"La negra" se fue. Mercedes Sosa (74), la más poderosa voz del folclor latinoamericano, la que cantó los versos de Atahualpa Yupanqui y Violeta Parra y que grabó con una gran cantidad de músicos de distintas cunas y estilos, murió a las 5.15 horas de ayer, tras varios días de lucha en contra de un grave problema hepático, que comprometió sus pulmones y corazón. La tucumana había sido hospitalizada en el Sanatorio de Buenos Aires el 18 de septiembre, y su salud fue empeorando rápidamente con el paso de los días.

Hubo cadenas de oración y esfuerzos varios, pero la artista, que el viernes recibió la extremaunción, ayer simplemente no pudo más. Con la muerte de Sosa parten cuatro décadas dedicadas al canto popular (con chacareras, zambas y tonadas) y se va también un pedazo importante del folclor de esta parte del mundo. La "mejor cantante que ha dado este país", como decía Fito Páez, nació en Tucumán el 9 de julio de 1935 y comenzó su carrera firmando como Gladys Osorio.

A los 15 años ganó un concurso organizado por una radio y en los años 60 despega su carrera, con su segundo disco: Canciones con fundamento (1962), clave del Movimiento del Nuevo Cancionero argentino, junto a gente como Jorge Cafrune, Facundo Cabral, Víctor Heredia y León Gieco. Se consagra en el festival folclórico de Cosquín, en 1965, y luego se embarca en giras por EE.UU., Europa y América Latina. En los 70 tributa a Violeta Parra, a través de un disco, y comienzan los conflictos con el régimen militar imperante al otro lado de la cordillera.

Simpatizante de Perón, apoyó las causas de izquierda, y tras el golpe de Estado del 24 de marzo de 1976, permaneció en el país, aunque la dictadura prohibió sus discos. En 1979, en un concierto en La Plata, fue detenida en el escenario y enviada al exilio a París y después a Madrid, lo que a la larga sirvió para internacionalizar su carrera. Allí conoció a grupos chilenos como Inti-Illimani y fue manejada por el productor Alfredo Troncoso, que la recuerda como una mujer solidaria con Chile en días de la dictadura de Pinochet.

"Fue una embajadora nuestra en el exilio", acredita el hombre que agendó sus giras europeas desde 1980 a 1990. Dos años después, se presentó por primera vez en el país -en un festival educacional celebrado en Viña del Mar- y mantuvo una intermitente presencia en los escenarios locales en los últimos 20 años hasta el 2007, que fue la última vez que visitó Chile.

Antes de su recaída, Sosa era embajadora de buena voluntad de la Unesco y esperaba los resultados de los Grammy Latino, a los que estaba nominada en tres premios por su notable último disco doble llamado Cantora. Se trata de un proyecto de dúos que la unió con las voces de Joan Manuel Serrat, Luis Alberto Spinetta y Pedro Aznar, entre otros.

Como siempre: un adiós simbólico y en la boca de otros, poniendo la voz para los versos ajenos, pero con un timbre y una pasión que serán irrepetibles en la historia de la música.