Mientras atravesaba una multitud de 20.000 fieles en su jeep descapotable, el miércoles 13 de mayo de 1981 en la Plaza de San Pedro, Juan Pablo II se desplomó tras recibir cuatro disparos por parte de un extremista turco. Karol Wojtyla, de 60 años, fue trasladado inmediatamente al hospital Gemelli de Roma, con heridas en el abdomen, la mano izquierda y el brazo derecho.

Poco después se confirmó la detención del autor del atentado, Mehmet Ali Agca, un turco musulmán de 23 años. Su presunto cómplice, Oral Celik, huyó y no fue detenido hasta unos años más tarde en Francia, por tráfico de drogas, antes de ser extraditado a Italia.

El Pontífice, que había sido elegido el 16 de octubre de 1978, se caracterizaba por ser carismático y favorecer el contacto directo con la multitud, abrazando a los niños y dejando que los fieles lo tocaran, lo que dificultaba la tarea de garantizar su seguridad.

El Papa Juan Pablo II es ayudado por sus guardaespaldas después de que Mehmet Ali Agca le disparara en la Plaza de San Pedro, en el Vaticano. Foto: AFP

Contrario a lo que pensaba el mundo, que asumía que el Papa había muerto, Juan Pablo II pasó seis horas en el quirófano y logró recuperarse. El domingo durante la mañana, cuatro días después del ataque, llegó la primera prueba de vida, cuando el Papa se dirigió a sus fieles a través de un discurso grabado desde su cama del hospital.

“Les doy las gracias con emoción por sus oraciones y los bendigo a todos”, dijo el Papa en esa oportunidad. “Rezo por el hermano que me atacó, al que he perdonado sinceramente”, agregó. El 3 de junio, Juan Pablo II estaba nuevamente en pie, más popular que nunca.

El 27 de diciembre de 1983, el Papa visitó a Ali Agca en la cárcel, donde le regaló un rosario de nácar y le renovó su perdón.

El musulmán, miembro del grupo ultranacionalista turco “Lobos Grises”, fue liberado de una prisión en Ankara en 2010 después de pasar casi 30 años en cárceles de Italia y Turquía por ese intento de asesinato y otros crímenes cometidos en suelo turco. En su país, se le había acusado de asesinar en 1979 a Abdi İpekçi, director del popular periódico Milliyet, y asaltar dos bancos.

Aunque fue condenado a cadena perpetua por intentar asesinar al Papa, Juan Pablo II logró que lo indultaran en 2000. Fue extraditado a Turquía, donde pasó 10 años más en la cárcel por los otros delitos que cometió. Tras su salida de prisión, intentó ganarse la vida vendiendo autos, pero finalmente logró un sustento gracias a los derechos por la venta de libros.

Pese a la decena de investigaciones que se abrieron al respecto, nunca se conoció el motivo del ataque. En su último libro, Memoria e identidad, publicado en febrero de 2005, Juan Pablo II dijo estar convencido de que alguien había encargado su asesinato.

El diario británico Daily Mail localizó a Agca en febrero de 2020 y le hizo una entrevista en la que mostró su arrepentimiento y contó cómo fueron los meses previos al ataque. En esa oportunidad, confirmó que la Unión Soviética había estado detrás del intento de asesinato. “Fueron ellos quienes planearon el asesinato, lo querían muerto”, confesó el hombre de 63 años.

Ali Agca en una conferencia de prensa en 2010, tras salir de la cárcel. Foto: Reuters

“Lo que sabemos por los archivos es que los soviéticos, encabezados por Moscú, vieron al Papa Juan Pablo II como un peligro significativo”, dijo hace un año al Daily Mail Wladyslaw Bulhak, historiador de los archivos del Instituto de Recuerdo Nacional de Polonia.

“Él estaba difundiendo un mensaje de anticomunismo y democratización en América Latina cuando Rusia estaba tratando de crear los máximos problemas para Estados Unidos. Nuestros eruditos han llegado a la conclusión de que este complot probablemente fue obra de los búlgaros a través de Moscú”, señaló Bulhak al diario británico.

El atacante vive ahora en un barrio tranquilo de Estambul, donde sus vecinos lo describen como un “hombre amable”, que alimenta a perros y gatos callejeros.

En esa oportunidad, Agca comentó que estaba muy feliz de que el Pontífice no hubiera muerto tras el ataque. “El Papa se convirtió en un hermano para mí. Cuando falleció, sentí que mi hermano o mi mejor amigo habían muerto”, dijo el musulmán.

“Ahora soy un buen hombre. Intento vivir mi vida correctamente. Cuando le disparé tenía 23 años, era joven e ignorante”, dijo Agca el año pasado, revelando que “la mayoría de los días” pensaba en el ataque.

Antes del ataque, Agca había estudiado historia, idiomas y economía en las universidades de Ankara y Estambul, y su sueño era ser profesor. Se desconocen los motivos que lo llevaron a viajar a Viena a comprar el arma de cerca de US$ 14.500 con la que disparó al Papa.

Ahora, viviendo en un tranquilo suburbio de Estambul, espera poder contar su historia en la pantalla grande. “Estoy planeando una película o algún tipo de documental sobre lo que sucedió. Espero que Hollywood esté interesado”, dijo al Daily Mirror.

Aunque tiene prohibido visitar Italia, admitió que había hecho un viaje clandestino en 2014. “Regresé a Roma y estuve en el Vaticano. No se me permitía, pero entré por los bosques de Serbia, crucé la frontera hacia Hungría y luego me dirigí a Italia. Fui a la Plaza de San Pedro, al lugar exacto donde le disparé al Papa. Me llevé algunas flores, rosas. Algunas personas me reconocieron, pero no hubo problemas. La policía fue muy amable conmigo”, recordó Agca.

Un año después, decidió visitar Rusia. “Fui a Moscú. Conocí a algunas personas muy importantes, pero me dijeron que esto es Rusia ahora, no la Unión Soviética. No te debemos nada”, contó el musulmán.