Tras la muerte de su padre Hafez en 2000, que gobernó Siria durante casi 30 años, su hijo Bashar Assad fue ascendido a General del Estado Mayor y Jefe Supremo de las Fuerzas Armadas sirias. Luego de ser nombrado candidato único para la Presidencia de la República por el partido Baaz Árabe Socialista, fue elegido a través de un referendo el 10 de julio del mismo año, tomando posesión una semana más tarde.
Analistas lo consideraban el hombre que llevaría al país a una era moderna. Entre sus primeras acciones, el joven mandatario presentó un programa de reformas en las que incluyó el indulto a decenas de presos políticos islámicos, medida que fue interpretada como un signo de apertura.
Sin embargo, Assad abandonó poco a poco sus intenciones democráticas y la apertura económica liberal que había llamado mucho la atención de socios internacionales, según los expertos.
Tras 21 años en el poder, Assad se apresta a revalidar su permanencia en la presidencia. El Tribunal Constitucional de Siria seleccionó este lunes a dos candidatos para que aparezcan en la papeleta junto al actual mandatario en las elecciones del próximo 26 de mayo, donde el gobernante probablemente saldrá electo para un cuarto período de siete años.
Para los comicios -que Occidente ha calificado como una farsa que dañará los esfuerzos diplomáticos para poner fin a la guerra civil de la última década- el tribunal aprobó sólo a tres candidatos de una lista de 51. El resto de los aspirantes fueron descartados por “no cumplir con los requisitos constitucionales y legales”.
Así, Assad competirá con el exviceministro del gabinete, Abdallah Saloum Abdallah, y Mahmoud Ahmed Marei, líder de un pequeño partido de oposición oficialmente sancionado. Abdallah, licenciado en Derecho por la Universidad de Damasco, fue viceministro de Asuntos Parlamentarios y diputado en dos ocasiones, entre 2003-2007 y 2012-2016, por el Partido Socialista Unionista.
Marei, también abogado, es uno de los líderes de la oposición tolerada en Siria y fue secretario general del Frente de Oposición Democrática Siria, llegando a representar al sector opositor en las negociaciones entre ambos bandos en Ginebra.
Assad ha recuperado el control de la mayor parte de Siria tras una década de la guerra civil que ha matado a cientos de miles de sirios y desplazado a más de la mitad de la población.
Aunque Damasco valora las elecciones como un sistema de gobierno que funciona pese a la guerra, la oposición siria y los países occidentales lo ven como una forma de mantener a Assad en el poder por un tiempo indefinido e interrumpir las negociaciones para poner fin al conflicto.
Altos funcionarios de la ONU dijeron que los comicios no cumplían con las resoluciones del Consejo de Seguridad, que buscan un proceso político para poner fin al conflicto, una nueva Constitución y elecciones libres realizadas bajo la supervisión de las Naciones Unidas.
Assad es consciente del descontento. De hecho, en los últimos meses ha tomado medidas para aliviarlo, incluido un aumento de los salarios estatales. Sin embargo, sus oponentes dicen que algunas de estas iniciativas favorecen a sus aliados, incluidos miembros de la comunidad alauita, que dominan el Estado y las fuerzas de seguridad, y a la que pertenece el propio Assad.
El mandatario sirio emitió el domingo una amnistía que liberaba de sanciones a algunos evasores del servicio militar, contrabandistas y delincuentes menores, lo que se espera que conduzca a la liberación de líderes civiles que han sido detenidos en los últimos meses.
En las últimas elecciones, en 2014, Assad arrasó con el 88,7% de los votos. Por primera vez en medio siglo, esa vez se presentó más de un candidato a los comicios, luego de una enmienda a la Constitución a raíz de las protestas iniciadas en 2011.