Son las herencias de las antiguas boticas, donde, usando fórmulas secretas, el encargado elaboraba medicamentos personalizados para sus parroquianos. Pese a que la producción masiva de la industria farmacéutica ha ganado terreno, todavía algunas farmacias mantienen recetarios magistrales, que elaboran casi 50 mil prescripciones mensuales.

La particularidad de estos fármacos es que son elaborados por prescripción médica, según dosis no disponibles en el mercado y con principios activos añadidos para complementar la eficacia o que suplen preparaciones que no están a la venta. La especialidad es ajustar productos a lo que un paciente requiere, especialmente en dermatología, uso pediátrico y de enfermedades crónicas.

Para resguardar la calidad de los recetarios farmacéuticos, el Ministerio de Salud creó un reglamento que fija las condiciones para la elaboración de estos productos, además de una lista -que está en construcción- con los principios activos que podrá usar la industria.

Entre las nuevas condiciones, se prohíbe elaborar preparados magistrales con las mismas dosis de principios activos que tengan otros medicamentos registrados, salvo que la variación supere el 10% o haya expresa autorización ministerial.

Al respecto, Mauricio Huberman, secretario nacional del Colegio de Químicos Farmacéuticos, expresó que esta condición podría implicar que los consumidores tengan que pagar hasta tres veces más por un remedio o que, incluso, no encuentren disponible el medicamento que requieren. "Hay presentaciones distintas que los laboratorios no comercializan y que en los recetarios se elaboran, como formatos de jarabe, por ejemplo. El riesgo es que si nadie los produce, las personas pueden quedar sin tratamiento", dijo Huberman.

Elizabeth Armstrong, especialista del Instituto de Salud Pública, dijo que no debería haber repercusiones, pues los recetarios magistrales no compiten con la industria de fármacos, que tiene mayores exigencias en la producción de sus productos.