En la casa de Rodrigo Salinas, hasta los muebles del living están repletos de juguetes. Miniaturas de los personajes que el dibujante creó para el programa 31 minutos, como Mario Hugo o Juanín Juan Harry, además de figuras de Toy story, El hombre araña y Snoopy salen de los rincones. "Desde niño que estoy lleno de héroes", señala Salinas. Y con la misma nostalgia se refiere a El Náufrago, personaje que dibujó para la carátula del libro que acaba de lanzar: La tormenta perfecta.

Por el tamaño de su volumen (360 páginas) pareciera ser su obra definitiva y final. Pero quienes conocen bien al historietista saben que aunque las grabaciones de sus personajes de Ratoncito, Dostor y Guagüito en el espacio televisivo El club de la comedia le absorben bastantes horas, Salinas nunca abandonará el dibujo. "Quise detenerme hasta lanzar el libro por lo menos, pero no me aguanté. Me puse a hacer el tercer tomo de aventuras de Perro con chaleco para leérselo a mi hijo", confiesa, mientras su pequeño Salvador, a quien bautizó como Súper Cauro, pregunta dónde quedaron los juguetes de Ultraman. "Le digo Súper Cauro por una historieta del tiempo de la Unidad Popular donde había un chico que tomaba leche y adquiría poderes", cuenta.

La tormenta perfecta reúne todo el trabajo que Salinas ha publicado desde mediados de los 90 hasta ahora, de manera independiente y en revistas como Kiltraza, Mercado Negro, el colectivo La Nueva Gráfica Chilena y la editorial Calabaza del Diablo. Allí se encuentran, desde los esquizoides dibujos que hacía cuando era estudiante de arte en la Universidad de Chile, hasta La Colina de Pony, historieta donde Salinas asesina a Terry, el personaje que le rompió el corazón a Candy en la popular serie animada japonesa homónima de los años 70. "Hay temas que me persiguen desde siempre. Son el mar, el desamor y los arcoíris del No", cuenta sobre la versión aumentada de La calma después de la tormenta, obra por la que el artista ganó el Premio Altazor. "Siento que mis primeros dibujos eran más dolidos. Hoy tengo más humor", apunta. Y se acuerda de Winnis, el superhéroe con capa de Superman, medias azules y orejas de Winnie the Pooh que dibujó después de una desilusión. "Su único poder es la voluntad", dice sobre su alter ego.

Otra de las historietas que Salinas rescata en La Tormenta perfecta es Arturo Prat no ha muerto, cómic que cuando se publicó despertó molestia en la Armada. En ella, el comandante sobrevive, pero nadie le cree.

"Mi papá me enseñó la arenga desde chico. Es que él quería ser marino, pero no pudo, porque tenía las rodillas juntas", ríe.

Salinas explica que le gusta Prat, porque "es un militar que no mató a nadie y que dio su vida por un ideal". "Lo que celebramos el 21 de mayo es un triunfo moral, una batalla perdida", agrega.

Mala pata

A Salinas le gustan los héroes que la pasan mal. Como La Mole, cuyos poderes son producto de una maldición. O el Batman de Frank Miller, al que le duelen los huesos después de pegarles a los villanos.

"Hay que bajar a los próceres del pedestal", dice. Y por eso los que él dibuja actúan de la manera más corriente: dicen garabatos y hasta tienen pie plano. "Por eso me gusta mucho el universo de Marvel. Sus héroes son imperfectos y arrastran una condena", explica.

Salinas no es un historietista clásico. En sus libros cada página es distinta a la otra y eso permite leer La tormenta perfecta desde cualquier parte. A través del dibujo, la plasticina o la fotografía, Salinas va narrando historietas e introduciendo recreaciones de personajes. Por ejemplo, Snoopy -creación del escritor de Charles Shulz- que aquí vence a un terrorista con facciones de Rambo. O también está la niña mapuche de Leche Sur o Carlos Marx en el cuerpo de Charly Brown. "Siento que ambos son perdedores en sus respectivas áreas. Charly nunca pudo dejar a la niña colorina y elevar su cometa, y Marx representa un proyecto que nunca resultó", afirma. El nuevo libro se presentará los días 17, 18 y 19 de junio en el Festival de Historietas Off de Lyon (Francia). También estará en la Feria Ch.ACO en septiembre.

Paralelamente, con su editorial Feroces Editores está armando una biblioteca patrimonial. "Estamos reeditando La Chiva, que es la primera revista autogestionada de Chile. La hacían Hervi, Palomo y Los hermanos Vivanco en el 68. Fue con ellos que me di cuenta que el dibujo podía ser también un arma".

¿Qué te parece el trabajo del argentino Ricardo Liniers o del chileno Alberto Montt?

Me alegra lo que le pasa a Montt, porque de alguna manera repercute en toda la historieta chilena. Sin embargo, para mí ellos están emparentados por una cosa: ambos dibujan para niñitas.