"Te prometo que será un espectáculo único", dijo Moses Kanduri, el peculiar promotor de Chile-Ghana, cuando La Tercera reveló que la promoción y organización del partido estaba en manos del dueño de un bar, sin ninguna experiencia en este tipo de eventos. Y habrá que concederle que cumplió: lo ocurrido anoche en Filadelfia fue, efectivamente, único.
El entretiempo de 35 minutos fue sólo el punto final de una larga cadena de bochornos, que partieron con el anuncio de un recinto (el Metlife Stadium, de New Jersey) que jamás estuvo confirmado, y siguieron con múltiples problemas en pagos, logística y visas.
"Escuchamos una fuerte discusión en el camarín de Ghana. Llegaron los dirigentes y les decían a los jugadores que si no les pagaban, no saldrían a jugar", reveló tras el partido un integrante del plantel de Chile.
"No sé que pasó, queríamos volver a la cancha, pero nos dijeron que había que esperar", expresó a Radio Cooperativa el delantero ghanés Emmanuel Baffoe, mientras que su compañero Richard Mpong culpó a "un problema técnico. Tanto nosotros como Chile queríamos volver a la cancha, pero nos decían que teníamos que esperar", señaló.
Sin embargo, el promotor del partido niega que el retraso de debiera a una negociación de último minuto por los pagos pendientes con la Federación de Ghana. "No sé qué pasó", dice Moses Kanduri, el entusiasta empresario que opera desde el bar Oze Tavern en el Bronx. "Entiendo que algunos muchachos del equipo de Ghana no querían volver para jugar el segundo tiempo, pero no sé por qué".
Lo claro es que económica y organizativamente, el partido fue un desastre. Incluso el afiche oficial del amistoso estaba escrito con faltas de ortografía ("kick of" en vez de "kick off"). Los contratiempos provocaron que hasta el PPL Park llegaran apenas 5 mil personas (muy lejos de las 80 mil que se esperaban en el plan original, en el Metlife Stadium). Además, no se vendió publicidad estática ni se negoció la señal de televisión con cadenas internacionales, por lo que el partido no se vio en los Estados Unidos, como sí ocurrió ayer con varios otros amistosos de selecciones latinoamericanas. De hecho, la ANFP tuvo que pagar a una empresa local para que levantara la señal televisiva para la transmisión de Chilevisión.
"Todo fue muy encima y no tuvimos tiempo para preocuparnos de la publicidad o la televisión", explica Kanduri. "Todo fue caro y nos costó un montón de dinero. Pero eso no es nada comparado con comprar felicidad para el pueblo. Estamos orgullosos".
Y sigue con el mismo tono filosófico, al reflexionar sobre su primera experiencia más allá de las noches de "música latina con DJ en vivo" que organiza en su bar. "Un bebé tiene que ir paso a paso, primero aprende a gatear, y finalmente camina. Pasa por mucho dolor, pero aprende del dolor. Nosotros aprendimos del dolor en este partido. Es una lección aprendida".
Pero cuando se le pregunta de dónde salió el dinero para financiar la operación, y si fue él o la ANFP quien se hizo cargo de los pagos por la estadía de Chile y el arriendo del estadio, su locuacidad se acaba. "No sé nada al respecto, eso lo ve mi departamento de finanzas", dice el hombre que no tiene una oficina, que funciona sólo con un celular y cuya tarjeta de visita es un vale de descuento en su taberna.
En tanto, el otro organizador del partido, el agente FIFA Njoya Salim, se autodefine en su cuenta de Twitter como "empresario, promotor de espectáculos, corredor de bienes raíces, agente de jugadores y escritor de reality shows". Sin embargo, el teléfono de su empresa NS Management, en el sitio oficial de la FIFA, corresponde a una casa particular en el Bronx, cuyos habitantes dicen no conocerlo.
Sin duda, un espectáculo único.