Cuando Stanley Kubrick creó su famosa película La naranja mecánica, la hizo inspirado en un documental sobre el pop art que realizó Ken Russell para la BBC, en los años 60. Se llamaba Pop goes the Easel y era un viaje sicológico que luego extrapolaría a sus películas.
Música, sexo y religión fueron los ingredientes que marcaron su obra. Cuando Ken Russell murió el pasado domingo, tras sufrir una serie de derrames cerebrales, a los 84 años, el niño terrible del cine británico tenía una sonrisa traviesa en el rostro. Según informó su hijo, Alex Verney-Elliott, "esta pudo ser la última de sus diabluras".
Nominado al Oscar a Mejor Director por la película Women in love (1969), Russell era un director con fama de excéntrico. Frente a una chimenea, filmó una escena de lucha libre entre dos hombres que aparecían completamente desnudos: Alan Bates y Oliver Reed, que en la década de los 60 se hizo de culto. "Antes de eso era un director de TV cuerdo y simpático. Ahora es un director de cine loco y simpático", señaló Reed sobre el filme basado en el libro de D.H. Lawrence por el que la actriz Glenda Jackson se quedó con la estatuilla de la Academia. Esto marcó el paso definitivo de Russell a la pantalla grande.
Nacido en el puerto inglés de Southampton, en 1927, Russell pudo haber formado parte del negocio de calzado que llevaba su familia, pero desde temprano se encargó de diferenciarse. Estudió ballet, estuvo en la Royal Air Force, pero tras la Segunda Guerra Mundial se convirtió en fotógrafo de modas, llegando a retratar al poeta John Betjeman y al comediante Spike Milligan. "Cuando no quedaron más artistas vivos, nos dedicamos a hacer películas más largas sobre artistas muertos", explicó Russell.
Con la otra cámara al hombro, la de cine, realizó una carrera provocadora, donde la música tuvo protagonismo. Si en los 70 hizo un homenaje a los musicales de Hollywood de los años 30 con la supermodelo Twiggy en el rol protagónico (The boy friend), que ganó dos Globos de Oro, también registró la vida de Debussy, Tchaikovsky (La otra cara del amor) y la del compositor húngaro Franz Liszt (Lisztomanía). En este último papel puso a Roger Daltrey, vocalista de The Who, banda a la que en 1975 Russell le dedicó otra cinta completa: la ópera de rock sicodélica Tommy.
Crucifijos y poesía
Pero su sello no era condescendiente. Russell era vanguardista, y cuando inmortalizó