>Una pregunta cerrada o abierta,el momento de la encuesta, lo que entiende y asume quien responde y el valor de los datos autorreportados. El ritmo de crecimiento, las reformas en curso y los planes de contingencia del Estado. Todo esto y más influyen a la hora de recoger los datos de empleo y remuneraciones en el país, un tema sensible para la población y, ciertamente, para el gobierno.
Al abrir esta semana, la polémica se desató con la última encuesta de empleo de la Universidad de Chile, que reportó una tasa de desocupación de 9,4% en marzo para el Gran Santiago (289.300 desempleados), 2,6 puntos porcentuales mayor en 12 meses y también respecto de diciembre pasado. Los datos abrieron severas dudas en torno a la trayectoria laboral que viene mostrando la encuesta oficial del INE. Su turno fue el viernes, anunciando una tasa de desempleo de 6,3% para el trimestre móvil enero-marzo 2016, cuatro décimas por arriba del trimestre móvil anterior y dos décimas más alta que un año atrás.
Los datos y las diferencias de visión que revelaron ambas encuestas causaron polémica entre los expertos. Y la lectura de las razones detrás de las cifras que arrojó el sondeo de la Universidad de Chile incluso enfrentó a los ministros del Trabajo, Ximena Rincón, y de Hacienda, Rodrigo Valdés.
Las discrepancias metodológicas, sin embargo, no sorprendieron a uno de los economistas de mayor conocimiento en la materia, como es Ricardo Paredes, hoy rector de Instituto Profesional Duoc UC. Sí, asegura, tales diferencias abren una duda más que razonable sobre la respuesta del mercado laboral al ciclo de desacelaración actual.
Una trayectoria mixta del empleo -la encuesta de la Universidad de Chile recogió una baja de 3,2% en la ocupación y el INE reportó un alza de 1,3% en esa variable- y una curva de la fuerza de trabajo más bien estable son temas que le preocupan.
¿Qué interpreta de las diferencias de las encuestas del INE y la U. de Chile?
Con las diferencias según fuentes de datos se suele convivir y no resultan problemáticas en la medida en que se entienden y son sistemáticas en el tiempo. Pero hay otras poco entendibles, como las que observamos hoy y que también se dieron en la crisis de 1998, en donde los datos de la Universidad de Chile no sólo hacen más sentido, sino que se adelantan a los del INE. Por eso, se requiere de más debate, transparencia y apertura para evitar cuestionar la autonomía y la competencia de las instituciones. Aunque la historia no los libera -hay que recordar el INE durante la UP y entre 1974 y 1976 respecto del IPC y el Departamento de Economía, cuando incursionó con encuestas políticas a fines de los 80-, ambas entidades han desarrollado posteriormente equipos y procedimientos muy serios.
¿Pero esto no habla o, al menos, da cuenta de un país poco experimentado en materia estadística? ¿Tal vez poco serio?
En la producción de datos básicos de empleo, fundamentales para la política macro y para decisiones como las de nuestra institución relativas a la demanda de carreras técnicas, como país ciertamente nos falta. Por ejemplo, a fines de los 90 el Banco Central recortó el financiamiento de la encuesta de la Universidad de Chile, porque el salto del desempleo que reportó no coincidía con el del INE, lo que le fue incómodo como evaluación de la política monetaria y fiscal de la época. Hace un par de meses, a mi juicio con igual falta de visión, el Banco Central le ha dado un plazo para cortar el financiamiento completo a esa encuesta, siendo que el uso de dos encuestas sirve como un control de calidad indispensable.
¿Cuáles son los principales puntos, preguntas o factores que se consideran en cada encuesta y que finalmente dan origen a las diferencias?
Primero, los datos del INE se publican como trimestre móvil para la Región Metropolitana, lo que genera un rezago a la cifra que no tiene la encuesta de la Universidad de Chile, que estima la situación en un mes puntual y para el Gran Santiago. El aumento de un punto de desempleo en el INE significa que, realmente, el último mes del trimestre considerado tiene una tasa de desempleo tres puntos mayor que el último mes del trimestre anterior. Segundo, la actualización de la encuesta del INE es, a mi juicio, más difícil y de menor calidad. Las encuestas deben actualizarse y la del INE parece ser más sensible a la obsolescencia del censo (hoy, especialmente alta). Ello atenta sobre todo en la proyección de datos absolutos de empleo, desempleo e inactivos. Tercero y más relevante, la encuesta de la Universidad de Chile sugiere mayor autopercepción, pues considera desempleado a alguien que, ante una pregunta abierta, dice no haber trabajado y estar buscando empleo. En el caso del INE, la pregunta es cerrada a si trabajó al menos una hora en la semana. Por ello, alguien que perdió su trabajo de jornada completa y consigue uno muy precario, con pocas horas, se consideraría empleado bajo el criterio del INE y, posiblemente, desempleado bajo el criterio de la Universidad de Chile.
¿Diferencias en un tema sensible como es el empleo debieran impulsar una revisión de las mediciones usadas en Chile en esta área y otras como es la Casen y el Censo? ¿Usted ha pensado en algunos cambios?
El esfuerzo por revisar se ha hecho, pero generalmente se da en un ambiente algo polarizado, sin la tranquilidad que amerita. Sería natural, por ejemplo, que una institución diferente estudiara exactamente qué importancia tiene en el desempleo la formulación de la pregunta, pero, además, todo eso requiere de un seguimiento a lo largo del ciclo, con grupos similares recibiendo la misma pregunta.
¿Por qué?
Mi hipótesis es que en la medida en que se empieza a ahondar la crisis de empleo, las personas tienden a autorreportar menor empleo cuando se trata de empleos precarios, lo que le daría un rezago mayor a la medición del INE. Pero mi mayor preocupación dice relación con las cifras proyectadas, que surgen de la obsolescencia del censo y que nos pueden estar dando señales completamente equivocadas respecto de cuál ha sido la real capacidad del país de generar empleo; del número de desocupados y de la inactividad.
¿Tener una institución estadística autónoma podría ayudar a evitar las diferencias y alinear mejor la construcción de datos estadísticos, de encuestas, de mediciones en Chile? El proyecto del INE autónomo lleva casi dos años en el Congreso…
Un INE autónomo, con mayores recursos, con apertura y mayor transparencia es ciertamente una necesidad, pero no solucionará todos los problemas. El INE, además de ser autónomo, también debe ser una institución abierta, transparente y vigilada. Pero que podamos contar con buenas encuestas paralelas también pone presión para que ocurra.
Ya mirando los datos por separado, ¿cuál es su diagnóstico sobre el estado de situación del mercado laboral chileno?
Una regularidad que se ha verificado en Chile desde mediados de los 80 y que sigue vigente es que el crecimiento es lo que más empuja al empleo. Cada punto de crecimiento está vinculado a 0,75 puntos en la demanda de trabajo o, si se quiere, en la potencial creación de puestos de trabajo. Por ello, la caída del crecimiento en los últimos años, en el orden de tres puntos, implica una baja en la capacidad de generar trabajos genuinos en un 2,25%, lo que es enorme. Por eso el mercado laboral está menos pujante, y a menos que recuperemos un crecimiento mayor no veremos el dinamismo en empleo formal y en remuneraciones que vimos hasta hace dos años.
Según sus cálculos, ¿en qué niveles está hoy la generación de empleo y la desocupación?
No discuto que la tasa que hoy observa el INE sea la que de la metodología sale, que dicho sea de paso es bastante estándar en el mundo. Sin embargo, a mi juicio, está en aproximadamente dos a tres puntos bajo lo que espero se observe de aquí a seis a ocho meses, entendiendo que la crisis no es tan profunda como la que vimos en 1998. La fuerza de trabajo no debiera aumentar tan rápido como lo hizo en la anterior crisis, toda vez que el sistema de financiamiento de la educación superior puede contener efectos "trabajador adicional". En cuanto a la verdadera creación de empleos, la ausencia de actualización del censo, que es lo que permite proyectar las tasas obtenidas de las encuestas a valores absolutos, impide conocer la verdadera expansión del empleo, sin perjuicio de que a todas luces ha caído y veo probable sea negativa en un período de seis meses, al menos.
¿Y cómo está viendo el cierre de este año y lo que viene hacia 2017?
La tasa de desempleo creo que puede llegar cercana al 9% a fin de año y la caída del empleo en 1,2 puntos porcentuales, lo que pasa por un aumento de la fuerza de trabajo de 2%.
¿La dinámica de remuneraciones andará lenta este año también?
Las remuneraciones estimadas por el INE, que no reponderan la composición de los trabajadores, debieran mostrar un crecimiento bajo, no mayor a 1% en términos reales. Sin embargo, los ingresos medios del trabajo debieran mostrar una caída importante, no sólo por el mayor desempleo, sino porque es previsible una mayor relevancia de desempleo informal y precario.
Pese al fallo reciente del Tribunal Constitucional sobre la reforma laboral, en su opinión, ¿cuánto puede influir la nueva ley en la generación de empleo formal y la dinámica de rotación, las remuneraciones?
Pensando ya en torno a la tendencia, suele haber saltos, debido, por ejemplo, a cambios institucionales. Es el caso de la reforma laboral de principios de los 90, aunque ésta aumentó en alguna medida los costos laborales, generó certidumbre sobre el marco de negociación, con lo que el empleo se disparó como nunca. Hoy, sin embargo, la naturaleza de la discusión sobre lo laboral es opuesta y, definitivamente, los altos costos asociados al no reemplazo en caso de huelga y a la titularidad sindical no tienen como contrapartida una certeza jurídica. Por ello, creo que a pesar de que el país crece, las empresas pueden mostrar un comportamiento defensivo, deshaciéndose de trabajadores que tienen un potencial de ser excesivamente costosos.
¿Y cómo cree que impactarán en lo laboral las otras reformas en curso?
Los perfiles de trabajador del futuro, particularmente por las necesidades de aumentar la productividad en la mediana empresa, y el enorme flujo de egresados de educación media que no tienen capacidades laborales importantes, demanda un esfuerzo de país para formar, capacitar y ahí está, entonces, el desafío de pensar bien en materia de educación superior. Hoy, el debate se ha centrado en lo universitario y no en lo técnico-profesional, que es el sector más pertinente para dar respuesta a este desafío. Todo ello en un contexto en el que no puede esperarse que el empleo gubernamental resuelva el problema de fondo; eso es tapar el sol con un dedo.
Un tema recurrente es la intervención del Estado sobre el mercado a través de los empleos públicos y cómo eso amortiza el aumento de la desocupación. ¿Cuánto de los reportes de empleo por cuenta propia y subsidiados cubren o no artificialmente los datos reales? ¿Cuál es la realidad pura del desempleo en Chile?
El empleo por cuenta propia suele ser informal, precario, pero también es una suerte de bendición ante la alternativa del desempleo. Por su parte, el empleo de gobierno, particularmente a través de sus planes de empleo de emergencia, suele resolver para un sector de la población una situación más dramática de desempleo abierto, pero también tiene un efecto no medible, porque saca del mercado laboral a personas que se vuelven inactivas. Esto es lo que hace realmente difícil hacer una afirmación respecto de cuánto del empleo gubernamental adicional reduce efectivamente la tasa de desempleo abierto. De cualquier manera, el aumento del empleo gubernamental ha sido un factor que ha absorbido enormemente una porción grande del empleo total; algo no saludable, pero que en coyunturas de un ciclo de desaceleración profunda, como el actual, contribuyen a permear la menor capacidad de generación de empleo que debiera tener la economía real, el crecimiento, las empresas.
Economistas estiman que en dos a tres trimestres móviles más se observaría un aumento importante del desempleo en la encuesta del INE. ¿Cuál es su pronóstico?
El desempleo medido por el INE tiende por construcción a mostrar un rezago, pero no sólo por el hecho de tratarse de un trimestre móvil. Mi estimación es que, efectivamente, el desempleo aumentará de manera significativa, en particular cuando se verifique un crecimiento mayor en la trayectoria de la fuerza de trabajo, la que ha estado anormalmente baja, y también cuando las personas con ocupaciones muy precarias respondan que en realidad no han trabajado, lo que ocurre paulatinamente. Además, está el factor educación, porque el estancamiento observado en la participación en el mercado laboral, en la fuerza de trabajo, en parte responde a la contención que ha ejercido la educación superior sobre la población en edad de trabajar, ya que saca de la actividad o del mercado a un gran número de jóvenes. Y eso no es previsible que siga ocurriendo a las tasas que hemos observado en los últimos años, cuando la matrícula de educación superior se ha más que duplicado.
No es una mirada muy optimista...
Sin crecimiento alto, y mi diagnóstico es que difícilmente retomaremos un dinamismo económico a menos que, en conjunto, como país, volvamos a tener ciertos consensos económicos básicos, habrá un crecimiento muy bajo en las remuneraciones en el sector formal, un aumento marginal del empleo formal y una eventual caída de salarios totales, considerando sectores formales e informales. Contra todo esto, también veo una fuerza importante en el perfil de miles de jóvenes que están estudiando en la educación superior, particularmente la educación técnico-profesional y que está más orientada a generar habilidades para el trabajo. Ello puede ser un factor que atenúe fuertemente lo que de otro modo sería una caída de productividad y de remuneraciones más significativa de lo que estamos viendo hoy.