
Facultad de Medicina UDP
Señor director:
Los últimos días hemos visto mucha actividad en materia de educación superior, ya sea por el ingreso del presupuesto como por la discusión en la Cámara de Diputados del proyecto de reforma educacional. Sin embargo, llama la atención un aspecto que tiene que ver con la necesidad de un trato más igualitario en cuanto al rol que debe cumplir la nueva institucionalidad que regule el sistema de educación superior. Universidades estatales de alto prestigio, bajo la supervisión directa de la Contraloría, han cometido faltas de probidad y sustracción de recursos. Pese a la gravedad de este tipo de situaciones, no hemos visto el mismo entusiasmo y supuesta diligencia de los legisladores para formar comisiones investigadoras, enviar oficios, acudir al Mineduc a hacer denuncias, ni citar al Servicio de Impuestos Internos, al contralor o a la ministra de Educación a dar explicaciones. Este trato diferente valida la existencia de un sesgo ideológico en contra de las instituciones privadas, las cuales hoy siguen siendo cuestionadas sin que se presenten evidencias reales ni faltas a la legislación vigente. Esto refuerza la percepción de que el foco de estos cuestionamientos nunca ha sido el bienestar de los estudiantes o del sistema y, como consecuencia, se ha perjudicado a miles de miembros de las comunidades universitarias de planteles privados.
Pierre-Paul Romagnoli
Decano Facultad de Ciencias Exactas
Universidad Andrés Bello