Aunque está terminando bien el año, políticamente hablando 2011 no fue fácil para el Presidente francés, Nicolas Sarkozy. La expulsión de los gitanos rumanos, las protestas por las reformas de las pensiones (que elevarán la edad de jubilación de los 60 a los 62 años), sus malas relaciones con los sindicatos y los recortes recientemente anunciados por su gobierno, no fueron bien acogidos por los galos, y eso se palpó en las encuestas.

El punto más bajo en su nivel de aprobación, un 30% en marzo, según la encuestadora CSA (donde sólo el 22% tenía una buena opinión de él), se produjo tras la polémica originada en torno a la ahora ex ministra de Exteriores, Michèle Alliot-Marie, por haber pasado sus vacaciones de fin de año en Túnez invitada por un amigo empresario muy cercano al derrocado dictador Ben Alí, al inicio de la primavera árabe.

Entonces los medios franceses catalogaban a Sarkozy como "políticamente muerto" a un año de las próximas elecciones presidenciales (abril 2012) y donde buscará su reelección. En un principio perdía holgadamente con el candidato natural del socialismo francés, Dominique Strauss-Kahn (caído en desgracia por un escándalo sexual en mayo), pero también lo hacía con quien fue nominado después por el PS, François Hollande.

Pero cuando ya se daba por perdido el año y se consideraba que sería derrotado en las presidenciales, Sarkozy logró repuntar y parece estar viviendo un segundo aire. Según la revista alemana Der Spiegel, el mandatario galo "volvió a la pelea en las encuestas" justo cuando comienza la campaña presidencial. La razón: su rol en la cumbre de la Unión Europea realizada a principios de diciembre en Bruselas y que dejó a Reino Unido aislado frente a los demás países del bloque. En esa cumbre, Sarkozy dejó con la mano estirada al primer ministro británico, David Cameron, cuando intentó saludarlo.

Tras esa reunión comenzaron a cambiar las cosas. La prensa gala lo declaró como el gran ganador de esa cumbre, junto a la canciller alemana Angela Merkel, donde protagonizó el roce con Cameron (ver recuadro). Los periódicos franceses resumieron la situación así: Sarkozy había salvado a la eurozona y de paso derrotado a los británicos. "Un héroe", según los medios.

Su desempeño inmediatamente se palpó en las encuestas. Según el sondeo publicado el lunes pasado por CSA, la popularidad de Sarkozy subió casi 10 puntos a los registrados en marzo, situándose en 38% en diciembre. Todo eso sin considerar el efecto que pudo haber tenido el nacimiento de la hija de Sarkozy, Giulia, con Carla Bruni.

Su protagonismo además lo están ayudando a acortar distancias con Hollande, quien desde que fue nominado, hace dos meses, ha tenido un pobre desempeño, según Der Spiegel, dedicándose sólo a criticar las políticas de Sarkozy.

Según la encuesta, el mandatario galo obtendría hoy un 24% contra un 27% de Hollande en primera vuelta.

En octubre, el candidato del Partido Socialista francés iniciaba su campaña con la mayor ventaja ante un presidente en funciones: 24 puntos. Pero, según la revista alemana, Hollande dilapidó esa diferencia, al presentarse como un candidato sin un programa, elegido por un partido dividido.

Así, mientras Hollande va a la baja, Sarkozy está en alza.