Aunque la OPEP+ cumplió con las estimaciones, al mantener a partir de noviembre el alza de 400.000 barriles diarios, los mercados no quedaron conformes con la resolución. Así la jornada de ayer el WTI alcanzó un máximo de 7 años, al registrar un alza de 2,77% y cerrar en US$77,49, mientras que el Brent, que subió 2,48%, se consolidó por encima de los US$ 80, al quedar en US$81,2.
Este escenario ya era previsible, de acuerdo al análisis de Goldman Sachs, que la semana pasada advertía sobre el acotado margen del cartel petrolero para contener la crisis energética que se configura a nivel mundial.
“Este déficit no se revertirá en los próximos meses , en nuestra opinión, ya que su escala abrumará tanto la voluntad como la capacidad de la OPEP”, se lee en el reporte del equipo liderado por Damien Courvalin, jefe de investigación de energía en el banco de inversiones, donde elevaron sus perspectivas a tres meses desde US$80 el barril a US$90 en el caso del Brent y desde US$77 a US$87 en el del WTI.
Para Morgan Stanley la situación también es compleja, considerando que “los precios del petróleo se han desconectado del costo marginal del suministro”, marco en el que los valores del crudo “están viajando al nivel en el que comienza la destrucción de la demanda, que estimamos en US$ 80″.
Primeras muestras del impacto
En este escenario cada país enfrenta sus propios dramas. En Chile, Michelle Labbé, economista de Dominus Capital, anticipa que - si las cosas se mantienen tal como están - se pueden prever alzas semanales de 6 pesos en las gasolinas, de manera que se superaría de aquí a fin de año el umbral psicológico de $1.000.
Ante esas perspectivas, destaca que “cualquier intento que haga el gobierno por intervenir (por ejemplo como lo hizo con la última modificación del Mepco), generaría es un costo gigantesco, cuando ya no tiene más recursos”.
Pero más allá de los precios, ya hay países que son testigos del cómo la crisis energética deja huella en sus economías en recuperación postpandémica. El viernes la zona euro informaba un aumento del Índice de Precios del Consumidor de 3,4% en septiembre, el salto más pronunciado en 13 años cuya responsabilidad recae en la energía.
En tanto China informaba un día antes que en septiembre sufrió la primera contracción de su manufactura desde febrero de 2020, en pleno peak de la pandemia, lo que de acuerdo a su Oficina Nacional de Estadística obedeció, principalmente, a la débil confianza entre las empresas de los sectores de alto consumo energético.
El gigante asiático además de hacer frente al alza de los precios del crudo, enfrenta dificultades por los cortes energéticos con los que Beijing ha sancionado a quienes no cumplieron con la reducción del 3% en la utilización de energía por unidad de producto, que establecieron las autoridades.
“Los apagones han generado un problema bastante grande a nivel mundial, no solo por lo que China deja de venderle al resto, sino porque el resto tampoco puede seguir vendiendo porque les faltan los chips, los autos, etc.”, indica Labbé. “Esto genera un círculo que frena la economía en forma muy importante. Puede sufrir un frenazo y por otro lado impulsa la inflación que ya es alta en el mundo”, destacó.
Así, los problemas suman y siguen. En el Reino Unido el gas se dispara, empujando el petróleo, debido a su incomoda posición al final del tuvo de gas ruso y con menos poder de negociación al estar fuera de la Unión Europea.
Dentro del bloque, Francia pidió a Moscú que comprometiera más producción y en Estados Unidos la Casa Blanca solicitó en agosto que la OPEP+ hiciera su contribución a la estabilidad económica mundial, con una mayor producción de crudo.
Bases temporales y estructurales del alza
Antero Alvarado, socio de la consultora regional Gas Energy Latin America, plantea que “hay una recuperación de la economía a nivel mundial, tras el control del contagio de la variante Delta, que manda una señal sobre un posible retorno a una normalidad precovid, es decir, con niveles de consumo de crudo previos a la pandemia. Entonces, vemos que la demanda va a ir subiendo, mientras que la oferta de crudo esta lenta por distintos factores”, indica a PULSO.
La economista de Dominus Capital comparte el análisis sobre un rezago ente demanda y oferta, detallando que “si no se han realizado las inversiones (para aumentar la producción), vamos a tener un periodo de precios más altos por bastante tiempo, porque las inversiones no son rápidas”.
Asimismo, Goldman Sachs sostuvo en un reporte que “si bien durante mucho tiempo hemos mantenido una visión alcista del petróleo, el déficit actual de oferta y demanda mundial de petróleo es mayor de lo que esperábamos, con la recuperación de la demanda mundial del impacto de Delta incluso más rápido que nuestro pronóstico de consenso anterior y con la oferta global que permanece por debajo de nuestro previsiones de consenso”.
Sin embargo, esto va más allá de los desajustes propios de cada etapa del ciclo pandémico. Uno de los elementos que adiciona presión al valor del crudo son los huracanes. Ida ya generó suspensiones en la producción, que contrarrestaron el incremento de la producción definida a fines de agosto, de acuerdo a Goldman Sachs, y más estaría por venir.
“Está el huracán (Sam) que algunos dicen que va a llegar a categoría 5, lo que sería bien desastroso y por lo tanto genera mucho riesgo en el mercado de los hidrocarburos, tanto por el golpe sobre las plataformas en el mar como las refinarías en la costa”, indica Labbé.
Y siguiendo en el ámbito del clima, Francisco Blanch, jefe global de commodities de Bank of America, añade que “si el invierno (boreal) resulta ser mucho más frío de lo normal, la demanda mundial de petróleo podría aumentar de 1 a 2 millones de barriles diarios. Bajo este escenario, el déficit del mercado petrolero este invierno podría superar fácilmente los 2 millones de barriles diarios”, sostiene en un informe a los clientes del banco.
Otros hidrocarburos envueltos en la crisis
Los futuros con más volumen de transacciones, según Bloomberg, han experimentado un incremento de los precios de 103% en el caso del gas natural y de 96% en el carbón durante el año. Alvarado destaca que “son todos los hidrocarburos los que forman parte de la racha alcista”, lo que deja al crudo enredado en un círculo vicioso. “A medida que otros precios de la energía, como el gas natural y el carbón, siguen subiendo, los riesgos al alza para el mercado del petróleo han comenzado a acumularse”, sostiene Blanch.
El experto de BofA detalla que en el caso del gas natural “los inventarios de almacenamiento de Estados Unidos permanecen por debajo de lo normal con el invierno acercándose rápidamente, mientras que la oferta y la demanda no han respondido a los precios más altos”.
Además detalla que “el suministro de gas se ha visto limitado por la nueva disciplina de capital de la industria de exploración y producción, mientras que los retiros de carbón han limitado el impacto del cambio de gas a carbón en el lado de la demanda”. Desde su punto de vista, “con los inventarios de almacenamiento en un déficit del promedio de 5 años y menos elasticidad de las palancas tradicionales de oferta y demanda, el riesgo de cola alcista este invierno ha aumentado”.
La situación del viejo continente contribuye a las tensiones. “El invierno europeo del año pasado fue frío y largo, lo que hizo que aumentara la demanda por gas natural para calefacción. Eso generó que se les acabaran las existencias que tenían que reponerse durante el verano, lo que no consiguieron”, relata Labbé, mientras consigna que “todavía están con inventarios bajos de gas, en circunstancias de que ya llegó el otoño para ellos. Eso ha generado una sensación de riesgo y, como el petróleo es sustituto del gas, vemos presiones ahí también”.