Este jueves, la primera ministra italiana Giorgia Meloni aterrizó en Washington para reunirse con Joe Biden, en un encuentro donde las delegaciones norteamericanas e italianas tienen un punto de tope: China, y la participación del país europeo en el proyecto de “La Franja y la Ruta” (BRI) o también conocida como “La Nueva Ruta de la Seda”.

El acuerdo de Roma con Beijing, que fue suscrito en 2019, sorprendió en su entonces a Estados Unidos y a Europa, y hoy, de una manera menos que más sutil, Washington está presionando para que Meloni revierta la decisión tomada hace cuatro años.

Aunque los temas que tienen por discutir Biden y Meloni incluyen la guerra en Ucrania y la situación económica de Túnez, país de donde vienen muchos migrantes que llegan a Italia, la situación china es el punto número uno en la tabla. La decisión para Roma no es fácil, ya que en caso de no renovar el acuerdo con Beijing, esto podría acarrear importantes represalias comerciales.

La primera ministra italiana, Giorgia Meloni, es recibida por el presidente del Comité de RR.EE. del Senado, Bob Menéndez, y el líder de la mayoría en el Senado, Chuck Schumer, a la derecha, antes de un almuerzo en el Capitolio, el 27 de julio de 2023. Foto: AP

Italia está siendo presionada para mantener o salirse de La Franja y la Ruta, y ambos lados tienen argumentos para eso. Al mismo tiempo, en la Unión Europea empiezan a hacerse iniciativas para promover el “de-risking”, un plan para reducir la dependencia económica de China. Si Italia se saliera de la BRI, sería un gesto completamente alineado con Occidente.

Meloni ya tiene un plazo límite para decidir su futuro en la Nueva Ruta de la Seda: finales de este año. Ya en mayo pasado, en una visita del líder de la Cámara de Representantes Kevin McCarthy a Roma, la primera ministra declaró que aun cuando la decisión no estaba tomada, estaban prefiriendo salirse del acuerdo con Beijing. Sobre todo, debido a que el programa habría terminado ofreciendo “menos valor” del esperado por Roma.

Desde la izquierda, el Presidente de Lituania, Gitanas Nauseda; el primer ministro británico, Rishi Sunak; el Presidente Joe Biden; la primera ministra de Italia, Giorgia Meloni; el secretario general de la OTAN, Jens Stoltenberg, y el Presidente de Ucrania, Volodymyr Zelensky, posan durante una cumbre de la OTAN. en Vilna, Lituania, el 12 de julio de 2023. Foto: AP

Desde Beijing siguen atentos la reunión Biden-Meloni, y el medio estatal chino Global Times aseguró que “no es asunto de Biden” la decisión que tome o no la primera ministra italiana. “Si Italia se moviera para seguir la dirección estratégica de Estados Unidos, esto terminaría hiriendo sus propios intereses, y podría terminar dañando su autonomía en las relaciones internacionales”, aseguró en una editorial el medio oficial.

En tanto, el portavoz del Consejo de Seguridad Nacional de la Casa Blanca, John Kirby, aseguró que los planes de inversión de infraestructura de Estados Unidos eran “una buena alternativa” para las naciones amigas. “Se está volviendo cada vez más obvio que más países notan los riesgos, y muy francamente, la falta de recompensa, en sus alianzas económicas con China”, señaló.

El presidente de la Cámara de Representantes, Kevin McCarthy, da la bienvenida a la primera ministra italiana, Giorgia Meloni, en el Capitolio, el 27 de julio de 2023. Foto: AP

La historia de la entrada italiana en la “Nueva Ruta de la Seda”, el proyecto de infraestructuras chino, empieza en 2019 bajo el gobierno del premier Giuseppe Conte (2018-2021). En ese entonces, Roma impactó al mundo volviéndose el primer país del G7 en integrar la red china y la Unión Europea ya veía entonces “un rival sistémico” en Beijing. En el “memorándum de entendimiento” firmado entre Conte y Xi Jinping se incluían una treintena de proyectos de colaboración en distintos campos, desde telecomunicaciones hasta transporte.

En plena recesión técnica, Italia tenía entonces una apremiante necesidad de inversión y financiamiento, mientras que China veía en la península los puertos ideales para transportar sus productos por el Mediterráneo, además de una victoria simbólica importante al establecer su influencia en Europa.

Ya entonces las presiones de Bruselas y Washington afectaron, y si en un principio había “50 acuerdos iniciales”, Roma solo firmó 29. Además, se impidió la entrada de Huawei, que pretendía ingresar a Italia para desarrollar las redes 5G.

El Presidente chino, Xi Jinping, se reúne con la primera ministra italiana, Giorgia Meloni, en Bali, Indonesia, el 16 de noviembre de 2022. Foto: Xinhua

En una reciente columna de Jianli Yang y André Gattolin, publicada en Politico, se destaca que el ministro de Relaciones Exteriores de Italia, Antonio Tajani, considera que su país ha ganado poco con su participación en la BRI. Y las cifras avalarían su posición.

Las exportaciones de Italia a China aumentaron solo ligeramente: de 13.000 millones de euros en 2019 a 16.400 millones de euros el año pasado, mientras que las exportaciones de China a Italia crecieron de 31.700 millones de euros a 57.500 millones de euros durante el mismo período. Mientras tanto, las inversiones relacionadas con Italia y la BRI se desplomaron de US$ 2.510 millones en 2019 a solo US$ 810 millones el año siguiente, según el Centro de Desarrollo y Finanzas Verdes de la Universidad de Fudan. Y los datos de Rhodium Group muestran que la inversión extranjera directa de China en Italia se redujo drásticamente de US$ 650 millones en 2019 a solo US$ 20 millones en 2020, para luego pasar a US$ 33 millones en 2021.

La invitación a la Casa Blanca es una “cortesía común” cada vez que Italia cambia de primer ministro. El anterior, Mario Draghi (2021-2022), fue recibido por Joe Biden en 2022, mientras que Giuseppe Conte se encontró con Donald Trump en 2018. Para Meloni, de todas formas, el viaje a Washington es una forma de exigir “un puesto más grande” en la mesa de la conversación internacional.

La ultraderechista ha conseguido, hasta el momento, mostrar un apoyo total a Ucrania y enviar ayuda militar a Kiev, aun cuando en un principio sus compañeros de coalición se habrían mostrado “más cercanos” a Vladimir Putin. De todos modos, es evidente que los líderes europeos no la han “integrado” del todo, lo que tiende a frustrar al gobierno italiano, sostienen los expertos.

Un ejemplo de esto fue la crisis del Grupo Wagner, hace unas semanas, cuando Yevgeny Prigozhin y sus mercenarios marcharon camino a Moscú. En esos días, Biden sostuvo una reunión telefónica con Reino Unido, Francia y Alemania, y Meloni se sintió abiertamente excluida. Funcionarios italianos aseguran que la primera ministra va a comentar esto con Biden y pedirá ser tratada como un igual al nivel de París y Berlín.