Por Carlos França, ministro de Relaciones Exteriores de Brasil.
Desde que el Presidente Jair Bolsonaro me honró con la misión de dirigir el Ministerio de Relaciones Exteriores he trabajado en tres prioridades centrales: la respuesta a la pandemia, la recuperación económica y el desarrollo sostenible, incluyendo la lucha contra el cambio climático. Estamos comprometidos para que, en la Conferencia de Glasgow, COP26, alcancemos entendimientos que permitan el pleno cumplimiento de los objetivos de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático y el Acuerdo de París.
Brasil ha sido un actor esencial en el debate sobre temas ambientales desde al menos 1992, cuando fuimos sede de la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Medio Ambiente y Desarrollo Sostenible, Río 92. Hemos contribuido, en una posición de liderazgo, en la formulación de normas internacionales, particularmente para el tratamiento de los desafíos relacionados con el cambio climático.
Brasil va a Glasgow comprometido con el éxito de las negociaciones de la COP26. Tenemos, sobre la base del Acuerdo de París, una meta ambiciosa e inédita para los países en desarrollo: la reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero en un 37% para 2025 y en un 43% de aquí a 2030 (en relación con el año base 2005). A la luz de nuestras responsabilidades comunes, pero diferenciadas, nos encontramos entre los países más comprometidos en el enfrentamiento del problema climático.
Nuestra contribución nacional es aplicable al conjunto de la economía, sin la exclusión de ningún sector; se refiere a emisiones absolutas, no a factores relativos, como muchos otros países; incluye una meta intermedia para 2025, y supera, en ambición, los compromisos de la mayoría de los países desarrollados, aun cuando nuestra responsabilidad histórica sea menor.
Lo que está en juego en la COP26 es la necesidad de que los países acuerden soluciones en tres dimensiones: aumentar los canales de financiamiento para el mundo en desarrollo; priorizar acciones de adaptación ante los efectos nocivos del cambio climático, y crear oportunidades para la participación de los gobiernos y del sector privado a través de instrumentos de mercado. Solo lograremos un resultado satisfactorio si abordamos estos tres asuntos.
Nuestro principal esfuerzo busca asegurar, en la COP26, que los flujos financieros necesarios para combatir el cambio climático sean accesibles, predecibles y adecuados a las necesidades de los países más vulnerables. No podemos aceptar el incumplimiento, de parte de los países desarrollados, del objetivo con el cual se comprometieron: movilizar US$ 100.000 millones anuales para contener los efectos del cambio climático. Necesitamos obtener en Glasgow una nueva meta de financiamiento post 2025.
En cuanto a la reducción de los efectos del aumento de las temperaturas, necesitamos equilibrar las medidas de adaptación, reducir las vulnerabilidades y controlar los riesgos climáticos. Uno de nuestros objetivos en la COP26 es decidir sobre recursos adicionales para medidas de adaptación, especialmente en los países en desarrollo.
En lo que respecta a los instrumentos de mercado, Brasil ha actuado con determinación y flexibilidad en la construcción de consensos. Seguiremos trabajando para que las decisiones en Glasgow contribuyan a incrementar la ambición global en términos de reducción de emisiones y adaptación de las economías. Defendemos reglas claras y creíbles para todos los países que participan en estos mercados. Para el Mecanismo de Desarrollo Sostenible -un instrumento financiero para que el sector privado invierta en proyectos de reducción de emisiones- favorecemos una estructura de gobernanza transparente, con el fin de asegurar la integridad de las transacciones.
Brasil, repito, trabajará por el éxito de la COP26. Estamos decididos a mantener el compromiso de la diplomacia brasileña en las negociaciones climáticas, teniendo siempre presente el bienestar de nuestro pueblo. Esperamos traer de la conferencia los resultados prácticos para los más diversos segmentos de la sociedad brasileña, de las comunidades tradicionales a los trabajadores urbanos, de los agricultores familiares a los empresarios industriales, de la generación actual a las generaciones futuras. Es este sentido de responsabilidad el que guiará la actuación de Brasil en la COP26.