Más de 100 personas murieron, incluidos 13 miembros del servicio estadounidense y 90 afganos, en el aeropuerto de Kabul el jueves, cuando dos explosiones arrasaron con la multitud que intentaba ingresar a las instalaciones controladas por los estadounidenses, interrumpiendo el impulso final del esfuerzo de evacuación liderado por Estados Unidos.

Un ataque suicida con bomba en la Puerta de la Abadía del aeropuerto fue seguido por un asalto por hombres armados, dijeron las autoridades. Además, otro ataque con bomba tuvo lugar cerca, en un hotel fuera del aeropuerto. Quince miembros del servicio estadounidense resultaron heridos, señaló el Pentágono.

El ataque al personal estadounidense marcó el día más mortífero para el Ejército estadounidense en Afganistán desde 2011. Los funcionarios estadounidenses atribuyeron los ataques a la filial regional del Estado Islámico. El Estado Islámico se atribuyó la responsabilidad en un informe publicado por su agencia de noticias Amaq.

El Presidente Joe Biden dijo el jueves por la tarde que estaba desconsolado por la violencia y aseguró que tomaría represalias por los ataques, al tiempo que prometió continuar con los esfuerzos de evacuación. “No seremos disuadidos por los terroristas”, señaló.

“Los perseguiremos y los haremos pagar”, dijo Biden en declaraciones en la Casa Blanca. Informó que había dado instrucciones a sus asesores de seguridad nacional para desarrollar planes de respuesta al ataque.

Estados Unidos planea continuar con la evacuación de ciudadanos estadounidenses y afganos aliados, dijo el jueves a la prensa el general de la Infantería de Marina Frank McKenzie, comandante del Comando Central de Estados Unidos. Añadió que Estados Unidos estima que alrededor de 1.000 estadounidenses permanecen en Afganistán.

“Esperamos que esos ataques continúen”, dijo el general McKenzie, refiriéndose a los atentados suicidas.

Los talibanes, que se apoderaron de Kabul el 15 de agosto, son enemigos jurados del Estado Islámico y mataron a tiros a uno de los principales líderes del grupo en Afganistán horas después de hacerse cargo de la prisión de Kabul, donde estaba detenido.

El general McKenzie afirmó que Estados Unidos continuará coordinando con los talibanes la seguridad fuera de las puertas del aeropuerto, a veces compartiendo información con el grupo militante. Dijo que los combatientes del grupo habían estado registrando a personas en ruta al aeropuerto, y que no sabía cómo un atacante suicida pudo atravesar los puntos de control de los talibanes, reconociendo un “fracaso” en alguna parte.

“Si podemos encontrar quién está asociado con esto, lo perseguiremo”, dijo el general McKenzie.

Las muertes estadounidenses del jueves fueron las primeras fatalidades militares estadounidenses en Afganistán desde febrero de 2020, cuando la administración de Donald Trump y los talibanes firmaron un acuerdo para retirar las tropas estadounidenses.

El Presidente Joe Biden no hizo apariciones públicas hasta el mediodía del jueves, posponiendo una reunión programada con el primer ministro israelí, Naftali Bennett, y cancelando un evento virtual con los gobernadores de Estados Unidos. Biden fue informado por su equipo de seguridad nacional sobre los incidentes el jueves por la mañana en la Sala de Situación de la Casa Blanca y continuó recibiendo actualizaciones, dijeron las autoridades. Pasó gran parte del día en la Oficina Oval, manifestó uno de los funcionarios.

En el momento del ataque, los accesos a las puertas del aeropuerto estaban abarrotados por miles de afganos. Si bien ningún grupo se atribuyó la responsabilidad inmediata, los gobiernos occidentales advirtieron el jueves temprano sobre un ataque inminente por parte de la filial regional del Estado Islámico.

Estados Unidos cree que un atacante suicida detonó en la parte delantera de la puerta cuando intentaba ingresar al recinto del aeropuerto, dijo el general McKenzie.

“Intentaremos mejorar nuestros procedimientos”, sostuvo. Pero el general McKenzie afirmó que Estados Unidos continuaría evacuando a civiles. “Tenemos que seguir permitiendo que la gente entre en el aeródromo”, señaló.

Un alto funcionario de salud afgano calculó el número de muertos entre los civiles afganos en 90, y muchos más luchando por sus vidas.

El portavoz de los talibanes, Suhail Shaheen, dijo en un mensaje: “Condenamos enérgicamente este espantoso incidente y tomaremos todas las medidas necesarias para llevar a los culpables ante la justicia”.

Los testigos informaron de múltiples muertes entre los afganos, muchos de los cuales intentaban ingresar al aeropuerto por temor a la persecución de los talibanes, porque habían ayudado a los esfuerzos de la coalición liderada por Estados Unidos en el país durante las últimas dos décadas. Después de las explosiones, la Embajada de Estados Unidos les dijo a todos los estadounidenses que abandonaran las entradas al aeropuerto de inmediato.

La explosión en la Puerta de la Abadía del aeropuerto fue el resultado de un ataque complejo, según el secretario de prensa del Pentágono, John Kirby. Informó que otra explosión ocurrió cerca del hotel Baron, adyacente al aeropuerto. Un funcionario de seguridad británico dijo que ambos ataques fueron perpetrados por terroristas suicidas.

Los atentados con bomba del jueves fueron los primeros incidentes importantes de seguridad desde que los talibanes tomaron el poder en Kabul y comenzaron a desmantelar las barreras contra explosiones y otras instalaciones de seguridad que se habían erigido para frustrar los ataques insurgentes durante las dos décadas de presencia militar estadounidense.

“La gente estaba muy optimista de que los talibanes ahora nos brindaran seguridad y que no hubiera más ataques suicidas. Pero, lamentablemente, sucedió”, dijo una mujer afgana que se encontraba en el Baron en el momento de la explosión.

Las imágenes de los lugares del ataque mostraron varios cuerpos y sobrevivientes mutilados y ensangrentados que eran transportados en carretillas.

Un hombre afgano que intentaba por quinta vez entrar al aeropuerto y subirse a uno de los aviones de evacuación estaba parado entre la multitud frente a la Puerta de la Abadía cuando se produjo la detonación. “Mucha gente resultó herida”, dijo por teléfono. “Ayudé a una niña. Creo que ella murió”.

Por otra parte, Italia señaló que su avión C-130 lleno de refugiados afganos fue atacado durante el despegue el jueves, pero no sufrió daños. Un reportero italiano a bordo del avión dijo que el piloto tuvo que tomar acciones evasivas.

Las explosiones del jueves se produjeron después de que varios de los aliados de Estados Unidos dijeron que estaban deteniendo los vuelos de evacuación de Afganistán, dejando atrás a ciudadanos y miles de afganos que habían sido autorizados a entrar. Las oportunidades de transporte aéreo comenzaron a desaparecer en medio de las advertencias de un ataque terrorista inminente y cuando Estados Unidos comenzó a reducir las operaciones en Kabul antes de la fecha límite de retiro del 31 de agosto.

En un tuit condenando los ataques del jueves, el portavoz talibán Zabiullah Mujahid señaló que “tuvieron lugar en un área donde las fuerzas estadounidenses son responsables de la seguridad”.

Sin embargo, la carnicería es un desafío directo a los alardes de los talibanes de haber restablecido la paz en Afganistán. El Estado Islámico tiene “interés en exponer a los talibanes como incompetentes”, dijo Tore Hamming, miembro no residente del Centro Internacional para el Estudio de la Radicalización con sede en Londres. “Esta es una batalla por la autoridad. Ambos grupos dicen que sus emires son los líderes de la comunidad musulmana mundial. No pueden coexistir”.

Los talibanes y el Estado Islámico se han enfrentado en Afganistán desde 2015, particularmente en la parte oriental del país. Tan recientemente como el martes, Shaheen, el portavoz de los talibanes, afirmó a los medios estatales iraníes que el Estado Islámico ya no existía en Afganistán.

Los ataques a las entradas del aeropuerto se produjeron cuando la ventana para los vuelos de evacuación se cerró rápidamente antes de la retirada militar estadounidense que el Presidente Biden ordenó que se completara el 31 de agosto. Miles de ciudadanos occidentales y residentes permanentes todavía están varados en Afganistán, y muchos temen que ahora los abandonen para enfrentar una posible represalia de los talibanes.

El secretario de Estado Antony Blinken dijo el miércoles que aproximadamente 1.500 ciudadanos estadounidenses todavía estaban en el Afganistán controlado por los talibanes, y que Washington estaba en contacto con unos 500 de ellos, tratando de organizar evacuaciones.

Bismillah, un titular de la tarjeta verde que reside en Sacramento, California, cuenta que viajó a la ciudad de Mazar-e-Sharif, en el norte de Afganistán, para visitar a sus padres el 3 de agosto con su esposa, también residente permanente de EE.UU., y su hijo de un mes, ciudadano estadounidense. La familia se dirigió a Kabul cuando el gobierno afgano se derrumbó el 15 de agosto, pero Bismillah, que se negó a proporcionar su apellido, dijo que temía que su bebé fuera aplastado hasta la muerte entre la multitud y no trató de llegar al aeropuerto.

“Siento que nos vamos a quedar atrás. No sé qué va a pasar la próxima semana; no se puede pronosticar ni un día sobre lo que sucederá en Afganistán”, dijo Bismillah, quien trabajó para Amazon.com Inc. en California y actualmente se encuentra en Mazar-e-Sharif. “Estamos realmente preocupados por nosotros mismos”.

Desde el 14 de agosto, el día antes de que los talibanes tomaran el control de Kabul, Estados Unidos ha evacuado y facilitado la evacuación de aproximadamente 95.700 personas de Afganistán, dijo la Casa Blanca. En las 24 horas que terminaron a las 3 a.m. (hora del este) del jueves, alrededor de 13.400 personas fueron evacuadas, aproximadamente 5.100 de ellas en vuelos militares de EE.UU.

El Presidente francés, Emmanuel Macron, sostuvo después de la explosión del jueves que Francia continuaría evacuando personas “mientras podamos, siempre que las condiciones nos permitan hacerlo en el aeropuerto”. Veinte buses con ciudadanos franceses y afganos esperaban para ingresar al aeropuerto, agregó.

El Ministerio de Defensa holandés manifestó en una carta el jueves por la mañana al Parlamento que detendría las operaciones de vuelo al final del día, con la esperanza de evacuar a varios cientos de personas que ya estaban dentro del aeropuerto, con el personal diplomático y las tropas holandesas partiendo en el vuelo final. El ministerio agregó que ya no podía ayudar a sus ciudadanos y afganos elegibles a acceder al aeropuerto.

“Este es un momento doloroso, porque significa que, a pesar de todos los grandes esfuerzos del período pasado, las personas que son elegibles para la evacuación a los Países Bajos se quedarán atrás”, decía la carta. Entre ellos se incluyen ciudadanos holandeses y afganos que habían trabajado con las fuerzas holandesas desplegadas como parte de la coalición liderada por Estados Unidos.

Polonia, que ha transportado a más de 900 ciudadanos afganos desde la caída de Kabul, dijo que también estaba poniendo fin a su programa de evacuación tras las decisiones tomadas por sus aliados, Estados Unidos y Reino Unido. “La situación es difícil, es incluso dramática, y cada vez más difícil con cada hora”, dijo el jueves el primer ministro Mateusz Morawiecki.

El Ministerio de Defensa italiano afirmó que su último vuelo saldría de Kabul el jueves por la noche. Canadá también dijo que había terminado su esfuerzo de evacuación. El primer ministro francés, Jean Castex, sostuvo a la radio francesa RTL que el país ya no podrá evacuar a los ciudadanos después del viernes. El ministro de Defensa danés, Trine Bramsen, dijo el miércoles que Dinamarca ya había realizado su último vuelo de evacuación y que ya no era seguro entrar y salir de Kabul.

Después de las explosiones, Reino Unido emitió un aviso advirtiendo a los vuelos británicos que eviten el espacio aéreo afgano por debajo de los 25.000 pies (7.620 metros), lo que complica aún más las evacuaciones, dijo el secretario de Estado de Transporte, Grant Shapps, en Twitter.