Superando los 3,3 millones de fallecidos y acumulando más de 158 millones de contagios a nivel mundial, la pandemia de Covid-19 que se originó a finales de 2019 en la ciudad china de Wuhan se ha convertido en un acontecimiento histórico.
Así, en los primeros meses de 2020, cuando era evidente que el virus cambiaría nuestras vidas para siempre, algunos museos en Estados Unidos empezaron a recolectar objetos que ayudarán a contar a las generaciones futuras cómo se ha vivido esta catástrofe.
El Instituto Smithsonian, que administra 19 museos, recolectó en marzo las ampollas de las primeras vacunas administradas contra el Covid-19 en Estados Unidos, además de parte del equipo de protección utilizado por personal de la salud de todo el país.
Sandra Lindsay, una enfermera de cuidados intensivos de la red de atención médica Northwell Health, en Nueva York, fue la primera persona en recibir la vacuna contra el coronavirus en Estados Unidos. Northwell donó al Smithsonian la tarjeta de vacunación de la enfermera, su uniforme y su placa de identificación del hospital. También entregó el frasco vacío de Pfizer/BioNTech que contenía la primera dosis de la primera vacuna aprobada y distribuida en el país.
Las donaciones se unirán a las colecciones de medicina y ciencia del museo, que incluyen el moho de penicilina de Alexander Fleming, la vacuna original contra la polio de Jonas Salk, los primeros medicamentos genéticamente modificados y los fármacos patentados del siglo XIX.
El Smithsonian -que tiene una de las colecciones de medicina más grandes del mundo- está trabajando en una exhibición exclusiva llamada “En la enfermedad y en la salud”, que mostrará los esfuerzos de los estadounidenses para contener, controlar y curar enfermedades. Así, la exposición mostrará artefactos desde herramientas de vacunación e instrumentos de diagnóstico del siglo XIX, hasta implantes cardíacos, tecnologías para obtener imágenes, y objetos de la campaña mundial de erradicación de la viruela (1966-1980) y la pandemia de Covid-19.
En enero de 2020, incluso antes de que la Organización Mundial de la Salud (OMS) declarara el virus como una pandemia, el instituto pidió a los estadounidenses que donaran objetos que mostraran cómo el Covid-19 había afectado sus vidas.
Tres meses después, el museo formó un grupo de trabajo de recolección de respuesta rápida para documentar los eventos científicos de la pandemia, así como sus efectos y las respuestas en las áreas de negocios, trabajo, política y cultura.
“Con este tipo de artefactos, podemos comprender mejor el pasado y sentir más empatía por lo que la gente ha vivido”, explicó a Folha de S. Paulo la curadora Alexandra Lord, una de las personas detrás de esta iniciativa, que está programada para 2022.
Lord explicó al diario brasileño que los objetos recolectados ilustran las condiciones en las que trabajaba el personal sanitario, y cómo muchas veces era necesario improvisar a falta del equipo necesario.
La funcionaria del instituto estima que han recibido más de 500 ofertas de donación de objetos desde que pidieron la contribución de la población.
El Smithsonian no es el único museo estadounidense que tomó esta iniciativa. Además de algunos países europeos que han iniciado proyectos similares, la Asociación Histórica de Nueva York -que empezó a recolectar objetos contemporáneos después de los ataques terroristas del 11 de septiembre de 2001- siguió los pasos del instituto con sede en Washington D.C.
Las mascarillas están entre los artículos más donados, que serán expuestas junto a fotos de la ciudad vacía durante el confinamiento. Además, se mostrarán elementos que registren cómo las empresas debieron adaptarse a la pandemia. Por ejemplo, botellas de alcohol gel producidas por compañías que solían fabricar bebidas.
Parte del desafío de estas exposiciones es que la pandemia va cambiando cada semana. Si en un principio la intención de quienes propusieron la iniciativa era registrar la vida bajo un confinamiento, ahora es mostrar cómo se está llevando a cabo la vacunación.
El Museo del Condado de Ventura, en California, también está intentando guardar un registro de la pandemia, y cerca de 50 personas han hecho donaciones hasta el momento. “Queremos comprender cómo ha cambiado la vida de las personas”, dijo a Folha la directora de la biblioteca local, Deya Terrafranca.
“El gobierno tendrá todas las estadísticas, sabremos cuántas personas se contagiaron y cuántas murieron. Pero ¿cómo sabemos qué hacía la gente en casa? ¿Cómo han cambiado las cosas simples, como una lista de compras?”, se preguntó Terrafranca.