Señor director:

Para adoptar medidas tan radicales como prohibir las estufas a leña se requieren soluciones también radicales, donde se entreguen alternativas de calefacción que permitan a las familias más pobres sustituir sus necesidades de abrigo en forma eficiente y a valores similares a lo que significa el uso de la biomasa.

Si bien las estufas a leña son responsables de cerca del 40 % del PM 2,5 en la Región Metropolitana, situación que implica daño a la salud, lo que se necesita es un enfoque integral que permita mejorar la tecnología de combustión y que el particulado fino (2,5) y PM 10 cumpla la normativa de emisión. Se requiere innovar e incentivar el desarrollo de tecnologías que permitan el uso de este combustible, que es parte de nuestra matriz energética y que tiene la cualidad de ser la fuente de energía más barata.

También la biomasa es la responsable de la contaminación en el sur de Chile. Si se considera que la mitad del consumo de leña en Temuco y Padre Las Casas corresponde a las cocinas, una mejora en el rendimiento de estos artefactos de 32% a 64% conllevaría un ahorro de combustible de aproximadamente US$ 5,25 millones y una reducción de al menos un 25% de las emisiones anuales de material particulado.

Prohibir las estufas a leña no es solución, y seguir usando leña en estas condiciones genera un daño grave a la salud. ¿Por qué no embarcarnos en un desafío mayor que trascienda gobiernos?  Innovar en tecnología para continuar usando esta fuente de energía parece complejo, pero  beneficiaría a todos por igual.

Cristián Sandoval Quezada

Presidente Asociación gremial de Empresas de Prevención de Riesgos