Una de las crisis más importantes que vivió el papado de Benedicto XVI fue el escándalo llamado "VatiLeaks", que sacudió en 2012 la Santa Sede y que desveló enfrentamientos en la Curia Romana.

El escándalo se desató en febrero de 2012, cuando un canal de televisión italiano publicó unas cartas enviadas por el actual nuncio en Estados Unidos, Carlo María Viganó, al Papa, en las que denunciaba la "corrupción, prevaricación y mala gestión" en la administración vaticana. La Santa Sede no pudo evitar que nuevos documentos secretos salieran a la luz, con la publicación del libro Su Santidad. Las cartas secretas de Benedicto XVI, del periodista italiano Gianluigi Nuzzi.

Fue el secretario privado del Papa, Georg Gänswein, quien descubrió -tras leer el libro de Nuzzi- que el culpable de las filtraciones era el mayordomo de Benedicto XVI, Paolo Gabriele. En una entrevista publicada por el diario La Reppublica, uno de los supuestos "cuervos" vaticanos aseguró que la filtración de los documentos tenía por objetivo proteger a Benedicto XVI de las "pugnas internas" en el Vaticano. En efecto, para muchos expertos, el blanco de los "VatiLeaks" era el cardenal Tarcisio Bertone, a quien una facción influyente del Vaticano lo culparía de una suerte de "desgobierno" en la Santa Sede.

Gabriele, de 46 años, fue condenado a 18 meses de cárcel, por el robo con agravantes de documentos reservados del Pontífice, pero el propio Benedicto XVI acudió a la cárcel el pasado 22 de diciembre a comunicarle su indulto. Según la revista italiana Panorama, el Papa decidió renunciar tras recibir un nuevo informe sobre el escándalo "VatiLeaks", que revelaba una "fuerte resistencia" en la Curia Romana a las medidas de transparencia que pidió. Según el semanario, el Papa quedó "muy impresionado" con los informes.