Mi familia es de San Bernardo. Viví allí hasta los 22 años. Yo no me siento de Santiago. Cuando veníamos para acá, decíamos: "Voy a Santiago".
Estudié en un colegio de curas holandeses, un grupo más progresista dentro de la Iglesia Católica. Soy bautizada y con Primera Comunión. Tengo herencia católica, pero no soy practicante, no voy a misa ni me casaría por la Iglesia. Mis recuerdos con los curas son bonitos, de una enseñanza con sensibilidad social. Espero que no todos los curas sean como los que hemos conocido por la prensa.
Ningún placer me da vergüenza. Soy floja, duermo siesta siempre y puedo hacerlo en cualquier parte. A veces duermo tres horas de siesta.
Me gustan los barrios de Santiago. El barrio Brasil, Bellavista… En Ñuñoa, cerca del Estadio Nacional, hay unas casas antiguas preciosas, de los años 50. El centro de Santiago también tiene lugares lindos. Yo vivo en el barrio Italia.
Como placer urbano me gusta mirar casas, buscar la arquitectura caminando. Me encanta encontrar sectores que no conocía. Hace poco descubrí que en Eliecer Parada con Batlle y Ordóñez, hacia al oriente, hay unas casas de los años 60 muy lindas.
Me dediqué a la actuación porque creía que era lo único que podía hacer. Aunque siempre participé en los grupos de teatro del colegio, yo quería ser arqueóloga.
Siempre he sido porra. Me fue mal en la Prueba de Aptitud Académica, dos veces. Fue ahí donde me encontré con el teatro. Me metí en una escuela en el Canelo de Nos de monitores teatrales, donde conocí profesores increíbles que me hicieron enamorarme del teatro. Hice dos años allí. Conocí a Juan Edmundo González, Bartolomé Silva, Claudio Pueller, Ilsa Alfaro, Angel Reyes. Era el teatro en un contexto social y rural.
Con el teatro fue un amor fulminante, suena súper cursi, asqueroso…, pero es eso, es como cuando uno se enamora: se ciega y no quiere hacer nada más.
En cine veo de todo. No le tengo prejuicio a ver Sex and the City, porque la virtud del cine es que entretiene siempre.
No me siento para nada la musa del cine chileno. He actuado en muchas películas, como 18. Me llaman, creo que tiene que ver con el momento en que salí de la escuela, que se estaban haciendo películas y funcionó. Tengo el casting chilena media y eso funciona en el cine, porque para hacer cine chileno necesitas ver personas con cara chilena.
Me habría gustado hacer el personaje de Björk en la película de Lars von Trier, Bailarina en la oscuridad.
El personaje que más he hecho es Ana López, de la serie Los 80. Es un personaje muy bien escrito y ha ido tomando casi vida propia en comunión con lo que escribe Cuevas, dirige el Boris y le agrego yo.
En los años 80 milité en el Partido Socialista. Empecé a los 14 años. Iba a las reuniones clandestinas del partido con jumper. Me gusta ser una persona con un compromiso político y hacer a la Ana López, que no lo tiene. Es una persona tan distinta a mí que requiere amplitud de mente.
Yo era más como el personaje de Claudia (la hija). Mis papás no sabían que militaba en el PS, hasta que una amiga me delató. Yo estaba en un descubrimiento de la política y la militancia, y me pillaron, me prohibieron salir y del partido me descolgaron. Mi papá fue a hablar con mi jefe, con el que me instruía, y también me retó. Era un movimiento de secundarios, y en San Bernardo era bastante criollo. Todos sabían mi chapa.
No tengo candidato a la presidencia, ni persona, ni coalición.
Veo todos los programas de farándula, no me pierdo Primer plano y el Escándalo de la Semana. Veo mucha tele, veo los matinales y no me pierdo la doctora Polo.
Viví cuatros años en Madrid. Me gustan sus mercados y sus plazas. Cuando viví en esa ciudad nunca más desayuné en mi casa, iba a algún bar, algún café, una calle. Ahí se hace la vida, el señor que atiende te cuenta lo que pasó, lees el diario.
Con los años he aprendido que la belleza tiene que ver con la salud y la felicidad, más que cualquier otra cosa. Cuando alguien está contento, realizado y pleno transmite algo que es inevitable encontrarlo atractivo.
No cocino nada, con suerte una ensalada.
Soy lo más desafinada que hay. En el teatro no me hacen cantar, no funciono. Bailar sí puedo, he tomado cursos de danza y me gusta.
La música es tan emotiva… uno la relaciona tanto con ciertos momentos de la vida, que trato de evitarla. No puedo con la nostalgia que después me da la música. Trato de que la música pase y no volverla a oír, aunque sean recuerdos bonitos, porque estremece.
No tengo hijos, me gustaría tenerlos.
He viajado mucho. Las rutas que hice con Astorga fueron un regalo. Ir al Amazonas fue maravilloso. Me sorprendió lo cerca que pude estar de comunidades indígenas reales. También estuve en Palestina, que fue bien impactante. También hice un viaje a Puerto Rico, muy bonito.
No tengo ningún deber pendiente en la vida. No me planteo deberes. S