"Consúltalo al Libro gordo de Petete", era una expresión común en las décadas del 70 y 80, cuando este pingüino regordete y dulce tenía respuestas para todas las inquietudes de los niños de la época. Esta popular enciclopedia, que goza hasta hoy de reediciones, fue una especie de equivalente argentino de la revista local Mampato en el arte de combinar entretención con conocimientos.

Petete y otros personajes como Hijitus, Anteojito y Larguirucho son creaciones de Manuel García Ferré, un dibujante y guionista argentino-español fallecido ayer, en Buenos Aires, a los 83 años. Considerado el mayor exponente de la historieta infantil de ese país, murió tras una operación al corazón que no pudo superar.

"Gracias, García Ferré, por darnos personajes nuestros, inolvidables, frases memorables, una infancia mejor", expresó ayer el cineasta Juan José Campanella, ganador del Oscar a Mejor Filme Extranjero por El secreto de sus ojos.

"El libro gordo de Petete era una especie de Icarito que enseñaba a los niños de historia y ciencia, y fue muy popular. Conozco gente que aún lo tiene. Caló hondo en el inconsciente colectivo", dice Carlos Reyes, creador del sitio Ergocomics e investigador de historietas.

Conocido por unos microprogramas de televisión donde (en versión muñeco) aparecía con una joven respondiendo diversas interrogantes, el pequeño pingüino creado, vestido siempre con un gorro de lana y un chupete al cuello, fue en esos años rival del popular Topo Gigio.

Pero García Ferré también es el padre de Hijitus y Anteojito, dos personajes que alcanzaron su mayor popularidad con la televisión. La serie sobre Hijitus, un niño muy pobre que lograba superpoderes gracias a un andrajoso sombrero de copa, y que tenía villanos como el Profesor Neurus, Larguirucho (quien después se convertiría en su gran amigo) y la bruja Cachavacha, fue la primera producción animada argentina y se exhibió con éxito en Latinoamérica. Anteojito, creada años antes, nació en la revista Billiken y de ahí tuvo su propia publicación, la que circuló por más de tres décadas.

"He sido editor y director de cine, pero en el fondo me considero un dibujante. Para mí, el arte es uno solo. Cuando veo que Da Vinci era dibujante, pintor, arquitecto, pienso que esa multiplicidad era posible porque llevaba consigo el sentido común", dijo el 2012 García Ferré al diario La Gaceta.

Nacido en Almería en 1929, García Ferré llegó a Argentina en 1946, marcado por las consecuencias de la Guerra Civil española, que lo obligó a extremar la imaginación: "En esa época, en España no había juguetes; entonces, yo me hacía mis propios juguetes. Una habilidad surgida de la necesidad de jugar", dijo.

Desde los 60, al mando de su productora animada y de publicidad, García Ferré tuvo a más de 50 dibujantes para realizar las series televisivas de Hijitus, Anteojito y sus otros personajes, por lo que el paso al cine fue una extensión lógica. Debutó con Mil intentos y un invento (1973), que fue el primer filme de dibujos de Argentina. Luego lo siguieron Las aventuras de Hijitus (1973), Petete y Trapito (1975), e Ico, el caballito valiente (1983).

Si bien estas películas fueron exitosas en su país, Manuelita, la tortuga (1999) logró superar ampliamente sus anteriores logros. La cinta, basada en la canción de la escritora María Elena Walsh, convocó a 2.300.000 espectadores, y sólo fue superada por El secreto de sus ojos, 10 años después. Activo hasta el final, García Ferré estrenó el año pasado en Argentina su última cinta, Soledad y Larguirucho, donde la voz central la puso la cantante Soledad Pastorutti.