Hace 10 días, el español Melendi volvió a volar hacia América, en una gira promocional que desde el jueves lo tiene en Chile, en un viaje que busca acercarlo a Santiago. A diferencia de las pequeñas explosiones de histeria que rodeó la visita de Pablo Alborán cuando cantó en el Festival de Viña de este año, o más atrás en el tiempo, el flechazo inmediato del adolescente Miguel Bosé con el público nacional en 1981, la de este cantante de 34 años es una incursión tardía. "Normalmente, el artista español convence a su sello para venir a América después de la venta de su primer disco. Yo, con 18 o 20 años, no estaba preparado. No pensaba en nada. Era un tipo muy niño, egoísta. Me llegó un boom, vendí un millón de discos y sólo quería pasarla bien. Y España alcanzaba y sobraba", explica.
Ahora, en cambio, las radios chilenas han comenzado a programar su nuevo single, Tu jardín con enanitos, carta de presentación para su trabajo más reciente, Lágrimas desordenadas. En junio volverá para presentarse con banda -el 11 de junio el Teatro Nescafé de las Artes asoma como fecha tentativa-, mientras que la gira de ese álbum, en España, cuelga carteles de "agotado" en salas por sobre las cinco mil personas.
Segunda juventud
En su país hablan de una segunda juventud para un músico que hace canciones románticas y apreta también algún acelerador más rockero. Melendi alisó sus rastas. Fue jurado en la versión española del estelar de canto de La Voz.
"Tenía una fama complicada por hablar de cosas que no se debe hablar. Arrastré muchos problemas con las drogas, desde los 14 o 15 años (incluso fue bajado de un avión por estar bajo la influencia del alcohol, lo que derivó en una comentada polémica). Evidentemente, eso se multiplica por mil cuando la fama te coge", recuerda el músico. "Este es un programa muy familiar, muy blanco, con el cual la gente empieza a conocer a la persona que hay tras esas declaraciones. No soy ningún hipócrita: una oportunidad así sirve para abrirte una audiencia mayor".
Dice que ahora está estable, que ya no le molesta ser introducido a un nuevo público a través de una canción romántica, sin ninguna de las historias de marginales y denuncia que también habitan su trabajo Lágrimas desordenadas. Que quería conocer Chile, un país que le describió antes la chilena Rosa Lagarrigue, directora de la oficina RLM, que también incluye a Bosé y Francisca Valenzuela. Y promete regreso, para su segundo aire americano.