La toma del poder por parte de los talibanes en Afganistán remeció a la comunidad internacional ante el peligroso escenario que se abre para millones de civiles encerrados en medio de la ofensiva. El liderazgo del nuevo régimen fundamentalista establecido en Kabul proclamó la victoria este martes, anunciando en su primera conferencia de prensa que no buscan enemigos “internos o externos” y que “no vamos a permitir en absoluto” que “combatientes extranjeros” utilicen “nuestro territorio contra otros países”, en un intento por calmar los ánimos. Ello, mientras el retiro de las tropas occidentales y la crisis migratoria generada tras la asunción de los insurgentes genera dispares reacciones entre los países vinculados al conflicto.
Las primeras respuestas a la crisis afgana llegaron desde Occidente. En la Unión Europea (UE), la canciller de Alemania, Angela Merkel, emitió una dura declaración, haciendo un mea culpa por errar en las estimaciones de lo que ocurriría tras la salida de las tropas militares internacionales del territorio en disputa, lo que permitió el avance de los talibanes y una nueva crisis migratoria.
“Todos, y por eso asumo mi responsabilidad, hemos evaluado erróneamente la situación”, aseguró Merkel, que calculó en hasta 10 mil las personas que deben ser evacuadas con urgencia de suelo afgano. La canciller, mediante una convocatoria de urgencia, informó que están tratando de sacar del país a los ciudadanos alemanes y afganos que han colaborado con el país en los últimos años, pero además enfatizó en que el asentamiento de los talibanes en Kabul generará la migración de cientos de refugiados. “Este tema nos mantendrá ocupados durante mucho tiempo”, advirtió.
La oposición alemana a Merkel enfatizó que Alemania no podrá arreglar la situación afgana repitiendo el escenario de 2015, cuando el gobierno permitió una política de puertas abiertas, lo que significó el paso de más de un millón de migrantes provenientes mayoritariamente de países en guerra, como Siria, limitando el accionar del Bundestag.
Ante el problema migratorio en curso, el mandatario de Francia, Emmanuel Macron, reafirmó en cadena televisiva que “la desestabilización de Afganistán corre el riesgo de generar flujos migratorios irregulares”, por lo que se debe definir una iniciativa mundial, porque “Europa por sí sola no puede asumir las consecuencias de la situación actual”. Además, Macron hizo un llamado a conformar una alianza entre Estados Unidos, Rusia y la Unión Europea para evitar que Afganistán se vuelva un “oasis para terroristas”.
Según el diario The Guardian, el primer ministro británico, Boris Johnson, hizo un paréntesis en sus vacaciones en Somerset para una reunión de urgencia por la situación en Afganistán. Horas después, el secretario de Defensa británico, Ben Wallace, reveló que ni Reino Unido ni la OTAN regresarán a Afganistán para emprender una lucha contra los talibanes.
El funcionario británico tildó la toma de control del grupo insurgente como un “fracaso de la comunidad internacional”, en una intervención de 20 años liderada por EE.UU. que fue un “trabajo a medio hacer”. Acusó al expresidente estadounidense Donald Trump de negociar un “acuerdo podrido” con los talibanes el año pasado. Además, Downing Street propuso una reunión con los países del G7 para llamar a la “unidad” a la hora de “prevenir una crisis de refugiados”. Justamente ayer, Johnson conversó por teléfono con el Presidente de Estados Unidos, Joe Biden, uno de los gobiernos clave en la crisis afgana.
Aunque el Congreso de EE.UU. está en receso, una ola de críticas bipartidistas llegaron hasta la Casa Blanca. El mandatario demócrata respaldó su decisión de retirar a los militares desplegados en Afganistán asumiendo que la salida estuvo “lejos de ser perfecta”, especialmente ante las imágenes de desesperación en el aeropuerto internacional de Kabul.
“En todo caso, los acontecimientos de la semana pasada reforzaron que poner fin a la participación militar estadounidense en Afganistán ahora era la decisión correcta. Las tropas estadounidenses no pueden ni deben luchar en una guerra y morir en una guerra, que las fuerzas afganas no están dispuestas a luchar por sí mismas”, dijo Biden el lunes en una conferencia de urgencia, en la que defendió que EE.UU. cumplió con la misión de matar a Osama bin Laden en 2011 en represalia por los ataques del 11 de septiembre de 2001.
Según el diario The Wall Street Journal, las críticas tanto de demócratas como de republicanos van dirigidas al nivel de descuido en la partida de las Fuerzas Armadas, que debió ir acompañado por un plan de evacuación previa de los ciudadanos estadounidenses, afganos y otras personas que colaboraron durante los 20 años de despliegue militar.
Críticas a Sánchez
A diferencia de sus homólogos europeos, el jefe de gobierno español, Pedro Sánchez, ha sido el único que no pausó sus vacaciones para emitir una declaración pública sobre la situación en Afganistán. Hasta ayer, el socialista solo había utilizado sus redes sociales para emitir dos mensajes en Twitter con el objetivo de informar el envío de aviones del Ministerio de Defensa para repatriar a funcionarios españoles de la embajada y civiles.
Según el diario El Español, la oposición española cuestionó que Sánchez no interrumpiera su agenda de descanso en la isla de Lanzarote para monitorear el avance talibán, aun cuando en mayo pasado, y después de 19 años y cuatro meses, La Moncloa recién puso fin a la misión en el exterior más larga de las Fuerzas Armadas, que tuvo lugar en Afganistán. Los detractores del socialista destacaron que su “mutismo” contrasta con la acción de otros líderes europeos.
Durante la jornada de ayer, la bancada del Partido Popular (PP) presentó una petición de comparecencia para que Sánchez se presente en un pleno extraordinario interrumpiendo sus vacaciones para informar sobre el avance de las repatriaciones.
“Relaciones amistosas”
Mientras la influencia de Estados Unidos sigue en retroceso, China y Rusia alistan su arribo a la denominada zona roja para aumentar la suya frente a los talibanes. Un día después de que la insurgencia tomó el palacio presidencial de Kabul, el gobierno de China -país que comparte 76 kilómetros de frontera con Afganistán- anunció que buscará “relaciones amistosas” con el régimen islámico.
Según el portal Infobae, aunque Beijing temía desde hace tiempo que Afganistán fuera un punto de apoyo para los separatistas de la minoría musulmana uigur en Xinjiang, enfatizó que “respeta el derecho del pueblo afgano a decidir su propio destino y futuro”. El mensaje llegó después de que el mes pasado una delegación de alto nivel de talibanes se reuniera con el ministro de Asuntos Exteriores chino, Wang Yi, pactando que el suelo afgano no será una base para militantes a cambio de un apoyo financiero para la reconstrucción del país.
Por su parte, Rusia que durante el período de la Unión Soviética mantuvo una ocupación en territorio afgano enfrentando a las guerrillas islámicas, ha mantenido abierta su embajada en Kabul y envió una delegación para ser parte de conversaciones con el gobierno talibán. Ello, si existen las condiciones para mantener la seguridad de los propios equipos diplomáticos y ciudadanos rusos en el lugar, así como evitar ataques contra aliados del Presidente Vladimir Putin, como Uzbekistán y Tayikistán.