Ladislao Mazurkiewicz, uno de los mejores arqueros uruguayos de la historia, falleció ayer en Montevideo, a los 67 años.

Quien fuera elegido el guardameta más destacado del Mundial de México 1970 dejó una huella imborrable en el fútbol y es parte de una de las jugadas más repetidas de la historia, esa en que Pelé lo amaga sin pelota en esa misma Copa del Mundo, conocida como el "gol que no fue".

Pero también marcó de una forma especial en su paso por Cobreloa, en los campeonatos 1978 y 1979, antes de partir a América de Cali y retirarse en Peñarol.

Mario Soto, uno de sus compañeros en el plantel loíno, recuerda al oriundo de Piriápolis: "Era muy cercano, bueno y trabajador. A veces se comportaba como un niño y hacía travesuras, pero era un caballero y siempre estaba dispuesto a ayudar a los demás".

Otro de los que tuvieron la oportunidad de compartir con Mazurkiewicz fue el ex volante Víctor Merello: "Tengo los mejores recuerdos de él. Era una inmensa persona, con mucha experiencia y que irradiaba seguridad".

"Chiquito", como lo apodaban, sufrió el 24 de diciembre un problema respiratorio que derivó en una falla general, que lo tuvo en estado de coma durante cinco días.

Después de jugar durante cuatro años en el Granada de España, Mazurkiewicz arribó a Cobreloa, para aportar experiencia en el debut naranja en Primera. Antes también había pasado por Racing de su país, Peñarol y Atlético Mineiro.

Rubén Gómez, quien integró la escuadra minera del 79, que terminó segunda tras Colo Colo, rememora el gran nivel del "charrúa": "Se adaptó rápidamente. Fue una de las figuras, con actuaciones notables".

El ovallino Eduardo "Mocho" Gómez, hermano de Rubén, también compartió camarín con el uruguayo y reconoce su legado: "Ladislao dignificó al fútbol chileno y a Cobreloa. Siendo el gran arquero que era, siempre fue uno de los que más trabajó. Partió un fenómeno, como arquero y como persona".