Supo que las mujeres adoran los perfumes. Que la cantante Ana Belén o la Infanta Cristina, sus musas, podían vestir su ropa. Pero que lograría seducir a miles de clientas sólo a través de un aroma. Y el modisto español Jesús del Pozo, fallecido ayer a los 64 años, lanzó Duende en 1992 y después Halloween, que conquistaron a una legión de seguidoras que lo hicieron millonario y famoso en los 140 países donde hoy se venden sus fragancias. Entre ellos Chile.

Aunque fue Coco Chanel con su clásico Chanel N°5 la pionera en asociar moda a perfume, Del Pozo fue uno de los españoles más exitosos en seguir la fórmula. En comprender que los imperios de los grandes modistos se basan en la venta de frascos de colonia. En 1999 ya facturaba unos nueve millones de dólares anuales con sus "eau de toilette" que actualmente llegan a 10 ediciones.

El negoció creció. El diseñador presentó Quasar, para hombres. También In Black e In White. Y el último fue Ambar, que apareció a mediados de 2010, cuando Del Pozo ya estaba muy mal por el efisema pulmonar que le causó la muerte y seguía trabajando. "La disciplina en el trabajo es importantísima", declaró en El Mundo este madrileño también reconocido como uno de los diseñadores que marcaron más de tres décadas de moda en España.

"Madrid estaba aburrido"

Jesús del Pozo creció reprimido en medio de un hogar muy conservador en la calle Almirante de la capital hispana, un barrio de artistas y gente liberal. Fue a colegios católicos. Estudió Ingeniería Industrial y de Diseño de Muebles y Decoración de Interiores. Trabajó en una tienda familiar y a los 26 años decidió comper cadenas y se fue. Viajó a Colonia, Londres, Turquía, Grecia y en 1975 regresó para instalar su primera tienda en la misma calle donde vivía. "Mi familia ya me miraba de otra manera, y yo decidí poner mi primera tienda absolutamente por casualidad: yo mandaba a hacer toda mi ropa a un sastre y todo el mundo me preguntaba '¿dónde te has hecho esto?' Madrid estaba muy aburrido", aseguró en El Mundo.

De trajes de novia a vajilla

Organizó su primer desfile en 1975 para el mismo día en que murió Franco. Lo tuvo que suspender una semana. Era ropa para hombres. "Del Pozo cobija en sus costuras altas ambiciones intelectuales y artísticas", señala El País. Experimenta con los volúmenes. Pantalones muy anchos, chaquetas largas. Trabajaba el lino, lo tiñe. En sus shows juega con el desnudo, con prendas varoniles vestidas por jovencitas y al revés. En 1980 debuta con su colección para mujeres. Es aclamado y después se concentra sólo en la línea femenina. Se hace un nombre y es uno de los modistos símbolo de la transición hispana.

En más de 30 años de carrera depuró su propuesta, siempre con un acercamiento arquitectónico a la ropa. Hizo el vestuario para óperas como Carmen, para zarzuelas y ballet. Se convierte en un pilar de la industria del estilo en su país y es uno de los fundadores de La Asociación de Creadores de Moda de España. Recibe distinciones y desarrolla nuevos negocios. Como cuando descubre que hay cientos de novias que sueñan con un vestido suyo y lanza una línea especial. Crea accesorios, ropa para niños, hasta vajilla. Y perfumes, su mayor legado.