Crisis migratoria en la frontera de México y Estados Unidos complica al gobierno de Biden
Miles de migrantes, principalmente de Haití y países centroamericanos, han llegado hasta la frontera para poder entrar a Estados Unidos. Las autoridades de Washington y México han comenzado a deportar a los ciudadanos haitianos, situación que ha generado críticas de organismos internacionales.
“¿Qué le podemos dar a nuestra familia? No podemos hacer nada por nuestra familia aquí. No hay nada en este país”, dice a la agencia The Associated Press, Orélien, uno de los cientos de migrantes a quienes Estados Unidos empezó a deportar a Haití el domingo. Muchos de ellos abandonaron el país caribeño luego del devastador sismo de 2010 y ahora están preocupados sobre cómo encontrarán empleo y vivienda, y la forma en que mantendrán a su familia en una nación de más de 11 millones de habitantes, donde alrededor del 60% gana menos de US$ 2 al día.
A las medidas tomadas por Estados Unidos se suman las de México, que también ha comenzado a retirar por vía terrestre y aérea a los migrantes haitianos acampados en la frontera con Estados Unidos. Esto en momentos en que un enorme campamento de refugiados en una pequeña localidad fronteriza de Texas se erige como un desafío humanitario y cada vez más político para el Presidente estadounidense, Joe Biden.
“Un amigo mío me dijo que cruzara aquí. Escuché que era más fácil”, dijo Mackenson, un haitiano de 25 años que conversó con el diario The New York Times. Él y su esposa embarazada habían viajado desde Tapachula, México, cerca de la frontera del país con Guatemala, donde habían estado viviendo después de paradas anteriores durante los últimos tres años en Chile, Bolivia, Perú y Panamá. “Nos tomó dos meses llegar aquí a pie y en bus”.
Esta semana, la pareja se unió a aproximadamente otros 14.000 migrantes que se han sumado a la comunidad fronteriza de Del Río, en Texas. Un aumento de población que además de abrumar a los funcionarios locales y a las autoridades, se produce en medio de un asombroso aumento en los cruces fronterizos este año.
Jean Demezier, haitiano radicado en Chile y presidente de la fundación Timounyo, señala a La Tercera que la situación en la frontera entre Estados Unidos es “lamentable, debido a las circunstancias de acá y de Haití”.
“He podido hablar con algunas personas que están en Texas en la frontera y me cuentan lo que está pasando y los maltratos que han sufrido allá. Lo que pasa es consecuencia de esto: hay haitianos que llevan aquí en Chile esperando tres o cuatro años sus papeles (para regularizar su situación migratoria) y ante eso se van de Chile. Es mucha plata la que gastan en todo eso. En este momento tengo a una familia entera con dos guaguas, una de un año y medio y la otra de ocho meses, y se fueron la semana pasada. Y hay más familias”, explica Demezier.
“La única forma que tienen ellos es salir de Chile, pasar por México y de ahí a Estados Unidos. Antes de llegar a México tienen que pasar por nueve ciudades. Lo más peligroso es lo que ocurre entre Colombia y Panamá, hay muchas personas que mueren en ese trayecto. Se van desde el norte de Chile y de ahí a Perú o Bolivia. Por cada persona que va hasta México, mínimo hay que tener tres a cuatro millones de pesos. No pueden ir como turistas a Estados Unidos desde Chile, porque necesitan tener la residencia definitiva. Y en México se necesita visa”, agrega.
El aumento de la migración haitiana comenzó meses después de que el Presidente Biden asumiera el cargo en enero pasado, ello luego de que rápidamente empezara a revertir las políticas de inmigración más estrictas del expresidente Donald Trump, lo que fue interpretado por muchos como una señal de que Estados Unidos sería más acogedor con los migrantes. En mayo, el gobierno extendió el estatus de protección temporal a los 150.000 haitianos que ya vivían en el país. Pero decenas de miles han intentado cruzar a Estados Unidos desde entonces, a pesar de no calificar para el programa.
“La información falsa, la desinformación y los malentendidos podrían haber creado una falsa sensación de esperanza”, dijo a The New York Times, Guerline M. Jozef, directora ejecutiva de Haitian Bridge Alliance, una organización que trabaja con migrantes.
El mandato de Biden también ha coincidido con un fuerte deterioro de la estabilidad política y económica de Haití, dejando partes de su capital bajo el control de pandillas y obligando a decenas de miles a huir de sus hogares. El asesinato del Presidente de Haití, Jovenel Moïse, en julio pasado, y un terremoto de magnitud 7,2 en agosto solo han agregado ingredientes a la crisis y gatillado que más personas decidan abandonar el país. Poco después del magnicidio, cientos de haitianos acudieron en masa a la embajada de Estados Unidos en Puerto Príncipe, muchos con maletas y niños pequeños, luego de que se difundieran falsos rumores en redes sociales de que el gobierno de Biden estaba entregando visas humanitarias a haitianos necesitados.
El secretario de Relaciones Exteriores de México, Marcelo Ebrard, dijo el martes que había discutido la situación de los haitianos con su homólogo estadounidense, el secretario de Estado Antony Blinken. Ebrard manifestó que la mayoría de los haitianos ya tenían estatus de refugiado en Chile o Brasil, y que no lo buscaban en México. “Lo que están pidiendo es que se les deje libre paso prácticamente hacia Estados Unidos”, dijo.
En conversación con la agencia The Associated Press, funcionarios del gobierno mexicano señalaron que el plan era trasladar a Tapachula a todos los haitianos que habían solicitado asilo en México, debido a que la mayoría de ellos habrían presentado sus solicitudes en esa ciudad del estado de Chiapas y sólo pueden permanecer legalmente en México mientras su caso es procesado. Los migrantes haitianos que ya se encuentran en los centros de detención de México y no han solicitado asilo serán los primeros en ser enviados a Haití una vez que el gobierno mexicano empiece a realizar esos vuelos.
Decenas de migrantes molestos por haber sido deportados a Haití trataron de subir nuevamente a un avión que aterrizó el martes por la tarde en Puerto Príncipe mientras les gritaban a las autoridades, indicó The Associated Press. Un guardia de seguridad cerró la puerta del avión a tiempo mientras algunos de los deportados comenzaban a arrojar piedras y zapatos contra la aeronave. Varios de ellos perdieron sus pertenencias en la trifulca luego de que llegó la policía. El grupo desembarcaba uno de los tres vuelos programados para la jornada.
En una visita el martes a la ciudad de Del Río, el gobernador republicano de Texas, Greg Abbott, dijo que el máximo funcionario del condado le comentó que el conteo más reciente era de unos 8.600 migrantes en el sitio. Continuó criticando al gobierno de Biden y expresó escepticismo en que se despeje el área pronto. “Ellos no han mostrado tener la capacidad para procesar a esos migrantes para el final de la semana”, afirmó Abbott. “Lo único que han mostrado es una incapacidad para lidiar con la crisis, inocentemente, por la forma en que pretenden (solucionarla), que ni siquiera existe. Estamos aquí para decirles a ustedes que es un caos total y que el gobierno de Biden tiene que tomar acciones contundentes”.
Las expulsiones expeditas fueron posibles por una orden (llamada Título 42) relacionada con la pandemia de coronavirus que fue implementada por el expresidente Donald Trump en marzo de 2020, la cual permite que los migrantes sean retirados inmediatamente del país sin darles la oportunidad de solicitar asilo. Biden eximió de la orden a los menores que viajan sin compañía de un adulto, pero el resto aún está sujeto a ella. Cualquier haitiano que no sea expulsado está sujeto a las leyes de inmigración, que incluyen el derecho de solicitar asilo y otras formas de protección humanitaria. Las familias son liberadas rápidamente en Estados Unidos debido a que el gobierno generalmente no puede detener a menores de edad.
Duras críticas
Anayeli Flores, responsable de asuntos humanitarios de Médicos Sin Fronteras (MSF), señala que el Campamento La Plaza de la República en Reynosa -ciudad en la frontera de México y Estados Unidos- comenzó a formarse en marzo, cuando el ritmo de las expulsiones de personas migrantes desde Estados Unidos, a través del Título 42, superó la capacidad de los únicos dos albergues para migrantes que existen en la ciudad para recibirlas. Actualmente se estima que unas dos mil personas se encuentran en el lugar.
En este recinto hay apenas 18 sanitarios públicos disponibles, uno por cada 110 personas, aproximadamente. Quien quiera bañarse o lavar la ropa debe pagar 10 pesos mexicanos (medio dólar) para usar las duchas por máximo 10 minutos. MSF indica que es muy difícil mantener el distanciamiento social requerido durante la pandemia.
“Y todo estaría mucho peor si no fuera por la sociedad civil, que ha provisto agua potable, sanitarios, ropa, alimentos, colchonetas, carpas, medicina y consultas médicas, tratando de aliviar el sufrimiento de estas personas”, explica Anayeli Flores.
“Ni el gobierno mexicano ni estadounidense brindan apoyo, pese a que sus políticas restrictivas son las que condenan a las personas migrantes a estas condiciones de vulnerabilidad, violando el derecho internacional a solicitar refugio. El resultado es lo que estamos viendo: una grave situación humanitaria en este momento”, añade.
El Alto Comisionado de la ONU para los Refugiados (Acnur) ha tildado de “deplorable” la situación en que se encuentran unos 14.000 migrantes y refugiados -en su mayoría haitianos- en Texas y ha instado a las autoridades de Estados Unidos a cumplir con sus obligaciones internacionales y no emprender devoluciones en masa.
El jefe de Acnur, Filippo Grandi, reconoció estar “impactado” por las escenas que se están viviendo en la localidad de Del Río, donde han recalado miles de personas que han emprendido “arduos viajes” desde distintos países del hemisferio occidental. El hostigamiento por parte de agentes fronterizos a los migrantes que intentan cruzar desde México ha hecho que tanto la ONU como diversas ONG cuestionen las políticas que se estarían aplicando en este caso y el propio Grandi ha apuntado que, al margen de cualquier otra consideración, es necesario respetar los derechos humanos y el derecho internacional.
“El gobierno de Estados Unidos debería suspender sus vuelos de expulsión a Haití por motivos humanitarios. La inseguridad que vemos hoy en Puerto Príncipe es la peor que hemos visto en décadas. Los grupos armados se han apoderado de forma efectiva de amplias zonas de la capital y sus ataques han obligado a miles de personas a huir de sus hogares. Más de la mitad de los pacientes que llegan a nuestro hospital de Tabarre, en Puerto Príncipe, han sufrido heridas de bala potencialmente mortales, a menudo por armas de fuego de alta potencia que han proliferado por toda la ciudad”, indicó en un comunicado Avril Benoît, directora ejecutiva de Médicos Sin Fronteras en Estados Unidos.
“Es inconcebible devolver a los migrantes contra su voluntad a una situación de incertidumbre y que los pondría en peligro de muerte. Además de esto, la región sur de Haití fue golpeada por un terremoto hace menos de seis semanas, dañando y generando el colapso de un sistema de salud que ya se encontraba sobrecargado. Cuando la gente lo único que busca en EE.UU. es vivir segura, subirla en aviones y obligarla a entrar en este contexto es más que inhumano”, añadió.
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