Las primeras unidades del contingente ruso de las fuerzas de paz de la Organización del Tratado de Seguridad Colectiva (OTSC) llegaron ayer a Kazajistán para ayudar a los cuerpos de seguridad a hacer frente a las fuertes protestas registradas desde el 2 de enero a raíz del aumento del precio del gas licuado.

En un comunicado, el Ministerio de Exteriores ruso señaló que la “aviación de transporte militar ha trasladado a las primeras unidades del contingente de las fuerzas de mantenimiento de la paz al territorio kazajo”.

El día de Año Nuevo, en que los conductores en el oeste de Kazajistán se enteraron de que el costo de llenar su estanque de combustible se había duplicado, decidieron salir de sus autos y comenzar a manifestarse. Fue así como se les unieron manifestantes de distintas ciudades del país, quienes protestan ahora por la corrupción, el estancamiento económico y las libertades políticas.

Las protestas se iniciaron en Zhanaozen, una ciudad de trabajadores petroleros que ha crecido en los últimos años a unos 160.000 habitantes como parte del boom energético en Kazajistán. Si bien el gabinete kazajo presentó su renuncia el miércoles, que fue aceptada por el Presidente Kassym Jomart Tokayev, pareciera haber llegado demasiado tarde para detener los disturbios.

Reportes de periodistas en el terreno señalan que en algunos casos la policía se ha sumado a los manifestantes, lo que ha dejado a las autoridades en una compleja situación de perder el control del país. En ese sentido, Tokayev, en busca de calmar la situación, despidió a Nursultan Nazarbayev, el expresidente y actualmente “líder de la nación”, como jefe del poderoso Consejo de Seguridad Nacional del país, pero también prometió reprimir severamente los disturbios, alegando que los manifestantes son “conspiradores, motivados económicamente”.

El arribo de las tropas rusas ocurre después de que el Presidente Tokayev pidiera ayuda para enfrentar las manifestaciones, lo que constituye una prueba clave para una alianza militar liderada por Moscú en momentos en que el Kremlin profundiza su rol en la crisis. Se trata de la primera vez que la OTSC, fundada después de la disolución de la Unión Soviética y compuesta por seis de sus antiguos miembros (Rusia, Armenia, Bielorrusia, Kazajistán, Kirguistán y Tayikistán), acuerda desplegar “fuerzas de paz” para ayudar a un país miembro. Aunque el bloque ha sido visto durante mucho tiempo como la respuesta de Rusia a la OTAN, su primera acción conjunta es poner fin a una protesta interna en lugar de combatir un ataque de una fuerza externa.

Las autoridades de Kazajistán confirmaron ayer la muerte de “decenas” de personas que intentaron irrumpir en la noche del miércoles en varios edificios administrativos en la ciudad de Almaty.

La portavoz de la Policía de Almaty, Saltanat Azirbek, indicó que “fuerzas extremistas intentaron irrumpir en edificios administrativos”, entre ellos la sede de la policía. “Decenas de atacantes han sido abatidos, están determinándose sus identidades”, agregó. Asimismo, dijo que hay una operación antiterrorista en esta zona de la ciudad y pidió a los residentes que “eviten salir de sus casas, por su propia seguridad”, según indicó la agencia rusa de noticias TASS.

En todo Kazajistán, más de 1.000 personas han resultado heridas en protestas, informó ayer el canal de televisión estatal Khabar-24, citando datos del Ministerio de Salud del país, que dicen que 400 personas han sido hospitalizadas, incluidos 62 pacientes que ahora están en la UCI.

Las fuerzas militares de Kazajistán anunciaron que despejaron casi por completo la Plaza de la República, en el centro económico del país, Almaty. Según el canal de noticias Jabar 24, también fueron despejadas la sede de la administración de la ciudad y la residencia presidencial, en el marco del cuarto día de manifestaciones.

Por tercer día consecutivo, el acceso a internet en Kazajistán falló, dijo el sitio Meduza. Las telecomunicaciones nacionales desactivaron completamente el acceso a internet de banda ancha el 5 de enero y ayer en la mañana el canal Khabar-24 informó sobre nuevas restricciones en el acceso al servicio. Los funcionarios estatales han señalado que los límites están diseñados para garantizar la seguridad nacional. El medio también reportó interrupciones en las comunicaciones telefónicas en las ciudades de Nur-Sultan y Almaty.

Por otro lado, todos los bancos del país suspendieron sus funciones debido a la actual “operación antiterrorista”, cortes de internet y para proteger a los empleados y clientes de las instituciones financieras, anunciaron portavoces del Banco Nacional de Kazajistán. Testigos presenciales informaron de largas filas fuera de las sucursales individuales. Debido a los cortes de internet, los pagos que no son en efectivo han sido prácticamente imposibles de realizar. También se reportaron problemas de suministros de alimentos, porque muchos negocios se encontraban cerrados.

Por su parte, la oficina del comandante de la Policía de Almaty dijo que eran 18 el total de agentes muertos en los enfrentamientos y situó en 748 la cifra de militares y miembros de las fuerzas de seguridad que han resultado heridos.

El Presidente Tokayev se dirigió el miércoles a la nación para reafirmar que actuará “con la mayor dureza posible” contra los responsables de los disturbios, así como con todos aquellos que hayan participado en ellos.

Desafíos para Moscú

Lo que está en juego es especialmente significativo para Rusia, que es efectivamente el líder de la alianza, debido a que con el envío de tropas corre el riesgo de alienar a unos ciudadanos que si bien exigen un cambio en el régimen de Kazajistán, hasta ahora no han mostrado ningún sentimiento antirruso.

El centro de estudios R. Politik señala que fue la falta de fuerzas capaces y masivas para mantener el control lo que llevó a Tokayev a recurrir a la CSTO para ayudar a asegurar la estabilización. Lo que fue una mala noticia para Moscú, ya que lo coloca en una posición muy incómoda, al verse arrastrada a un conflicto interno en el que no le gustaría fallar con ninguna de las partes involucradas, porque no le gustaría tener que asumir la responsabilidad por la violencia contra personas que son amigables con Rusia.

En otras ocasiones, Moscú nunca acordó enviar fuerzas de paz de la OTSC, ni a pedido de Kirguistán (cuando se enfrentó a disturbios y revoluciones), tampoco a solicitud de Armenia en 2020 (durante el conflicto en Nagorno Karabaj). “La misión militar será mínima, sin participación directa en la lucha contra las protestas callejeras, sino más bien orientada a proteger la infraestructura estratégica; el más importante para Rusia es el cosmódromo de Baikonur”, indicó el centro de estudios.

“Los intereses de Rusia en esta situación son bastante claros: quiere tratar con un socio estable y predecible, por lo que la situación debe normalizarse. Moscú puede trabajar con cualquier fuerza política que pueda garantizar esa estabilidad. A diferencia de Ucrania, no existe un problema de confrontación geopolítica con Occidente y, a diferencia de Bielorrusia, no existe una prioridad primordial para implementar un proyecto de integración”, apuntó R. Politik.

Según el diario Financial Times, la intervención de Rusia puede impedir la llegada de un nuevo gobierno hostil en su esfera de influencia, en contraste con las revoluciones en Ucrania en 2014 y Georgia en 2003. Pero, tal como ocurrió en Bielorrusia, si el régimen de Tokayev sobrevive, probablemente se tomen medidas enérgicas contra la oposición.

Los analistas vinculados al Kremlin sugieren que el despliegue de la CSTO tiene como objetivo evitar un posible conflicto civil después de que aparecieran armas entre los manifestantes kazajos, dice el periódico británico. Pero puede avivar el resentimiento popular y dejará al liderazgo del país, como el de Minsk, más en deuda con Rusia. China y Turquía, que también han competido por la influencia en el país rico en recursos, están observando de cerca la situación.

Por otro lado, los disturbios también se producen en un momento difícil para el Kremlin, en medio de una acumulación de tropas cerca de la frontera con Ucrania y antes de las negociaciones de la próxima semana con Estados Unidos sobre las garantías que Rusia ha exigido a la OTAN de que no se expanda ni coopere con los países exsoviéticos.

Para The Washington Post, las tensiones tanto en la frontera suroeste de Rusia como en la frontera sureste, subrayan los desafíos para Moscú de mantener lo que considera su esfera de influencia: Ucrania, Bielorrusia, Moldavia, Asia Central y los países del Cáucaso de Armenia, Azerbaiyán y Georgia, todos antiguos miembros de la Unión Soviética.

En este sentido, el columnista del Financial Times, Peter Spiegel, recordó: “La revolución de las rosas de Georgia fue seguida un año más tarde por la naranja de Ucrania. El levantamiento de Bielorrusia fue seguido un año después por uno en Kazajistán. La combinación puede empujar a Putin a escalar aún más. Pero el pueblo de Kazajistán, y Bielorrusia, Ucrania y Georgia, ya ha mostrado los límites de los sueños soviéticos de Putin”.