Existe una suerte de regla en las presidencias recientes de Estados Unidos: si un mandatario parece estar en lo alto durante el invierno y la primavera, será en agosto, justo cuando están a punto de irse de vacaciones, cuando las cosas comiencen a ir cuesta abajo.
Le ocurrió al Presidente George W. Bush en agosto de 2005, cuando tuvo que hacer frente desde su rancho en Texas a los desafíos del huracán Katrina. También a Barack Obama, quien en agosto de 2013 jugaba golf en Martha’s Vineyard mientras luchaba con la forma de enfrentar el surgimiento del Estado Islámico. Y el Presidente Donald Trump se encontraba en Nueva York en agosto de 2017, mientras debía responder a un mitin nacionalista blanco en Charlottesville.
Biden no ha sido la excepción y tuvo que interrumpir sus vacaciones en Camp David y en su casa en Delaware debido al caótico retiro de tropas desde Afganistán, que llevó a la caída del gobierno afgano de Ashraf Ghani el 15 de agosto pasado, la llegada de los talibanes al poder y posteriormente el atentado que le costó la vida a 13 marines y 170 afganos en Kabul. La Casa Blanca dijo el lunes que aproximadamente 1.200 personas fueron sacadas de Kabul en las últimas 24 horas, lo que eleva el total de evacuados a aproximadamente 116.700 personas desde el 14 de agosto.
El último vuelo de evacuación despegó ayer desde Kabul poniendo fin a la presencia militar estadounidense de 20 años en Afganistán, según lo dio a conocer el jefe del Comando Central, el general Kenneth McKenzie. El jefe de la diplomacia estadounidense en el país, Ross Wilson, estaba en el último C-17 que despegó desde la capital afgana. La retirada final de Estados Unidos se produjo un día antes de la fecha límite del 31 de agosto establecida por el Presidente Biden.
“Hay mucha angustia asociada a esta salida. No sacamos a todos los que queríamos sacar. Pero creo que si nos hubiéramos quedado otros 10 días, no habríamos sacado a todo el mundo”, dijo McKenzie, quien precisó que los últimos aviones despegaron del aeropuerto de Kabul un minuto antes de la medianoche en Afganistán.
“Hemos hecho historia. Los 20 años de ocupación de Afganistán por Estados Unidos y la OTAN se acabaron esta noche”, declaró Anas Haqqani, responsable del movimiento islamista, en Twitter. “Estoy muy contento tras 20 años de yihad, sacrificios y dificultades, de tener la satisfacción de ver estos momentos históricos (...) Demos gracias a Alá” por esto, agregó. Zabihullah Mujahid, portavoz de los talibanes, dijo más temprano que “los soldados estadounidenses han salido del aeropuerto de Kabul, y nuestra nación consiguió su independencia plena”.
“Ahora, nuestra presencia militar de 20 años en Afganistán ha terminado”, dijo Biden. Terminar la misión según lo planeado fue “la recomendación unánime del Estado Mayor Conjunto y de todos nuestros comandantes en el terreno”, agregó. “Mañana (martes) por la tarde, me dirigiré al pueblo estadounidense sobre mi decisión de no extender nuestra presencia en Afganistán más allá del 31 de agosto”, señaló Biden en un comunicado, poco después de que el Pentágono anunciara que el último avión militar estadounidense había salido de Kabul.
Con Estados Unidos fuera de los combates en Afganistán, Biden espera poder trasladar los recursos de su gobierno al frente doméstico, asegura France Presse, que destaca que el inquilino de la Casa Blanca ahora espera relanzar internamente su atribulada presidencia. Y, de hecho, varias contingencias han puesto a prueba el liderazgo del demócrata en los últimos días.
Un millón de personas sin luz
A la caótica y cuestionada salida de Afganistán se suman los efectos del huracán Ida en Lousiana. Los vientos máximos de 241 kilómetros por hora y las tormentas torrenciales azotaron la Costa del Golfo, provocando grandes inundaciones y daños. Los meteorólogos advirtieron, incluso, que áreas del estado podrían quedar inhabitables durante meses. Es más, un millón de personas en el estado, incluyendo todo Nueva Orleans, se quedaron sin electricidad.
“El huracán ofreció un fatídico recordatorio de la forma en que los desastres naturales mal manejados pueden causar retrocesos políticos cuando la tormenta tocó en tierra en el 16 aniversario del huracán Katrina, que drenó la autoridad política de George W. Bush, otro presidente confundido simultáneamente por una guerra extranjera, en Irak”, escribió CNN.
Biden prometió durante una visita a la Agencia Federal para el Manejo de Emergencias (FEMA) el domingo que pondría “todo el poder” del país en los esfuerzos para poner la Costa del Golfo de nuevo en pie con escenas de daños .
“Vamos a estar aquí. Vamos a estar aquí para ayudar a la región del Golfo a recuperarse lo más rápido posible, mientras sea necesario”, dijo.
Además se encuentra la crisis del coronavirus en el país. El promedio diario de pacientes hospitalizados con Covid-19 es ahora de más de 100.000 por primera vez desde el invierno pasado. Los hospitales de todo el país se están esforzando debido a que tienen poco personal y se están quedando sin suministro de oxígeno para tratar el último aumento de casos. El doctor Anthony Fauci, el principal especialista en enfermedades infecciosas del gobierno, dijo que era posible que un nuevo pronóstico de la Universidad de Washington, de unas posibles 100.000 muertes más por Covid-19 en Estados Unidos para el 1 de diciembre, pudiera confirmarse.
Todo esto se ha convertido en un test para las habilidades de liderazgo del mandatario. “Pocos presidentes de la era moderna han enfrentado emergencias simultáneas de tal magnitud después de meses agotadores que alcanzaron al nuevo gobierno y a una nación exhausta debido a la peor crisis de salud pública en un siglo”, escribió CNN.
La situación ya parece estar cobrando su precio político. Un par de encuestas publicadas el domingo mostraron una clara caída en los índices de aprobación de Biden, que alguna vez habían sido históricamente estables y cómodamente por encima del 50%.
Una encuesta de NBC News mostró que el índice de aprobación de Biden cayó al 49%, desde el 53% en abril, mientras que su índice de desaprobación saltó al 48%, desde el 39% en abril. Mientras tanto, un sondeo de CBS News reveló que las calificaciones de aprobación y desaprobación del demócrata llegaron al 50%, desde el 58% y el 42%, respectivamente, en julio.
Ambas encuestas muestran fuertes disminuciones en la aprobación del manejo de Biden sobre el tema de Afganistán, así como de su respuesta a la pandemia de coronavirus.
Y a medida que la atención se centra en el escenario mundial, también es un momento precario para la agenda nacional de Biden. La próxima semana será crítica para el complejo plan de “dos vías” de los demócratas para aprobar un paquete de infraestructura bipartidista y otro de gastos por US$ 3,5 billones.
La presidenta de la Cámara de Representantes, Nancy Pelosi, espera votar pronto sobre la resolución presupuestaria aprobada por el Senado que abrirá la puerta al paquete más grande, pero un grupo de demócratas moderados amenaza con hundirlo a menos que el proyecto de ley bipartidista reciba una votación primero.
Al mismo tiempo, los demócratas de la Cámara de Representantes están listos para defender el proyecto de ley aprobado la semana pasada que busca proteger el derecho al voto en medio de las restricciones aprobadas por los republicanos en distintos estados para restringir el acceso a las urnas. Ambos partidos se dividen a partes iguales los 100 escaños del Senado, lo que anticipa que la iniciativa de los progresistas deberá superar una dura batalla antes de llegar a manos de Biden para su firma.