El 22 de febrero pasado, dos días antes de que Rusia lanzara su invasión a Ucrania, el diario The New York Times ya informaba de la estrategia del Presidente estadounidense, Joe Biden, para intentar evitar los planes del líder del Kremlin, Vladimir Putin.

En una serie de reuniones ultrasecretas celebradas en octubre, el equipo de seguridad nacional de Biden presentó información inquietante que pronto desencadenaría un enorme esfuerzo para evitar lo que podría convertirse en el mayor conflicto armado en Europa desde la Segunda Guerra Mundial. Estados Unidos no solo disponía de imágenes de los soldados en movimiento, sino también de los planes del Ejército ruso para una campaña contra Ucrania

En una de las reuniones matutinas, Biden envió a William J. Burns, el director de la CIA, a Moscú con un mensaje para Putin: sabemos lo que está planeando hacer, consignó el Times, que detalla que “el presidente de Estados Unidos tomó tres decisiones críticas respecto de las provocaciones de Rusia, a fin de impedir un conflicto armado en Ucrania”.

Según el periódico, Biden tomó tres decisiones críticas sobre cómo manejar las provocaciones de Rusia en un lapso de tres meses y medio. Al principio, el presidente aprobó una recomendación para compartir la información de inteligencia con los aliados de manera mucho más extensa de lo que era habitual.

El inquilino de la Casa Blanca también dio luz verde a una campaña de información pública “sin precedentes” contra Putin. En concreto, Biden permitió que se dieran a conocer una serie de comunicados públicos destinados a evitar que Putin empleara sus desmentidos usuales para dividir a sus adversarios.

Y cuando se disiparon las dudas de que Putin seguía acumulando fuerzas en la frontera de Ucrania, Biden aprobó el envío a ese país de más armas, incluidos misiles antitanque Javelin y el despliegue de más soldados en otros países de Europa del Este como muestra de solidaridad con Ucrania y para tranquilizar a los nerviosos aliados del flanco oriental de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN).

El mismo día que se inició la invasión rusa, la revista Time calibró así el desafío al que se enfrentaba la Casa Blanca: “Es una prueba mayor para la visión de política exterior de Joe Biden”. “Los próximos días y semanas pondrán a prueba la promesa fundamental de política exterior de Biden de restaurar el liderazgo de Estados Unidos en el mundo”, comentó la publicación.

“Esta es la prueba de Biden. ¿Podrá mantener unidas a las potencias europeas contra la agresión de Putin? ¿Puede cumplir la promesa que hizo hace un año mientras hablaba por video en la Conferencia de Seguridad de Munich de que ‘Estados Unidos ha vuelto’?”, destacó Time.

The Washington Post, por su parte, recordó que Biden conocía a los líderes europeos desde hace décadas y que parecía “muy preparado” para esta crisis. “Pero el mundo ha cambiado y su poder tiene límites”, advirtió. “(Biden) Tiene mucha experiencia en el mundo. Se ha involucrado diplomáticamente en este tema específico cuando era vicepresidente y conoce a muchos de los personajes”, dijo al periódico Brian Katulis, vicepresidente de política del Middle East Institute. “Pero no estoy seguro de que ese conocimiento y experiencia lo ayuden, en parte debido a cómo se ha desarrollado esto y cuán brutal está preparado para ser Putin”.

Putin “eligió esta guerra”

Pero el mismo 24 de febrero Biden anunció una nueva ronda de sanciones contra el Kremlin por invadir Ucrania. El mandatario acusó a Putin de “elegir esta guerra” y advirtió que Moscú asumirá las consecuencias de sus acciones. Las sanciones apuntaban contra bancos, oligarcas y los sectores de alta tecnología en Rusia.

Menos de una semana después, The Washington Post ponía su foco otra vez en rol de Biden. “En los últimos días, los líderes de las capitales europeas, no Washington, han tomado la iniciativa pública en muchas de las acciones más duras diseñadas para persuadir a Putin de que detenga su invasión”, escribió su reportero en la Casa Blanca, Matt Viser.

Pero el propio periódico, citando a funcionarios del gobierno, precisó que “mientras Rusia preparaba su ataque, Biden participó en una diplomacia discreta con los aliados europeos, y en las últimas semanas los ha alentado a tomar medidas”. “Evitan el inconveniente político de tener la opinión de que de alguna manera el hermano mayor está acorralando u obligando a los socios menores a cumplir sus propias órdenes”, dijo Aaron David Miller, diplomático veterano y miembro principal de Carnegie Endowment for International Peace. “No son solo Joe Biden y Estados Unidos los que llevan la carga”, enfatizó.

No conforme con las sanciones contra Moscú, el Presidente de Ucrania, Volodymyr Zelensky, ha lamentado la decisión “deliberada” de la OTAN de no establecer una zona de exclusión aérea en el país, a pesar de la invasión de las tropas de Rusia.

Y es que Biden ha sido categórico al momento de referirse a la ayuda militar a Kiev. Ya a principios de febrero dijo a NBC News que no consideraría ningún escenario que incluyera el envío de tropas estadounidenses para evacuar a los estadounidenses en Ucrania. “No lo hay. Eso es una guerra mundial si los estadounidenses y Rusia empiezan a dispararse mutuamente”, señaló.

“Biden diluyó nuestra fuente más importante de influencia en esta crisis”, dijo Ian Brzezinski, exfuncionario del Pentágono bajo el mandato del Presidente George W. Bush, a The New York Times a principios de ese mes.

Según las encuestas realizadas en el período previo a la invasión rusa, los estadounidenses desconfiaban de la intervención de Estados Unidos en el conflicto. Así lo dejó de manifiesto un sondeo de AP-NORC, según el cual solo el 26% de los norteamericanos creía que su país debería desempeñar un papel importante en la situación entre Rusia y Ucrania. Alrededor de la mitad, el 52%, dijo que debería desempeñar un papel menor, y otro 20% que no debería desempeñar ningún papel.

En esa línea, Biden enfatizó en su discurso del Estado de la Unión, el 1 de marzo, que las tropas estadounidenses no lucharían en el terreno. “Permítanme ser claro: nuestras fuerzas no están participando y no participarán en el conflicto con las fuerzas rusas en Ucrania”, dijo.

Advertencia a China

Pero otra preocupación apareció en el horizonte para Biden. El 14 de marzo, varios medios estadounidenses aseguraron que Rusia había solicitado a China apoyo militar y asistencia económica, incluso drones, para la invasión de Ucrania, y citaron como fuentes a funcionarios de EE.UU. Durante la misma jornada, el portavoz del Kremlin, Dmitry Peskov, contestó con un rotundo “no”.

China también negó esas informaciones. “Es completamente falso, es pura desinformación. China ha expuesto su posición sobre la crisis en Ucrania de forma clara y consistente. Jugamos un papel constructivo y evaluamos la situación de manera imparcial e independiente. Denigrar la posición de China no es algo aceptable”, dijo el portavoz de la Cancillería china, Zhao Lijian.

De todos modos, Biden avisó el viernes pasado a su homólogo chino, Xi Jinping, de que si ayuda a Rusia en su guerra contra Ucrania tendrá que asumir las “consecuencias”, en una reunión por videoconferencia que duró casi dos horas en la que Beijing no parece haber dado señales de sumarse a la condena a la invasión, según consignó Deutsche Welle.

En paralelo, Biden elevó el tono contra Putin, llamando por primera vez al líder del Kremlin como “criminal de guerra”, un calificativo que encontró respuesta inmediata en Moscú. “Consideramos inaceptable e imperdonable semejante retórica por parte del jefe de un Estado cuyas bombas mataron a centenas de miles de personas en todo el mundo”, dijo Peskov. “Los comentarios del presidente hablan por sí solos”, comentó después la secretaria de prensa de la Casa Blanca, Jen Psaki, asegurando que Biden estaba “hablando desde el corazón”.

La dureza del ataque contra Ucrania había atronado ese 16 de marzo en Washington. Zelensky pronunció por la mañana un emotivo discurso por videoconferencia ante el Congreso de Estados Unidos invocando el recuerdo del ataque de Pearl Harbor y de los atentados del 11-S para pedir más ayuda ante el ataque ruso. Biden anunció después la entrega de una partida adicional de US$ 800 millones en material militar -incluidos drones- y denunció que Putin estaba provocando en Ucrania “una devastación espantosa”, con bombardeos sobre edificios de viviendas y hospitales. Con la nueva partida financiera, Washington elevó a US$ 1.000 millones su aporte en ayuda a la defensa ucraniana.

“Tan fuerte y unida como nunca”

La gravedad de la crisis ucrania hizo que Biden realizara este miércoles su primer viaje a Europa desde que Putin inició la guerra contra Ucrania. El mandatario llegó a Bruselas para participar ayer en las cumbres de emergencia de la OTAN, el G7 y la UE.

Previo al inicio de la cumbre de la OTAN, Biden afirmó en un comunicado que la alianza está “tan fuerte y unida como nunca” y prometió seguir apoyando a Ucrania. A la par, el secretario general de la OTAN, Jens Stoltenberg, hizo una sombría advertencia sobre que la alianza debe reforzar sus defensas para hacer frente a la invasión rusa en Ucrania y “responder a una nueva realidad de seguridad en Europa”.

Durante la cumbre de ayer, la OTAN decidió activar sus defensas contra ataques con armas químicas, biológicas y nucleares ante las amenazas de Moscú. “Responderíamos. Responderíamos si las usa”, dijo Biden durante una conferencia de prensa cuando se le preguntó sobre una posible respuesta si Putin emplea armas químicas en Ucrania. Señaló que “la naturaleza de la respuesta dependería de la naturaleza del uso”.

Asimismo, los aliados interpelaron directamente a China en su comunicado final para que se abstenga “de dar a Rusia cualquier tipo de apoyo en la guerra y ayudarle a evitar las sanciones”. Hablando en una conferencia de prensa en Bruselas, Biden describió una “conversación muy directa” que tuvo el viernes con el Presidente Xi Jinping. “No hice amenazas, pero señalé la cantidad de corporaciones estadounidenses y extranjeras que se han ido de Rusia como consecuencia de su comportamiento bárbaro”, dijo Biden.

Zelensky, por su parte, pidió ayer a la OTAN “ayuda militar sin restricciones” para que su país pueda enfrentarse al Ejército ruso, que ahora Kiev combate “en condiciones desiguales”, afirmó.

Elevando el tono contra el Kremlin, Biden respondió con un sí cuando fue consultado por si cree que se debe expulsar a Rusia del G20. ”Hoy hablamos de eso. Y planteé la posibilidad de que si no se puede hacer eso (expulsar a Rusia del G20), si Indonesia (país anfitrión de la próxima cumbre) y otros no están de acuerdo (...), tendríamos que permitir que Ucrania también pueda asistir a las reuniones”, añadió el presidente.

Rusia confirmó precisamente este miércoles la intención de Putin de asistir a la cumbre del G20 en Indonesia a finales de este año y por ahora el país anfitrión ha mantenido su invitación a ese líder a pesar de su invasión de Ucrania. China se pronunció este miércoles en contra de una exclusión de Rusia de la próxima cumbre del G20. “Rusia es un importante país miembro (del G20) y ningún miembro tiene derecho a expulsar a otro país”, dijo a la prensa el portavoz de la diplomacia china, Wang Wenbin.

El G7 de las economías más avanzadas se declaró ayer listo para adoptar “sanciones adicionales” contra Rusia por la invasión a Ucrania. En una declaración adoptada luego de una breve cumbre en Bruselas, el G7 aseguró, además, que “no escatimará esfuerzos” para que Putin, así como los “arquitectos y personas que lo apoyan en esta agresión”, sean responsabilizados.

100.000 refugiados

Aprovechando el viaje de Biden a Europa, EE.UU. anunció ayer que está dispuesto a “acoger a hasta 100.000 ucranianos y otras personas que huyen de la agresión de Rusia”. También se informó que desbloqueará “más de US$ 1.000 millones en financiamiento adicional” para reforzar la ayuda humanitaria en Ucrania y también para hacer frente a los “graves impactos” del conflicto en otras partes del mundo, como “el claro aumento de la inseguridad alimentaria”.

Más de 3,5 millones de personas han huido de Ucrania en las últimas semanas, incluidos más de dos millones llegados a Polonia. El asalto de Rusia a Ucrania también ha expulsado a más de la mitad de los niños del país de sus hogares, dijo ayer la agencia de la ONU para la infancia, calificándolo como uno de los mayores desplazamientos de niños desde la Segunda Guerra Mundial.

Además, Washington anunció sanciones contra la Duma (Cámara Baja del Parlamento ruso) y contra 400 figuras y empresas cercanas a Putin, entre ellos 328 legisladores y 48 “grandes empresas públicas” de defensa de Rusia.

En la víspera de las cumbres de ayer en Bruselas, Michael McFaul, embajador de Estados Unidos en Rusia bajo la administración de Obama, dijo a NBC News que “se sentirá muy plano” si tras esta reunión “gigante” de la OTAN, “la alianza más poderosa del mundo”, “el único resultado es una declaración de solidaridad”. “Eso no parecerá un movimiento fuerte”, comentó. “Eso será desmoralizador para Zelensky y edificante para Putin”.

“Creo que Biden querrá hacer todo lo posible para elogiar a la alianza por la unidad que ha mostrado y tratar de garantizar que la unidad continúe”, señaló, por su parte, James Goldgeier, miembro visitante del Centro sobre Estados Unidos y Europa de la Institución Brookings. “Cuanto más dure la guerra, más posibilidades hay de que surjan diferencias, por lo que querrá usar este viaje para mantener esta alianza unida”.

Pese a las medidas adoptadas por Biden, un nuevo sondeo muestra que el apoyo de los estadounidenses a su liderazgo no se ha incrementado por el momento. Las preocupaciones sobre Rusia han crecido y el apoyo a que Estados Unidos adopte un papel importante en el conflicto ha subido en el último mes, pero la desaprobación por la labor de Biden no ha remitido, según una encuesta publicada ayer por The Associated Press-NORC Center for Public Affairs Research. Pocos tienen mucha confianza en que pueda gestionar una crisis y la mayoría cree que le falta firmeza a la hora de tratar con Moscú.

Apenas el 43% de los estadounidenses da su aprobación a Biden y un porcentaje similar aprueba su gestión de las relaciones con Rusia. Ambas cifras guardan pocas diferencias con el sondeo de AP-NORC realizado unos días antes de la invasión del 24 de febrero.

Apenas un cuarto tiene mucha confianza en que el presidente tenga la capacidad de gestionar una crisis, defender la posición de Estados Unidos en el mundo o dirigir de forma eficaz el Ejército estadounidense, aunque la mayoría tiene al menos algo de confianza. El 56% de los estadounidenses cree que Biden no ha sido lo bastante duro con Rusia, mientras que el 36% cree que su estrategia es “más o menos buena”.