Además de entregar los resultados de pobreza por ingresos, la Encuesta Casen tiene como objetivo presentar la situación de pobreza medida de forma multidimensional, considerando carencias de distinta índole, como educación, salud, trabajo y seguridad social y vivienda.
Sin embargo, en el sondeo 2020 presentado esta semana no fue posible entregar una medición sintética de la pobreza multidimensional, situación que ya se había adelantado al momento de anunciarse la encuesta, debido a las limitaciones metodológicas producto de la pandemia. Pero, lo que sí fue posible medir fueron buena parte de las “carencias” que constituyen el indicador multidimensional.
En una presentación publicada el miércoles por la noche, el Ministerio de Desarrollo Social muestra las variaciones que se produjeron en estas respecto a los datos de 2017, aunque en varias se alerta que hay que mirar las cifras con cautela, tanto por la forma en que fueron tomadas como por los efectos puntuales que la situación de pandemia pudo generar en ellas. Con esa distinción, hay varios datos que de todas formas son relevantes y que dan cuenta de cambios en relación a la última medición.
Por el lado de las buenas noticias los datos muestran una baja en la carencia de malnutrición de niños y niñas -donde al menos uno de los integrantes del hogar de 0 a 6 años está con sobrepeso u obesidad, o está en desnutrición o riesgo de desnutrición-, pasando de 4,5% en 2017 a 3,3% de los hogares. Acá se indica que los datos hay que mirarlos con cautela, debido a la forma de tomarlos, ya que son autoreportados, y a la disponibilidad de información.
Otra carencia que muestra un descenso es la de escolaridad, pasando de 29,4% a 24,9%. Esta carencia afecta al 39,8% de los hogares del quintil de menor ingreso, mientras en el quinto quintil la experimenta un 4,0%.
En la dimensión de vivienda, el indicador de hacinamiento, que se entiende como el número de personas por dormitorio de uso exclusivo para dormir mayor o igual a 2,5, cayó de 6,5% a 4,8%. Ese número viene cayendo sostenidamente desde 1990. Sin embargo, el informe advierte al respecto que, “a priori, no se observan cambios en factores de mercado que podrían explicar esta importante caída, los precios de la vivienda no han disminuido, la disponibilidad de vivienda entre 2017 y 2020 siguió la tendencia de años anteriores, es más, los ingresos de los hogares se vieron fuertemente afectados producto de la pandemia. Por ello, es necesario interpretar con cautela este resultado”.
De hecho, se registró en paralelo un significativo aumento en el allegamiento interno (cuando hay presencia de hogares adicionales al hogar principal), pasando de 15,8% a 19,2%.
Por lo mismo, desde la cartera postulan que “esta caída (del hacinamiento) puede estar vinculada a distintas situaciones. Por un lado, al efecto de la acción de política pública, pero por otro, al hecho de que los campamentos no se encuentran dentro del marco muestral de la encuesta Casen, pudiendo familias más hacinadas previamente haber transitado desde una vivienda particular hacia ellos”.
Por su parte, en materia de malas noticias, se ven alzas relevantes en carencias de adscripción al sistema de salud, que pasó de 5,4% a 7,3% y en el de atención de salud, que subió de 4% a 5,9%. En ambos casos se insiste en que el levantamiento fue distinto a las versiones anteriores, por lo que las comparaciones hay que hacerlas “con resguardo”.
También el informe dice que la incidencia en la carencia en ocupación alcanzó un 13,8% de los hogares (con 7,2% de las personas), presentando un aumento de 2,4 pp., “lo que se explica por la fuerte caída de empleos que ocurrió durante 2020″. Esta carencia está en línea con el aumento en la carencia de adscripción en salud y de una pérdida de los empleos más precarios de manera más veloz.
A pesar de lo anterior, hubo una baja en la carencia de seguridad social desde 30,1% de los hogares a 22,1%, que corresponde a cuando al menos uno de los integrantes del hogar de 15 años o más que se encuentra ocupado no cotiza en el sistema previsional y no es trabajador independiente con educación superior completa. Una posible explicación para esta baja, a pesar del alza de la carencia de ocupación, es que “la población que antes estaba ocupada y no contaba con seguridad social, haya sido la primera en perder el empleo, y ante la prologada recuperación económica hayan desertado de buscar trabajo, manteniéndose ocupados aquellos que contaban con mejores condiciones laborales”, dice el estudio.
Respecto a los servicios básicos, también se observa un alza en su carencia, la que corresponde a si reside en una vivienda que no tiene acceso a agua potable procedente de red pública en el caso de áreas urbanas, o que no tiene acceso a agua procedente de red o sistema de distribución proveniente de fuentes subterráneas o superficiales, en áreas rurales. Esta carencia pasó de 6,6% en 2017 a 7,8% de los hogares en 2020.