Al ex embajador en Níger, Joe Wilson, le bastaron 1.500 palabras en el diario The New York Times para que la brillante carrera de su esposa quedara sepultada. Casado con la agente de la CIA Valerie Plame, Joe Wilson escribió en el 2003 una columna donde explicaba que en el 2002 había hecho un viaje a Níger para hallar evidencia de exportación de uranio a Irak. Wilson no encontró absolutamente nada y, por consiguiente, cuando el gobierno de Bush invadió Irak argumentando que Saddam Hussein poseía armas de destrucción masiva, el ex asesor de Clinton desenfundó sus pruebas de lo contrario.

Ocho días después de la furiosa columna de opinión de Wilson, la prensa estadounidense reveló que el hombre estaba casado con una agente de la CIA llamada Valerie Plame. En otras palabras, reveló el nombre de una persona cuyo mayor capital profesional era precisamente que nadie supiera quién era. Desde ese momento Valerie Plame dejó de ser un agente secreto y en el año 2005 debió renunciar a sus labores en la CIA.

La filtración del nombre de Plame a la prensa vino, como después se supo, de parte del gobierno estadounidense, que así buscaba desacreditar a Wilson. De ahí en adelante la relación entre este ex funcionario y su esposa transitó el poco amable sendero de las recriminaciones mutuas, las decepciones afectivas, las caídas profesionales y, hacia el final, el atisbo de una reconstrucción posible.

Basada en dos libros escritos aparte por Valerie Plame y Joe Wilson, la película Poder que mata es uno de los últimos eslabones de dos personajes que alguna vez fueron felices con sus silenciosos trabajos al servicio de su país y, ante las circunstancias, debieron reinventarse en la publicación de memorias, reportajes y, una glamorosa cinta protagonizada por Naomi Watts como Valerie Plame y Sean Penn en el rol de Joe Wilson.

El filme, que se estrena el próximo jueves en el país, compitió en Cannes 2010 y fue dirigido por Doug Liman, especialista en los agentes secretos que se hizo conocido con Bourne: identidad desconocida (2002).

Pero a diferencia de las sobrehumanas habilidades de Jason Bourne, Poder que mata es más bien una historia de la cotidiana mecánica del espionaje. En la primera parte se asiste a la vida de Plame trabajando para la CIA, mostrando a una persona de eficiencia envidiable, pero al mismo tiempo con desavenencias familiares. Mientras Wilson es 14 años mayor que ella, está en casa y ya viene de vuelta de todo, Plame pasa poco tiempo en el hogar y no ve muchos a sus hijos. Ahí hay algo del conflicto que luego explotará con el escándalo público.

La jubilación anticipada de Plame fue a la larga el camino a una vida más aburrida. No vive en Washington D.C., sino que en Nuevo México. Sigue creyendo en la CIA, pero sabe que es historia muerta y se prepara a publicar una serie de novelas de espionaje. Ella misma ha resumido así su experiencia: "Yo estaba enamorada de mi carrera. Orgullosa de servir a mi país y de defender uno de los trabajos más interesantes que existen. Las cosas han cambiado de un modo que nunca imaginé. Y sigo acostumbrándome a lo más duro, ser una figura pública".