La historia de Rosemary Kennedy fue, por más de 20 años, uno de los secretos mejor guardados del clan. La hermana del Presidente John F. Kennedy era mentalmente discapacitada y su padre, Joseph, ordenó hacerle una lobotomía en 1941, cuando ella tenía 23 años y recién se estaban realizando las primeras operaciones de ese tipo en el mundo. La hoy cuestionada intervención quirúrgica -que consistía en cortar las vías nerviosas de la parte frontal del cerebro- dejó a la mujer mentalmente menoscabada por más de cinco décadas.
La historia de Rosemary se convirtió en una inspiración para su hermana Eunice, quien murió el martes, a los 88 años. En 1960 -justo después de que John Kennedy fuera electo Presidente- el caso de Rosemary salió a la luz pública. Dos años después y tras consultarle a su hermano, Eunice contó la historia de su hermana en un artículo del Saturday Evening Post. En él, la mujer narró que Rosemary "era diferente desde niña... más lenta para caminar, hablar". Durante su infancia, la familia de la mujer creía que sólo era una niña tímida y que tenía dislexia, pero no sospechaba que tuviera problemas mentales. Pese a sus discapacidades, Rosemary tuvo una vida relativamente normal hasta 1938. Asistía a bailes e incluso conoció a los monarcas ingleses cuando su papá era embajador en Londres.
Los problemas de Rosemary comenzaron cuando llegó a la adolescencia. Fue en esa etapa de su vida que empezó a tener ataques violentos. Fue así como en 1941 Joseph Kennedy decidió hacerle la lobotomía. La versión más extendida sobre este episodio es que él accedió a la operación porque no quería que su hija, la mayor de las mujeres y un año menor que JFK, pudiera, con su comportamiento, afectar a la familia y las carreras políticas de sus hermanos.
A partir de 1949, Rosemary vivió por más de cinco décadas en un centro de cuidados en Wisconsin. Joseph Kennedy recomendó a sus hijos no visitar a su hermana por varios años, ya que, según él, los médicos habrían dicho que eso no era bueno para su recuperación. Pese a ello, Eunice la visitaba constantemente, convencida de que si las personas trabajaban con los discapacitados, podían llegar a ser ciudadanos autosuficientes.
Así, por ejemplo, Eunice relató en 1965 que, pese a sus dificultades, Rosemary "podía nadar mejor que cualquiera de nosotros". Un hecho que seguramente inspiró a la mujer a hacer una de las obras más importantes de su vida: la organización de los juegos olímpicos para discapacitados. En sus últimos años, Rosemary -quien murió en 2005 a los 86 años- enviaba cartas a sus sobrinos, una de sus actividades favoritas.