Un día después de destituir al titular de Defensa en el marco de una amplia reforma ministerial decidida bajo críticas por su caótica gestión de la pandemia de coronavirus, el Presidente de Brasil, Jair Bolsonaro, enfrentó este martes un hecho inédito. Por primera vez en la historia brasileña, los tres comandantes de las Fuerzas Armadas presentaron la renuncia conjunta por no estar de acuerdo con el mandatario. Según el diario Folha de S. Paulo se trata de la mayor crisis militar desde 1977.

La sustitución del general Edson Leal Pujol (Ejército), del almirante Ilques Barbosa (Marina) y del brigadier Antônio Carlos Bermudez (Fuerza Aérea) fue decidida en una reunión en Brasilia, “con la presencia del ministro de Defensa, Walter Braga Netto, y el exministro Fernando Azevedo e Silva”, informó la cartera en un comunicado. Según el periódico, Braga Netto se irritó por la renuncia colectiva y anunció la dimisión de los comandantes.

“En el encuentro, todos reafirmaron que los militares no participarán en ninguna aventura golpista, pero que buscan una salida de acomodo para la crisis, la mayor en el área desde la renuncia del entonces ministro del Ejército, Sylvio Frota, en 1977, por el Presidente Ernesto Geisel”, destacó Folha.

Según el periódico paulista, el malestar por el inesperado anuncio de la salida de Azevedo e Silva, que actuó como pivote entre las ramas militares del gobierno, el servicio activo y el Poder Judicial, fue demasiado grande para los tres comandantes. “El motivo de la destitución sumaria del ministro fue lo que sus aliados llamaron superar la línea roja: Bolsonaro venía exigiendo manifestaciones políticas favorables a los intereses del gobierno y apoyo a la idea de decretar un estado de defensa para evitar los lockdowns en todo el país”, apuntó el diario.

“Bolsonaro quería que las Fuerzas Armadas se involucraran más en el gobierno. Quería declaraciones públicas de apoyo. (Azevedo e Silva) Se negó”, dijo una persona informada sobre las discusiones, señaló Reuters.

El ya exministro dijo al anunciar su salida que durante su gestión logró preservar “las Fuerzas Armadas como instituciones de Estado”. Azevedo e Silva “estaba incómodo con la necesidad de respaldar formalmente las actitudes del Presidente Bolsonaro cuando usaba al Ejército para sus actividades políticas”, escribió en el diario O Globo el columnista Merval Pereira.

Jair Bolsonaro y el comandante del Ejército, Edson Pujol, en una ceremonia en Brasilia, en abril de 2019. Foto: AFP

Fuentes citadas por Reuters dijeron que los altos mandos militares ya estaban descontentos con el papel del exministro de Salud Eduardo Pazuello, un general en activo al que se atribuye en gran parte la falta de vacunas y el escaso control de la pandemia. Bolsonaro reemplazó a Pazuello la semana pasada.

Bolsonaro enfrenta una presión creciente por parte de sus aliados en el Congreso, que piden cambios de rumbo en medio de su cuestionada gestión de una pandemia que ya mató a más de 317.000 personas en el país, con una media semanal de más de 2.600 muertos, casi el cuádruple que a principios de año.

“El Ejército está extremadamente traumatizado por la experiencia con Pazuello y decidió dejar el frente de batalla del gobierno, no solo para preservar al Ejército como una institución estatal, sino también para descartar un alineamiento (con el gobierno)”, dijo Leonardo Barreto, director de Análisis Vectorial. “El Ejército tiene muy claro que tiene mucho que perder en este proceso”, agregó.

De hecho, el general Pujol dijo en una transmisión el pasado mes de noviembre que los militares “no quieren ser parte de la política” ni que “la política entre en los cuarteles”, destacó France Presse.

“Una señal muy clara”

“No diría que veo más debilitado a Bolsonaro desde los cambios en los ministerios en el día de ayer (lunes). Seguramente los cambios que ha hecho son para intentar demostrar fuerza todavía y que tiene el control sobre cualquier inicio de crisis política institucional que pueda haber en el país”, comentó a La Tercera Paulo Afonso Velasco Júnior, cientista político de la Universidad del estado de Río de Janeiro. Sin embargo, advierte: “Lo que hemos visto hoy ya me parece algo más serio, porque al mismo tiempo los tres comandantes militares renuncian a sus puestos, lo que crea una señal muy clara de que no están de acuerdo con el cambio del ministro de Defensa”.

En declaraciones a France Presse, el analista Oliver Stuenkel aseguró que “los cambios responden a una doble lógica: primero, porque (Bolsonaro) necesita dar espacio al ‘centrão’ (partidos conservadores tradicionales), y segundo, porque se está preparando para la crisis política que podría venir y quiere estar rodeado de personas extremadamente leales, sobre todo en las Fuerzas Armadas”.

“Bolsonaro usa y abusa del apoyo de los militares para asustar y amedrentar a los políticos y quiere transformar a las Fuerzas Armadas en una fuerza auxiliar del gobierno”, comentó Merval Pereira. Incluso, se preguntó: “¿Por qué cambiar de ministro de Defensa si no es para dar un golpe?”. En ese sentido, Rodrigo Maia, diputado federal y expresidente de la Cámara Baja, dijo que “Bolsonaro se parece cada vez más a Chávez y Maduro”. “Pronto comienzan a expropiar. Y mucha gente, principalmente en la élite, piensa que es una opción contra el Partido de los Trabajadores (PT). Es mucho más que eso. Un autoritario siempre será autoritario”, afirmó.

En defensa de Bolsonaro, el vicepresidente Hamilton Mourão, un general del Ejército, descartó que haya un riesgo de ruptura institucional en Brasil. “Cero, puedes poner a quien quieras, no hay ruptura institucional. Las Fuerzas Armadas van a estar con la legalidad, siempre”, dijo en declaraciones al portal G1.

Según Velasco Júnior, “las FF.AA. son una base de apoyo importante del presidente, pero en los últimos meses ya no tiene el respaldo que tenía hace un par de años, sobre todo porque algunos comandantes importantes, e incluso generales de cuatro estrellas, están demostrando públicamente que no están de acuerdo con las posiciones nacionalistas, por ejemplo, de Bolsonaro en cuanto al Covid-19”. “Entonces, sí, es una crisis muy, muy aguda”, concluye.