Las exitosas campañas de vacunación de Europa se enfrentan ahora a su prueba más dura: el invierno.

Los próximos meses probarán si las altas tasas de vacunación y un mosaico de medidas de salud pública de baja intensidad pueden mantener a raya a la altamente contagiosa variante delta a medida que bajan las temperaturas y la gente se amontona en el interior.

Una temporada libre de otro brote calamitoso demostrará que la vida diaria puede acercarse mucho más a la normalidad prepandémica gracias a la protección de las vacunas. Pero otro estallido de enfermedad grave y muerte mostrará que el virus aún puede encontrar brechas en nuestro arsenal inmunológico y que tomará más tiempo reprimirlo.

Incluso con una mayoría significativa de sus poblaciones vacunadas, las autoridades están presionando para incrementar aún más las tasas de vacunación, para aumentar las posibilidades de que el virus no debilite los sistemas de salud y cierre las economías.

Pasajeros con mascarillas viajan en los vagones del metro, en dirección al centro de Londres, el 15 de junio de 2020. Foto: AFP

Los médicos en algunas partes del continente están ansiosos de que incluso un retroceso modesto en el Covid-19 exprima a los hospitales que ya se esfuerzan por cumplir con los retrasos en el tratamiento y aliviar la carga del personal con exceso de trabajo. Muchos esperan un resurgimiento invernal de la influenza y otras enfermedades estacionales ahora que, en algunos lugares, ya no las mantienen a raya por las mismas medidas de uso de mascarilla y distanciamiento social implementadas para combatir el coronavirus.

Algunos esperan que este invierno sea especialmente duro como resultado de esa combinación de presiones, uno de los últimos grandes obstáculos antes de que las vacunas traigan un respiro duradero de la pandemia.

“Creo que tal vez el próximo invierno será el verdadero barómetro de cómo será a largo plazo”, dijo Tom Wingfield, médico de enfermedades infecciosas en Liverpool, Inglaterra. “Este invierno creo que será un poco más severo”.

Europa se ha adelantado a EE.UU. en la vacunación de sus ciudadanos y ha experimentado un verano de casos, hospitalizaciones y muertes relativamente moderados de Covid-19, a pesar de la propagación de la variante delta.

Las muertes por Covid-19 en la Unión Europea promediaron alrededor de 525 durante los siete días hasta el martes y alrededor de 140 en Reino Unido. En enero, las muertes diarias alcanzaron un máximo de 3.500 en la UE y alrededor de 1.200 en Reino Unido, según datos nacionales compilados por el proyecto Our World in Data de la Universidad de Oxford.

Ajustadas por población, las muertes en la UE equivalen a alrededor de 1,2 por millón al día y las muertes en Reino Unido a 2,1 por millón. Eso se compara con 6,1 por millón actualmente en EE.UU.

La diferencia refleja una cobertura de vacunas más amplia, especialmente de los grupos de mayor edad y de alto riesgo. Los 27 países de la UE han vacunado completamente al 61% de los 448 millones de habitantes del bloque, en comparación con el 55% en EE.UU., según datos de los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades de EE.UU. y su homólogo de la UE. Las grandes naciones de la UE aceleraron el ritmo de vacunación después de un comienzo lento a principios de este año. Francia ha vacunado completamente al 67% de su población, Alemania al 63% e Italia al 66%. Reino Unido, que abandonó la UE en 2020, ha vacunado completamente al 66% de sus residentes.

Algunos países de la UE tienen algunas de las tasas de vacunación más altas del mundo. Portugal ha vacunado completamente al 82% de su población y tanto Dinamarca como España han inoculado a más de las tres cuartas partes de sus residentes.

Aumentar las tasas de vacunación es una prioridad para muchos gobiernos europeos para garantizar la máxima protección a medida que se acerca el invierno. Muchos también están comenzando a implementar vacunas de refuerzo para los ancianos y adultos vulnerables al Covid-19 debido a una enfermedad crónica u otras razones médicas, para superar el riesgo de debilitar la inmunidad de las vacunas.

El personal de seguridad verifica el "pase verde" de los turistas en la entrada del Coliseo en Roma, el 6 de agosto de 2021. Foto: AP

Los gobiernos están utilizando tanto la persuasión como la coacción para aumentar las tasas de vacunación. En Francia, donde la vacunación o una prueba negativa para Covid-19 son requeridas para ingresar a bares, restaurantes y centros comerciales desde agosto, las autoridades suspendieron la semana pasada a unos 3.000 trabajadores del sector de la salud por no cumplir con la vacunación obligatoria. El ministro de Salud, Olivier Véran, dijo que las suspensiones representaban solo el 0,1% de los 2,7 millones de empleos en el sector y muchos de los suspendidos ahora estaban de acuerdo en recibir una dosis.

En Italia, a partir del 15 de octubre, todos los trabajadores de los sectores público y privado deberán tener un llamado pase verde, que acredita que alguien ha sido vacunado, se ha recuperado recientemente o ha dado negativo para el virus. El requisito se extiende también a los trabajadores independientes. Grecia ya ha implementado una política de trabajo de Covid similar.

El gobierno de Alemania lanzó una “semana de acción” de vacunación a mediados de septiembre para impulsar la aceptación. Las autoridades han puesto a disposición la vacunación en alrededor de 1.500 lugares públicos en todo el país -en sitios que regalan kebabs y paseos en ruedas de la fortuna y administran vacunas en zoológicos y recintos deportivos- en un esfuerzo por inmunizar a la mayor cantidad posible de personas antes de los meses más fríos.

El ministro de Salud francés, Olivier Véran, y el primer ministro francés, Jean Castex, visitan un centro de vacunación en Saint-Remy-les-Chevreuse, al sur de París, el 15 de abril de 2021. Foto: AFP

Las estrictas leyes de privacidad de Alemania significan que las autoridades no tienen tanto margen como Estados Unidos y otros gobiernos europeos para exigir la vacunación en el lugar de trabajo. Los estados alemanes restringen la entrada a algunos recintos a aquellos con prueba de vacunación, de recuperación del Covid-19 o un test negativo reciente. Algunos están experimentando con medidas más restrictivas, como eliminar la opción de prueba negativa en algunos entornos y detener la compensación para los trabajadores no vacunados que deben ponerse en cuarentena después de dar positivo o viajar a áreas de alto riesgo.

Aparte de la vacunación, los gobiernos europeos difieren en la medida en que se han apegado al uso de mascarillas, el distanciamiento social y otras restricciones de baja intensidad. Reino Unido y Dinamarca han ido más lejos en relajar las restricciones, mientras que otros, como Italia, España y Portugal, han mantenido medidas como límites a las reuniones en interiores y mascarillas en espacios cerrados como el transporte público.

Italia y Francia han planteado la posibilidad de flexibilizar las disposiciones antivirus si continúa el progreso contra el Covid-19. Un portavoz del gobierno francés dijo el domingo que el país podría dejar de exigir pases de salud en áreas donde el virus apenas circula.

“Soy razonablemente optimista de que las cosas irán mejor en Italia y tal vez en casi toda Europa este invierno en comparación con el pasado”, dijo Dario Manfellotto, jefe de medicina interna del hospital Fatebenefratelli de Roma y presidente de Fadoi, la asociación nacional de internistas de Italia.

Personas posan frente a un globo gigante iluminado en Berlín, donde el gobierno alemán busca impulsar la vacunación. Foto: AFP

En Reino Unido, el primer ministro Boris Johnson ha detallado un llamado Plan B para volver a imponer los mandatos de mascarillas y las órdenes de trabajo desde casa si una combinación de casos de Covid-19 y otras presiones arriesgan abrumar al servicio de salud estatal. El gobierno se ha comprometido a aportar 5.400 millones de libras esterlinas adicionales, equivalentes a unos US$ 7.400 millones, para que los hospitales los ayuden a afrontar la situación durante los próximos seis meses.

Los expertos en salud pública dicen que un desafío más amplio para Europa es que el virus no estará realmente en retirada hasta que sea derrotado en todo el mundo. Pueden aparecer nuevas variantes que sean resistentes a la inmunidad acumulada hasta ahora.

“Ya el mundo está dividido en inmunizados y no inmunizados. Este invierno será aún más duro”, dijo Flemming Konradsen, profesor de salud ambiental global en la Universidad de Copenhague.