HASTA HACE poco, hacer las cosas "a la chilena" era casi lo mismo que hacerlo mal, a medias o con pillería. Después del rescate de los mineros, todo parece haber cambiado. Al menos, el Presidente Piñera no dudó en hacer del "Do it in the Chilean way", el eslogan de su gira por Europa. Una estrategia que claramente busca aprovechar el enorme impacto que tuvo el rescate en el mundo. Tanto, que ahora, en un impulso creativo, se está pensando cambiar la recién lanzada campaña de imagen país, "Chile hace bien", por el "Hazlo a la chilena".

Pero, más allá de la imagen que queremos proyectar al mundo, la pregunta de fondo, la que importa, es si realmente estamos frente a una nueva manera de hacer las cosas "a la chilena"; o si lo de los mineros fue más bien una excepción. Bueno, una  mirada rápida nos dice que no hay muchas otras cosas donde estemos dando ejemplo. No me imagino ni al ministro de Transportes, ni al de Educación, ni siquiera al de Salud, recorriendo el mundo con la frase "hazlo a la chilena", porque nadie en el planeta quisiera tener un sistema como el Transantiago, ni la calidad de los colegios o hospitales que tiene Chile.

Si la realidad no nos acompaña mucho, se puede pensar en que es una declaración de intenciones. Es como Piñera quiere que se  hagan las cosas en su gobierno. Si lo miramos así, entonces, lo que hay que preguntarse es si el caso de los mineros se puede replicar en otras actividades del país. Nuevamente, la respuesta es dudosa, porque hay demasiadas cosas que hacen de ese evento algo único. Primero, por la unidad nacional frente al tema: nadie dudaba de que había que sacar a los mineros. Segundo, por la cantidad ilimitada de recursos humanos y financieros desplegados.

Arremeter con la misma fuerza frente a los problemas de salud y educación, por ejemplo, tiene ambos escollos. Porque no hay un presupuesto ilimitado, más bien bastante limitado, pero también porque ni siquiera existe coincidencia acerca de lo que hay que hacer. Cualquier propuesta de reforma a la educación pública pasa por doblarles la mano a los profesores y a los propios alumnos. Después, por convencer a los legisladores. Luego a la sociedad.  Y este es un caso solamente.

Junto con ello, hay otro factor importante: el impacto de las medidas en la popularidad presidencial. En el caso de los mineros, Piñera sabía que un final feliz le significaría un gran apoyo para él y su gobierno. En otros temas, ello no es seguro. Por el contrario, puede que en el corto plazo sea al revés, es decir se haga impopular, pero estaría haciendo reformas profundas cuyos resultados se verían probablemente en otros gobiernos.

Por ello, si el Presidente tiene como objetivo ocupar y gastar su capital político en lograr grandes cambios, estamos frente a un gran noticia para el país. Por el contrario, si no es más que un eslogan para la gira, entonces deberemos conformarnos con que "the Chilean way" es sólo una frase que podremos ocupar para 33 chilenos, pero nunca para la mayoría del país, que seguirá viviendo "a la chilena", esto es, a medias, improvisando, con mucha picardía, pero poco resultado.