El 16 de diciembre de 1938, la Alemania nazi instituyó la Mutterkreuz, o Cruz de Honor de la Madre Alemana, con el objetivo de incrementar la natalidad en el Tercer Reich. Por decreto de Adolf Hitler, esta condecoración se entregaba “como un signo visible de la gratitud del pueblo alemán a las madres ricas en hijos”, y tenía tres niveles. El primero era para las madres que tuvieran ocho o más hijos; el segundo, para las que tuvieran seis o siete, y el tercero, para quienes tuvieran cuatro o cinco.

Esto hizo que las políticas diseñadas explícitamente para aumentar la tasa de natalidad fueran un tabú durante mucho tiempo. De hecho, ese índice colapsó después de la unificación alemana en 1990, cuando las mujeres del antiguo Este comunista decidieron posponer sus embarazos debido a la inseguridad económica.

Alemania solía tener una de las tasas de fertilidad más bajas de la región, debido a que las políticas sociales conservadoras hacían más difícil para las mujeres conciliar el trabajo y la familia, lo que frenaba el crecimiento económico y empeoraba la escasez de mano de obra en Alemania a medida que los baby boomers se jubilaban.

La tasa de natalidad ha fluctuado en Alemania con su turbulenta historia, y todavía no es suficiente para evitar que su población en edad de trabajar se reduzca en los próximos años. Sin embargo, todo empezó a cambiar cuando la canciller Angela Merkel aumentó los beneficios para los padres y la inversión estatal en el cuidado de los niños en 2005. Además, en 2015 dejó entrar a más de un millón de refugiados al país, en su mayoría jóvenes de Siria.

Una madre trabaja de forma remota junto a su hija en Hanover, Alemania. Foto: AFP

Mientras que los datos oficiales publicados este mes mostraron que los nacimientos chinos cayeron un 18% en 2020 a su nivel más bajo desde 1961 y la tasa de natalidad en Estados Unidos disminuyó un 4%, a su nivel más bajo desde 1979, los nacimientos en Alemania sólo cayeron un 0,6%.

Muchos futuros padres alemanes ni siquiera se desanimaron por la pandemia que paralizó la economía, lo que se vio evidenciado por un aumento anual del 0,8% en los nacimientos entre diciembre de 2020 y febrero de 2021, a nueve meses del primer bloqueo por Covid-19 en Alemania.

Su tasa de fecundidad de 1,54 hijos por mujer aún está por debajo de la de 1,64 de Estados Unidos, y también de la denominada tasa de reemplazo de cerca de 2,1 que se considera necesaria para mantener los niveles de población en los países ricos.

Sin embargo, la tasa alemana está muy por encima de la de 1,3 registrada en China el año pasado -el nivel en el que estaba Alemania en 2006- y ahora está en línea con el promedio de la Unión Europea, según la Oficina Europea de Estadística (Eurostat).

Los datos de Eurostat muestran que los países menos ricos de la región, incluidos Italia y España, tienen las tasas de fertilidad más bajas de la Unión Europea.

El Presidente de Estados Unidos, Joe Biden, ha prometido medidas similares a las tomadas por Alemania, como la inversión en cuidado infantil financiado por el Estado y la extensión del horario escolar hasta más tarde. Mientras Estados Unidos es casi el único país rico en no entregar licencia de maternidad remunerada a nivel nacional, el Estado alemán cubre 14 meses de licencia parental pagada, con dos meses reservados para los padres.

Una mujer estadounidense sostiene a su bebé de tres semanas en su departamento inundado después del paso del huracán Sally, el 18 de septiembre de 2020, en Florida. Foto: AP

En China, en tanto, las mujeres tienen derecho a 98 días de licencia por maternidad, incluidos 15 de licencia prenatal. Sin embargo, muchas parejas se han disuadido de tener hijos debido a los altos costos de vida y la dificultad de combinar la paternidad con sus carreras.

Después de que China no alcanzara su objetivo de aumentar su población a alrededor de 1,42 millones para 2020, incluso tras flexibilizar su política de hijo único implementada en la década de 1970 para frenar una explosión demográfica, los legisladores deberán optar por ofrecer más incentivos a los padres.

Todo parece indicar que mientras otros países europeos han visto caer sus tasas de natalidad durante la pandemia, la tendencia de Alemania se mantendrá. Otra prueba de esto es que los tratamientos de fertilización in vitro (FIV) en el país aumentaron un 9,3% en 2020, pese a que muchas clínicas cerraron durante el primer confinamiento. Además, encuestas recientes indican que las ventas de productos como las vitaminas para el embarazo y cunas se han disparado en los últimos meses.

La rapidez con que el gobierno alemán aseguró a las personas que el Estado les pagaría si no podían trabajar mientras sus empresas estaban cerradas también alentó a los futuros padres, al igual que el número relativamente bajo de muertes por coronavirus durante la primera ola.

Una madre sostiene la mano de su hijo en Leipzig.

La llegada de más de un millón de refugiados desde 2015 también ha ayudado, aunque ese efecto ha ido disminuyendo a medida que cae la tasa de natalidad de las mujeres inmigrantes, desde 2,3 niños en 2016 a 2,1 en 2019.

Se espera que estas políticas favorables a los padres se mantengan, independientemente de quién gane las elecciones generales de Alemania en septiembre. Aunque a muchos activistas climáticos les preocupa el impacto ambiental de tener hijos, Los Verdes -que encabezan la mayoría de las encuestas- ya se comprometieron a invertir en el cuidado de los niños y fomentar la igualdad económica de las mujeres.