El estudio de 2011 The International Men and Gender Equality Survey (Images Chile) mostró que 97,8% de los hombres chilenos considera importante que el padre esté presente en la vida de sus hijos, incluso si está separado de la madre. Sin embargo, 46% afirmó que cambiar pañales, bañar y alimentar a los niños es responsabilidad de la madre. Es más, 70% reconoce que nunca o casi nunca limpia el baño y 64,2% dice que nunca o casi nunca lava la ropa.
Se trata de un nuevo escenario que los expertos llaman neomachismo. "Muchos hombres dicen que comparten las tareas domésticas, que no son machistas y creen que la carga de cuidado es compartida, pero en las encuestas no se ve así", sostiene Francisco Aguayo, sicólogo y director de Masculinidades y Equidad de Género (EME)
Ximena Valdés, del Centro de Estudios para el Desarrollo de la Mujer (Cedem), explica que ellos se involucran en lo lúdico y comunicativo, pero reproducen los patrones tradicionales en que ciertas tareas son exclusivas para las mujeres. "En Chile los hombres no saben apretar el botón de la lavadora, o cosas como hacer la comida. Pero el discurso es que han avanzado tanto y que son diferentes a sus padres. Lo que los ha hecho cambiar es la relación con los hijos. Más que la relación de género, son ellos los que los llevan a cambiar", dice Valdés.
Para las mujeres, en cambio, añade, eso no es tan claro. "Ellos sienten que han avanzado, pero ellas piensan que han progresado poco, lo que genera rupturas de pareja", sostiene Valdés.
Otro factor que determina la participación de los hombres es el trabajo. Según cifras del INE, la participación laboral femenina es de 42,8%, lo que implica, dice Aguayo, que aún en la mitad de las parejas el proveedor económico es un hombre. "En ese tipo de familia el hombre participa después de los horarios de trabajo y los fines de semana", sostiene. En el caso de que ambos trabajen, dice, estudios muestran que las mujeres hacen muchas más tareas.
Cambios lentos
Un espacio donde han entrado con fuerza, dice el sicólogo, es la comunicación. "Hablan más con sus hijos, están más en contacto y buscan conocerlos. En contraposición con la generación anterior, que no se preocupaba mucho de los hijos, ahora ellos quieren ser más cercanos. Pero de ahí a compartir tareas de cuidado hay un salto", explica. Hay presencia sicológica, pero no es lo mismo que compartir el cuidado diario de los hijos con las tareas habituales.
Sin embargo, los expertos apuntan a una responsabilidad compartida en esta desproporción. Según Aguayo, hay mujeres que no dan oportunidades: "El no está buscando compartir las tareas, pero ella tampoco le deja espacio". El fenómeno queda patente cuando se produce una separación y él se da cuenta de todas las cosas que no sabe hacer.
"Las mujeres no aflojan y los hombres no asumen", resume Valdés. Las formas de crianza demoran varias generaciones en cambiar, dos o tres al menos. A su vez, muchos de los padres actuales no saben cómo participar, porque no los educaron así, dice Aguayo. La encuesta Images indica que 35% de los hombres no fue educado para limpiar el baño, cifra que llega a 33% en el caso de lavar ropa.
Valdés explica que lo que determina la participación del padre es en gran medida la educación. En su trabajo de 2009 El lugar que habita el padre en Chile contemporáneo, estudio de las representaciones sobre la paternidad en los grupos sociales, probó que padres que vivieron en el extranjero eran más proclives a democratizar las responsabilidades parentales. "En todas las clases sociales se ve que el involucramiento es emocional y lúdico, y las mujeres monopolizan las tareas", explica.
Sin embargo, Aguayo cree que las nuevas generaciones podrían romper la tendencia. "Quienes más participan en las tareas son los más jóvenes y los que tienen más escolaridad".