El mercado laboral se mantuvo relativamente estable en Chile durante 2022. La tasa de desempleo del trimestre móvil octubre-diciembre del año pasado fue de 7,9%, siendo el peak de la desocupación un 8%. El promedio de todo el período fue también 7,9%.
No obstante, al compararse con los países que integran la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (Ocde), el resultado que se muestra para Chile no es tan positivo, ya que se ubica en el séptimo lugar con la tasa de desempleo más alta entre 36 naciones analizadas.
Así, de acuerdo a las cifras recopiladas por la propia entidad, el ranking de países con mayor desocupación lo encabezó España, con 12,9%, seguido por Grecia, con 12,4%; Costa Rica, con 12,2%; Colombia, con 11,2%; Turquía, con 10,5%, e Italia, con 8,1%. A continuación aparece Chile, con una tasa de desempleo de 7,9%.
Entre los cuatro países de América Latina que integran el bloque, Colombia, Costa Rica, Chile y México, sólo este último tuvo una menor desocupación, que fue de 3,3%. Chile, además, superó el promedio de la Ocde, que alcanzó a 5%.
En el otro extremo, entre los países con menores tasas de desempleo lidera República Checa, con 2,4%, escoltado por Japón, con 2,6%; Polonia, con 2,9%, y Alemania, con 3%.
Con estos datos sobre la mesa, ¿qué lectura hacen los especialistas del mercado laboral local el año pasado? Ante la pregunta, los economistas coinciden en que durante la primera parte de 2022 el mercado del trabajo se mantuvo resiliente, pero luego pasó a un estancamiento que se fue acentuando hacia la última parte del año.
Juan Bravo, director del Observatorio del Contexto Económico de la Universidad Diego Portales, dice que 2022 se caracterizó por dos elementos: “El primero, la continuación del proceso de reinserción de la población a la fuerza laboral tras los efectos negativos de la pandemia sobre la participación laboral, y el segundo, el debilitamiento de la economía que ocurrió a medida que fue avanzando el año, lo que generó una fuerte desaceleración de la creación anual de empleo”.
En ese sentido, argumenta que “durante los tres primeros trimestres de 2022 el empleo creció anualmente a un ritmo superior a la fuerza laboral, lo que permitió que la tasa de desempleo cayera respecto al año previo”. Sin embargo, acota que en “el cuarto trimestre, cuando comenzó la recesión, el empleo creció a un ritmo menor a la fuerza laboral, por lo que el mercado no logró absorber a todas las personas que se incorporaron, lo que llevó a que durante el último cuarto la tasa de desempleo aumentara respecto al año previo”.
Felipe Ruiz, economista de Bci, añade que “en 2022 el mercado laboral en Chile mostró un estancamiento”. En su análisis menciona que “se redujo el ritmo de creación de empleo, pero también la participación laboral se mantuvo contenida. Es decir, ni la demanda ni la oferta de empleo mostraron mayores cambios”.
Por su parte, para la académica de la Universidad de Los Andes, Cecilia Cifuentes, “los primeros meses del año pasado la situación del empleo siguió siendo razonablemente buena, porque todavía estaba vigente el IFE laboral, y recién hacia mediados de 2022 se empezaron a notar los efectos de la desaceleración de la actividad”.
¿La tasa de desempleo sigue siendo un termómetro válido para monitorear el mercado laboral? Esa interrogante comenzó a estar en los análisis de los economistas desde que se inició la pandemia, pues al ser una situación anormal, las personas salieron de la fuerza de trabajo y por ello, en lugar de presionar la tasa de desempleo, pasaron a estar inactivos, con lo cual el menor dinamismo que hubo no se vio reflejado en la desocupación.
Ahora, tres años después, los expertos sostienen que si bien la tasa de desempleo debe seguir monitoreándose, se tiene que complementar con otros indicadores como la creación de empleo. “La tasa de desempleo es un indicador socialmente relevante, pues nos indica qué porcentaje de quienes ofrecen sus servicios de trabajo en el mercado laboral no ha logrado insertarse en un empleo remunerado. Sin embargo, este indicador no debe ser analizado en forma aislada y debe ser complementado con la creación de empleo y su composición”, plantea Bravo.
Al respecto agrega que “durante la pandemia el indicador de tasa de desempleo estaba muy distorsionado debido a que las restricciones a la movilidad se tradujeron en que la mayoría de las personas que perdieron su empleo no pasaron al desempleo, sino que a la inactividad laboral. Sin embargo, dado que la mayoría de las personas se ha reincorporado a la fuerza laboral, este problema se ha reducido considerablemente”.
Una mirada similar tiene Cifuentes, quien afirma que “es un indicador que obviamente hay que estarlo siguiendo, es muy relevante, pero es insuficiente para analizar la situación del mercado laboral”.
Escenario para 2023
Para este año los expertos estiman que la desocupación debería subir, pero en ningún casi superar la barrera del 10%. Los economistas mencionan que hay indicadores adelantados que muestran ya un deterioro del mercado laboral. Entre ellos mencionan la caída de los avisos laborales por internet y de las vacantes.
“La creación anual de empleo se ha desacelerado significativamente y otros indicadores del mercado laboral, como la aceleración del crecimiento de despidos por necesidades de la empresa, el desplome de los avisos laborales por internet y la desaceleración del crecimiento de cotizantes de AFP, dan cuenta del impacto que está generando la recesión sobre el mercado laboral”, sostiene Bravo.
En este punto, el economista subraya que “el pronóstico es que hacia el segundo trimestre de 2023, cuando desaparezca el efecto estacional positivo y esté más avanzado el proceso de contracción económica, la tasa de desempleo se ubicará en un rango entre 9% a 10%”.
Para Ruiz, el escenario base de Bci Estudios “contempla una tasa de desempleo en torno a 9% para 2023, marcado por un bajo ritmo de creación de empleo y alguna normalización gradual en la participación laboral”. Cifuentes se suma a este análisis, puesto que señala que podría acercarse a los dos dígitos. No obstante, indica que “la principal variable a seguir será la inactividad, porque lo que puede pasar es que las personas pasen de una situación de desempleo, a una de inactividad”.