La inflación ha comenzado a ceder. Si bien de manera gradual y aún en niveles históricamente altos, ha ido retrocediendo. Si en agosto de 2022 alcanzó un peak de 14,1% en 12 meses, cerró el año pasado en 12,8% y ahora se ubica en 12,3%. Por ello, dado este escenario, ya comenzó a instalarse en el debate de los economistas cuándo es el momento adecuado para que el Banco Central (BC) comience a bajar la Tasa de Política Monetaria (TPM) que hoy se ubica en 11,25%.
Al respecto, el ministro de Hacienda, Mario Marcel, afirmó hace poco más de una semana que “el gran desafío que tiene siempre la política monetaria es que se administra sobre la base de previsiones de lo que va a ocurrir en el futuro, y donde hay que tomar las decisiones con anticipación, porque ésta actúa con rezago. Uno no puede estar esperando a que la inflación llegue a 3% para recién ahí bajar la tasa”, en una entrevista con ExAnte.
Pero, ¿qué elementos está evaluando el BC en su análisis de cuándo comenzar a relajar la política monetaria? Quienes conocen de este tipo de decisiones afirman que para un ciclo como el actual tienen que confluir cuatro hechos que deben estar en este momento en la mira del ente rector.
El primero, es que la inflación muestre señales claras de que está cediendo y en ese sentido, una barrera clave es que caiga de los dos dígitos y se ubique bajo el 10%. Los economistas han planteado que eso recién ocurriría entre mayo y junio.
El segundo factor es que las expectativas inflacionarias a 24 meses, que es lo que mira el ente rector para manejar su política monetaria, vuelvan a anclarse en 3%. Hoy sitúan en 3,5%.
Un tercer elemento es que la actividad comience a dar indicios más fuertes de desaceleración, puesto que eso llevará a que las presiones inflacionarias vayan en retirada. En ese ámbito, si bien el Imacec de diciembre cayó 1%, el mercado esperaba una contracción de hasta 2,7%, lo que da cuenta de una economía más resiliente de lo previsto. Lo mismo mostraron este martes las cifras de actividad sectorial de enero, que tuvieron un mejor desempeño, lo que ajustó las expectativas de Imacec a una menor caída, e incluso algunos analistas no descartan que sea levemente positivo.
El cuarto factor es el panorama internacional. Si bien la inflación en Estados Unidos ha anotado menores niveles, la Reserva Federal mostró su preocupación la semana pasada sobre el nivel que siguen exhibiendo los precios, por lo que no es clara la trayectoria que tenga la política monetaria en ese país.
Si bien no necesariamente tienen que darse estos cuatro factores al mismo tiempo, señalan quienes conocen la interna del Banco Central, sí al menos dos o tres de ellos, para asegurarse que la inflación no dará sorpresas negativas con registros nuevamente demasiado altos.
Las posturas y argumentos
Entre los economistas hay dos posturas: unos creen que el BC debe comenzar a bajar la tasa de interés tan pronto como en su reunión del 4 de abril, mientras que otro grupo, prevé que el Central estará en condiciones de comenzar su ciclo de reducción no antes de junio.
Entre quienes esperan que el BC comience a bajar la tasa de interés en abril, argumentan que es necesario que el ente rector dé una señal para que la actividad económica no se frene más allá del ajuste necesario para volver a los equilibrios macroeconómicos.
En este grupo se ubica el economista y consultor de empresas, Luis Eduardo Escobar, quien sostiene que la TPM está en niveles “altos, más allá de lo deseado, ya que tiene implicancias en el encarecimiento del crédito y afecta la inversión, especialmente de las pequeñas empresas”. En ese sentido, el economista plantea que “el BC podría comenzar bajando la tasa de interés de manera gradual: por ejemplo 25 puntos base en la reunión de abril”.
De esa manera, dice, el BC daría una “señal” al mercado de que no actuará con retraso y que también está preocupado por el crecimiento.
No obstante, un grupo mayoritario de economistas considera que el BC no estaría en condiciones de comenzar a bajar la tasa antes de junio, puesto que consideran que tienen que haber señales más claras de que efectivamente la inflación está en retirada y una de ellas es que efectivamente se ubique bajo los dos dígitos y que las expectativas a dos años regresen a 3%.
Alejandro Fernández, economista de Gemines, plantea distintos escenarios para que el BC pueda comenzar recortar su política monetaria. “En abril puede ser, pero parece más probable que sea en mayo. Por las fechas de las RPM, en abril solo tendrá un dato más de IPC que ahora, el de febrero, y dos de Imacec: enero y febrero. En cambio, en mayo tendrá, además, la inflación de marzo y abril, que debiera marcar el primer mes de inflación de un dígito”.
No obstante, añade que “si en abril la inflación no se ubica bajo 10%, lo más probable es que prefiera esperar a junio. Con todo, no es solo el plazo, sino la magnitud del ajuste lo que importa, y ambas son variables que el BC debe calibrar”.
Fernández comenta también que lo más importante es la evolución de la inflación, pero también la convergencia o no de las expectativas a la meta de 3%. “La evidencia sobre inercia, por la indexación y el reajuste de las remuneraciones. En mayo tendrá más información de todo y esperar un mes más es poco tiempo y se justifica para evitar apresurarse”, puntualiza.
Felipe Alarcón, economista de Euroamerica, complementa el análisis señalando que “ciertamente una actividad más resiliente no juega a favor en el control inflacionario”. Sin embargo, dice que “por ahora, creemos que en junio se iniciará un proceso de recortes de tasas que podrían ser más moderados que lo que se esperaba unos meses atrás”.
Francisca Pérez, economista de Bci, acota que “nuestras expectativas es que el BC comience a bajar tasas en junio, con datos de inflación del segundo trimestre, ya que el primer trimestre será todavía inflacionario y no da espacios para iniciar un proceso de baja de tasas”.
Lo mismo plantea Patricio Rojas, economista de Rojas y Asociados, quien ve que el BC tendrá un escenario más claro en junio. En ese mes, considera que ya habrá mayores señales sobre la convergencia inflacionaria y la desaceleración de la actividad. Por ello, plantea que es mejor que se espere hasta tener certeza de que la inflación esté bajo 10% y luego realizar bajas de magnitudes importantes.
Marco Correa, economista jefe de BICE, se suma a las voces que esperan que en junio se inicie este proceso de recortes: “Las cifras de actividad sectorial fueron mejores a las estimadas. Con esto se confirma una mayor resiliencia de la actividad local, por lo que se justifica una mantención al menos hasta junio de la tasa de interés, pues en este contexto la inflación podría tomar más tiempo para disminuir”.
Natalia Aranguiz, socia y gerente de Estudios en Aurea Group, subraya que “los últimos datos nos han llevado a examinar con mayor atención y detalle la estructura, incidencia y proyecciones de otras series de tiempo como, por ejemplo, el índice de precios al productor”. Menciona que “nuestras nuevas proyecciones apuntan a una fuerte baja de la inflación a partir del segundo trimestre de este año, por lo que esperamos mensajes con sesgos a la baja desde junio, pero bajas efectivas no antes de julio”.