En medio de la segunda fase de la invasión rusa, los moldavos habían comenzado a ver con desconfianza el avance del Kremlin, luego de que un general ruso declarase el viernes pasado que se pretendía “una vía a Transnistria”, a través del sur de Ucrania. El territorio, con estatus especial de autogobierno, pero reconocido por Chisinau como propio, cubre la frontera entre Ucrania y Moldavia.
Este martes, diversos ataques terroristas encendieron las alarmas de Europa del Este: uno dirigido al Ministerio de Seguridad de Transnistria, y dos en las antenas de una central radiofónica que transmitía radios rusas. Ningún residente resultó herido en los atentados, pero las antenas quedaron fuera de servicio. Hasta el día de hoy, luego de una guerra con Moldavia en los años 90, hay cerca de dos mil militares provenientes de Rusia en la región separatista.
Desde la presidencia de Moldavia, y su Consejo Supremo de Seguridad, se declaró “código rojo” de alarma terrorista, acusando el interés de fuerzas al interior de Transnistria de desestablilizar la zona. En dos días, el jefe de gobierno de España, Pedro Sánchez, hará una visita a Chisinau, la capital de Moldavia.
Los atentados los informaron primero las autoridades de la república autoproclamada de Transnistria: “Hubo tres ataques terroristas en Pridnestrovie. Dispararon lanzagranadas contra el edificio del Ministerio de Seguridad del Estado, y hubo dos explosiones en el centro de radiotelevisión del pueblo de Maiak. También atacaron una unidad militar en Parcani”, señalaron los portavoces del presidente de la región separatista, Vadim Krasnoselski.
El Ministerio del Interior de la república autoproclamada dio más detalles. “En la madrugada del 26 de abril se produjeron dos explosiones en el pueblo de Maiak, en el distrito de Grigoriopol: la primera a las 6.40, la segunda a las 7.05″, indicó. Hasta el momento, ninguna facción armada o Estado se ha adjudicado los atentados, y tampoco se han registrado damnificados.
Los ataques suceden a las polémicas declaraciones del general ruso Rustam Minnekayev, que afirmó el viernes pasado que uno de los objetivos de la “segunda etapa” de la invasión a Ucrania implicaba el establecimiento de un corredor hasta Transnistria. “El control sobre el sur de Ucrania es, además, una vía de acceso a Transnistria, donde hay también evidencias de que la población rusoparlante está siendo oprimida”, dijo entonces Minnekeyev, para luego ser desmentido por el mismo Kremlin, sin por eso calmar del todo a Chisinau.
Maia Sandu, la presidenta de Moldavia, declaró al respecto: “Según la información de que disponemos, los intentos de escalada están relacionados con fuerzas internas de Transnistria que quieren una guerra y están interesadas en desestabilizar la situación”. Asimismo, luego de declarar con su Consejo Supremo de Seguridad el “código rojo” de alerta terrorista, Sandu ordenó la investigación de los sucesos denunciados por las autoridades de Tiraspol, capital de Transnistria.
“Condenamos todas la provocaciones y los intentos de involucrar a Moldavia en acciones que puedan amenazar la paz en el país. Chisinau continúa insistiendo en un arreglo pacífico al conflicto de Transnistria”, declaró también la mandataria moldava.
La inteligencia militar ucraniana dijo haber interceptado un documento que muestra la preparación de las explosiones, llegando a acusar a las autoridades de Tiraspol de estar preparadas para un “ataque con granadas”, desde tres días antes de que este ocurriera. Incluso, señalaron que la presidencia de Transnistria estaba involucrada en la construcción de un búnker. La dirección principal de Inteligencia del Ministerio de Defensa de Ucrania fue más lejos aún, señalando en su perfil de Telegram que los ataques respondían a “una serie de medidas provocativas organizadas por el Servicio Federal de Seguridad de Rusia”, con miras a sembrar “pánico y ánimo antiucraniano”.
Desde Rusia no se han referido a las acusaciones, y el portavoz del Kremlin, Dmitri Peskov, aseguró que la situación en Transnistria es motivo de “gran preocupación” en Rusia, añadiendo que Moscú sigue de cerca los acontecimientos. Luego de la declaración en falso de Rustam Minnakeyev, la Cancillería indicó no ver riesgos para los rusoparlantes de la región. “Nuestra postura sigue siendo la misma. Apoyamos el arreglo pacífico del asunto de Transnistria con el respeto de la integridad territorial de Moldavia y con un estatus especial de esa región dentro de sus fronteras”, indicó el viceministro de Relaciones Exteriores rusas, Andrey Rudenko.
Desde Francia, los diplomáticos no se ven tan confiados en las buenas intenciones rusas. El ministro de Relaciones Exteriores, Jean-Yves Le Drian, ha calificado a Vladimir Putin de “belicista”, y ha mostrado preocupación “por lo que pueda pasar después”.
Transnistria, con apenas medio millón de habitantes, declaró su independencia unilateralmente en 1990, empezando así una guerra con Moldavia. Tiraspol contó con la ayuda de Moscú, y tiene en este momento dos mil efectivos “de paz” en la zona. Ucrania teme que la región sea utilizada como plataforma para nuevos ataques contra Kiev.