A medida que las tropas de Vladimir Putin quedan atascadas en la nieve, con temperaturas que en los próximos días caerán en picada, con hasta -20°C de sensación térmica, políticos rusos y poderosas figuras empresariales estarían denunciando en privado la invasión a Ucrania.
Farida Rustamova, una periodista rusa que estaba bien conectada en los círculos gubernamentales antes de huir de Rusia en medio de una represión de la libertad de expresión, dijo que las fuentes con las que habló antes de irse nunca creyeron que Putin iría a la guerra y ahora están haciendo pronósticos “apocalípticos” sobre las semanas y meses por delante a medida que la lucha continúa y las sanciones comienzan a surtir efecto, señaló el diario británico Daily Mail.
“Están enunciando cuidadosamente la palabra racimo de mierda”, le dijo una fuente cuando le preguntó cómo estaban reaccionando los políticos rusos a la noticia. “Nadie se está regocijando. Muchos entienden que esto es un error, pero en el cumplimiento de su deber se les ocurren explicaciones para llegar a un acuerdo con él de alguna manera”.
Y es que el comienzo de la guerra en Ucrania resultó muy mortífero para los invasores rusos. Ucrania estima que unos 12.000 rusos han muerto luchando hasta ahora, si bien ese número no puede ser verificado. The New York Times, en cambio, asegura que los soldados ucranianos han matado a más de 3.000 efectivos rusos, según estimaciones conservadoras de funcionarios estadounidenses. Ucrania derribó aviones de transporte militar que llevaban paracaidistas rusos, derribó helicópteros y abrió agujeros en los convoyes de Rusia utilizando misiles antitanque y drones armados suministrados por Turquía, dijeron estos funcionarios, citando información confidencial de evaluaciones de inteligencia de EE.UU.
Sin embargo, el único balance oficial de bajas de guerra, publicado por el Ministerio de Defensa ruso el jueves pasado, reconoce que Moscú perdió 498 militares y 1.597 resultaron heridos en los primeros siete días del conflicto en Ucrania, lo que equivale a un promedio de 71 muertes por día.
Si se usan solo estas cifras oficiales, la tasa de mortalidad diaria supera la de conflictos como la primera guerra de Chechenia, y la proporción de muertos y heridos sigue el patrón de la Segunda Guerra Mundial, aseguró el diario brasileño Folha de Sao Paulo
Ello, porque en los 630 días de la Primera Guerra de Chechenia (1994-96), considerado el enfrentamiento más sangriento que enfrentó Rusia después de la Segunda Guerra Mundial, ocho murieron al final de cada jornada.
Naturalmente, advierte el periódico, se necesita precaución en esta comparación, ya que las operaciones militares tienen distintas fases. Pero el dato llama la atención, porque existe una clara percepción entre los analistas de que Moscú no asumió muchos riesgos en los primeros días de la guerra, favoreciendo los ataques a larga distancia con misiles y cohetes.
Más inquietante para Rusia es la proporción entre muertos y heridos. En las Fuerzas Armadas modernas, la tasa habitual es algo así como un muerto por cada 10 heridos, lo que refleja la calidad del material de protección de los soldados, los primeros auxilios en campaña y la rapidez del traslado a los hospitales de campaña.
En la primera semana de la campaña ucraniana, el Kremlin vio una tasa de 1 a 3,2, que se asemeja más al desempeño de las fuerzas de la entonces Unión Soviética en el conflicto más destructivo que jamás haya tenido lugar en el planeta, la Segunda Guerra Mundial, escribe Igor Gielow, de Folha de Sao Paulo.
Durante este último conflicto, según el diario brasileño, la tasa de bajas del Ejército Rojo fue de 1 a 2,57 en los años que participó en la guerra, de 1941 a 1945. Naturalmente, dada la naturaleza del enfrentamiento con la Alemania nazi, la escala de la violencia es indescriptible: hubo 8.668.400 soldados muertos y 22.326.905 heridos, según un estudio considerado definitivo por el Ministerio de Defensa ruso en 1993.
Son 5.650 muertos en uniforme por día de guerra, sumando civiles a las vidas de 27 millones de soviéticos, el 40% del total de bajas del conflicto. La cifra da una medida del trauma nacional, en un país donde casi el 70% de las familias han perdido a algún familiar en la guerra.
El desempeño ruso muestra ahora una caída respecto de su anterior conflicto directo, cuando luchó en 2008 por someter a Georgia, en un enfrentamiento con inmensas similitudes en origen con el actual: involucrando zonas de mayoría rusa en el país vecino y pretendiendo dejarlo fuera de la OTAN y la Unión Europea.
En esos cinco días de guerra, cada jornada terminó con 13 rusos muertos. La proporción de heridos se situó en 1 a 4,3, ligeramente peor que la registrada durante el período de mayor lucha de la ocupación soviética de Afganistán de 1980 a 1985: 1 a 5, con unos cinco muertos por día. Esa guerra en Asia Central recién terminaría en 1989, con la humillante retirada de los invasores después de 10 años. En las dos décadas que estuvieron en el mismo Afganistán, solo para ser derrotados por el regreso al poder de los talibanes el año pasado, EE.UU. tuvo una proporción de muertos/heridos de 1 a 8,6.
En el enfrentamiento más mortífero de la posguerra para los estadounidenses, el conflicto de Vietnam, la tasa fue de 1 a 5,2. En la Guerra de Irak (2003-11), un conflicto que tuvo más del doble de muertes de estadounidenses que el de Afganistán (4.572 frente a 2.401), fue de 1 a 7.
Además de las bajas en la actual invasión a Rusia, los soldados rusos se han visto afectados por la baja moral, así como por la escasez de combustibles y alimentos, afirma The New York Times. Algunas tropas han cruzado la frontera con comidas preparadas que expiraron en 2002, dijeron funcionarios estadounidenses y occidentales, y otros se han rendido y saboteado sus propios vehículos para evitar enfrentamientos.
Un balance similar al efectuado ayer por la jefa de la inteligencia de EE.UU. Según Avril Haines, directora de Inteligencia Nacional, Rusia enfrenta serias deficiencias militares en su invasión de Ucrania, incluidos problemas de moral y logísticos, y se verá en apuros para controlar el territorio e instalar un régimen pro Moscú frente a una insurgencia ucraniana “persistente y significativa”, le dijo al Comité de Inteligencia de la Cámara.
Sin embargo, apunta el Times, la mayoría de los expertos militares dice que Rusia eventualmente someterá a las tropas de Ucrania. El Ejército de Rusia, con 900.000 soldados en servicio activo y dos millones de reservistas, es ocho veces más grande que el de Ucrania. Rusia tiene aviones de combate avanzados, una Armada formidable y marines capaces de realizar múltiples aterrizajes anfibios, como lo demostraron al principio de la invasión, cuando se lanzaron desde el Mar Negro y se dirigieron hacia la ciudad de Mariupol.
Pese a ello, han surgido críticas en Rusia a la calidad de sus equipos militares. “El Kremlin pasó los últimos 20 años tratando de modernizar su Ejército”, dijo Andrei V. Kozyrev, el ministro de Relaciones Exteriores de Rusia bajo Boris Yeltsin, en una publicación en Twitter. “Gran parte de ese presupuesto fue robado y gastado en megayates en Chipre. Pero como asesor militar no puedes informarle eso al presidente. Entonces le informaron mentiras en su lugar. Potemkin militar”, escribió.