Sonidos de trompetas anuncian la entrada del cerdo, seguido por una mujer desnuda con los ojos vendados y atada a una cruz. Todo está cubierto de sangre y vísceras de animales mezcladas con trozos de frutas tropicales. Mientras, un hombre gordo de larga barba blanca y vestido de negro observa y da instrucciones. Lo que parece un ritual pagano es también la performance Aktion 135, del austríaco Hermann Nitsch, que esta semana dejó con la boca abierta a las más de 300 personas que asistieron a la Universidad de las Artes de Cuba, sede central de la XI edición de la Bienal de La Habana, que se extiende hasta el 11 de junio.

Bajo el título Prácticas artísticas e imaginarios sociales, el evento aborda algunos de los problemas centrales del arte contemporáneo: cómo trabajar fuera de las paredes de un museo o galería, cómo involucrar más al espectador y, sobre todo, cuál es la línea que divide al arte contemporáneo del espectáculo banal. Invitado central en esta discusión es Nitsch, quien con su polémica intervención encendió el ambiente en los primeros días de la bienal.

Fundador del llamado accionismo vienés, a fines de los años 50, Nitsch se hizo famoso con su Teatro de Orgías y Misterios, donde realizaba acciones colectivas que exploraban el ritualismo religioso con sacrificios animales, lo que provocó el rechazo de grupos ecologistas. Antes de su performance, Nitsch explicó que con su nueva obra pretende que las personas hagan catarsis y dejen de obsesionarse con la violencia y las guerras actuales. "Muchos pueblos han perdido el contacto con la naturaleza, porque la sensibilidad se pierde por los caminos blandos de la tecnología", agregó el artista.

Mientras, en el Instituto Superior de Arte se exhibe He: un Osama bin Laden de cera de tamaño natural muerto sobre una alfombra, que se ha convertido en otra de las atracciones de la bienal. Los autores son los cubanos Julio y Manolo Castro y Alberto Lorente, conocidos por sus anteriores estatuas de cera de Fidel Castro y José Martí.

"Como nunca antes la bienal se hará sentir en la ciudad a través de múltiples proyectos y acciones en el espacio público. Llevar adelante este cometido ha sido una tarea ardua, pues son muchos los inconvenientes y exigencias que nos plantean las autoridades", dice Margarita Sánchez, una de las curadoras del evento.

En la bienal, que recibe a 180 artistas de 43 países, está la serbia Mariana Abramovic, pionera de la performance, quien esta semana realizó talleres con el público, además de exhibir obras junto a otros artistas conocidos por su trabajo transgresor y de contenido político, como el chino Ai Weiwei, la cubana Ana Mendieta y la estadounidense Barbara Krugger.