La mecha de La Chiva se encendió cuando al dibujante Alberto Vivanco lo echaron de editorial Lord Cochrane. Allí había sido el creador de la revista juvenil Ritmo y hasta su despido fue director de El Pingüino, la publicación de humor para adultos donde también ilustraban su hermano Jorge -Pepe Huinca-, José Palomo y Hernán Vidal -Hervi-. "Nosotros, en solidaridad con él, también nos retiramos", cuenta el último. "Decidimos emigrar porque ya estábamos muy embalados y entusiasmados con este humor más mordaz, más sarcástico que habíamos visto en revistas extranjeras como Mad Magazine (EE.UU.), Hermano Lobo (España), Los Supermachos (México), etc. Estábamos muy influenciados por este tipo de humor menos naif, más aterrizado en la realidad. Entonces, decidimos hacer una revista de humor por nuestra cuenta".

Así partió, en julio de 1968, un proyecto marcado por el espíritu independiente y colectivo, como lo recuerda precisamente La Chiva, tomo compilatorio editado por Feroces Editores, que la semana próxima debuta en librerías, rescatando los mejores personajes de ese producto irrepetible, que nació gracias a que sus cuatro padres se metieron la mano al bolsillo. "Al comienzo teníamos cada uno una citroneta y poco a poco las fuimos vendiendo. Primero fue Jorge, después Alberto, luego fui yo y al final quedó una sola citroneta para poder repartir la revista y hacer los cobros", cuenta Hervi.

Consiguieron plata por aquí y por allá y arrendaron un pequeño departamento en Plaza Italia. Allí se ideaba y dibujaba esta publicación, financiada con lo que sus creadores ganaban además trabajando en otros medios. "Incluso, en el último tiempo nos compramos una pequeña imprenta de oficina, entonces lo hacíamos todo en mi casa de Quinta Normal, donde yo tenía una taller", agrega Vidal.

La Chiva nació para captar lo que pasaba en el mundo real, remecer un poco el ambiente, salir del repetido chiste hogareño o deportivo y hablar de la contingencia de ese Chile del 68, cada vez más polarizado.

El mozo Mozambique y Artemio muestran las desventuras del chileno medio. Lo Chamullo, un Barrio como el Suyo, era la sección estrella de La Chiva, con una galería de personajes dibujados a cuatro manos entre los Vivanco, Palomo y Hervi. Los habitantes de Lo Chamullo son pobladores, y entre ellos hay viejas chismosas (las Tres Marías), un cesante, un par de delincuentes y la chica más linda del barrio.

Todos y cada uno de ellos están en este libro que fue un desafío técnico, con más de 160 páginas recuperadas entre muy pocos originales y muchas revistas desempolvadas. Reunido, el conjunto aparece como una casi profética radiografía de época. "Armando el libro y viendo la cosa estudiantil de este año, nos dábamos cuenta de que algunos chistes funcionan igual que hace 40 años, la cosa del retail también. Hay chistes en que la gente podría decir 'esto es del 2011'", cuenta el periodista y guionista Carlos Reyes, que realizó la edición junto a Rodrigo Dueñas y Rodrigo y Beatriz Salinas.

"Ese período tan intenso, de dibujar las cosas que estaban alrededor, nos hizo agudizar la mirada humorística sobre los temas reales", dice Hervi. Para él, la experiencia fue marcadora, pese a lo breve. La Chiva terminó poco después de que Salvador Allende asumiera el poder. Sus dibujantes pasaron a la editorial estatal Quimantú, donde hicieron La Firme, con un estilo más radical y panfletario. El proyecto de cuatro soñadores había llegado a su fin.