A Myriam Palacios le salía fácil la comedia. La nana alemana Helga de Amor a Domicilio, la tía Lydia de Playa salvaje, sus participaciones en De chincol a jote y Jappening con ja, su rol de la dueña de la pensión a la que llegaba Marcela Osorio en la taquillera película Sussi (1987 y que luego repitió en la versión televisiva que hizo TVN), son parte de una carrera en la que combinó televisión, cine y teatro.
Formada en el Teatro Universitario de Concepción y en la Escuela de Teatro de la Universidad de Chile (1960), madre de dos hijos (uno de ellos con el actor Jorge Gajardo), dueña de una personalidad extravertida y de una larga carrera, que comenzó a entramparse a fines de los 90, cuando empezaron los problemas de memoria, que con el tiempo derivaron en un severo Alzheimer.
Palacios murió anoche, a las 20.45 horas, producto de las complicaciones de su enfermedad, en la casa de reposo de la cantante Mónica de Calixto, Hogar Dulce Hogar, donde vivió los últimos seis años. Tenía 79 años y sólo era visitada por su hermana Carmen, una amiga y un actor amigo suyo, Jorge Burgos. "Ella estuvo muy bien cuidada, pero sólo la venían a ver ellos tres. Del Sidarte o de sus pares, nadie, ninguna preocupación", afirma Marcela de Calixto. "Estuvimos con ella hasta el último minuto, también su hermana", agrega. E indica que desde anoche estaría siendo velada privadamente en la capilla de la empresa funeraria y que hoy se darán a conocer los detalles del sepelio. "Desde mitad del año pasado que estaba postrada",agrega Mónica de Calixto, quien asegura que se hará cargo de los trámites. "Los tenía listos, porque sabía que iba a llegar el momento y no quería pedirle nada a nadie", dice.
Su amigo Jorge Burgos, quien la iba a ver al hogar, dice que "Liliana Ross fue una mano derecha cuando ella estaba cesante y no le daban trabajo. La Tichi Lobos, siempre ayudando con pañales; Natalia Cuevas la visitó hace poco. Perdió el habla hace más de un año, se fue para adentro. Me duele, porque la proclamamos para Premio Nacional de Artes y nunca se le dio nada. Era una actriz del pueblo".
Humor e improvisación
Gonzalo Justiniano recuerda que conoció a la actriz a fines de los 70, cuando la vio en París, en la obra Tres Marías y una Rosa, de Raúl Osorio, con la que Myriam Palacios itineró por Latinoamérica y Europa y con la que logró reconocimiento. "Me encantaba su desenfado en un país bastante oprimido. Ella era muy valiente y nos invitaba a todos a jugar y a reírnos de nosotros", resume. A ella la dirigió en Sussi y volvieron a trabajar juntos en Caluga o menta (era la mamá del protagonista, "y dejamos muchas cosas fuera, porque era tan fuerte que habría terminado siendo una película sobre su personaje"), en Amnesia y en Historias de Sussi, que se hizo para TVN. "Yo le traía guaraná de Brasil, porque era bueno para la memoria. Era difícil trabajar con ella porque nos hacía reír, había que repetir escenas y ya tenía problemas para memorizar. Teníamos personas que le repetían los diálogos por un audífono", recuerda.
José Ignacio Valenzuela la conoció cuando escribió Amor a domicilio, en 1995. "Cuando me avisaron que ella iba a hacer la nana alemana Helga quedé feliz, no podía creer que iba a trabajar con ella. Me acuerdo que se probó cientos de pelucas hasta dar con la adecuada: una gris con una gruesa trenza alrededor de la cabeza", relata. Con el guionista Pablo Illanes, en tanto, estuvo en Playa salvaje y Fuera de control. "Era tremenda actriz y un ser humano excepcional. Era muy querida y cuando grabamos, en Iquique Playa salvaje, hizo un papel muy gracioso", recuerda.
El director de TV con el que más trabajó fue Oscar Rodríguez: él la guió en Matrimonio de papel (1985), Marrón glacé (1993), Marrón glacé, el regreso (1995), Playa salvaje (1997) y Fuera de control (1999). "Partí trabajando con ella en un programa infantil y después en teleseries. Era muy profesional y divertida. Le encantaba hacer personajes populares y le ponía mucho de su cosecha. Desafortunadamente fue perdiendo la memoria, había que ayudarla. Siguió trabajando y nosotros le decíamos la letra (en Fuera de control) y ella repetía; como actuaba muy bien, la repetía con la intención precisa. Nadie, ni a los colegas ni el equipo técnico, le parecía raro, porque todos la querían mucho".
El Alzheimer de la actriz fue seguido con evidente morbo por los medios de comunicación. Los matinales de los canales de TV realizaron varias notas cuando ella aún vivía sola, en su casa de Lagunillas, en San José de Maipo. Olvidaba gran parte de lo que hablaba. Pero lo que más provocó polémica fue el olvido en el que estaba. Fue el minuto en que fue llevada a la casa de reposo de Mónica de Calixto.