El fantasma del Kremlin: los paralelos de la guerra de Ucrania con la invasión soviética a Finlandia

Manifestación de "Apoyo a Ucrania" en la estatua del expresidente finlandés, el mariscal Carl Gustaf Mannerheim, en el centro de Helsinki, el 5 de febrero de 2022. Foto: AFP

Según los expertos, los actuales problemas militares de Rusia se parecen mucho a los enfrentados durante el sangriento ataque al país nórdico en la Segunda Guerra Mundial, donde finalmente la pequeña nación logró un armisticio.


En un inicio se pensó que el Ejército ruso iba a conquistar rápidamente Ucrania. Ahora el conflicto cumple un mes, las bajas aumentan y se comienza a dudar acerca del poderío y competencia de las fuerzas invasoras. En paralelo, Occidente se une para apoyar al país a resistir el asedio.

Entre quienes apoyan a Ucrania en este conflicto se encuentra Finlandia. Su respaldo llama especialmente la atención, debido a que hace tan solo unos meses se mantenía neutral frente a Rusia.

La resistencia de Ucrania y la mala coordinación de las fuerzas rusas le recuerdan a Finlandia un escenario similar que vivió el 30 de noviembre de 1939, cuando la entonces Unión Soviética de Joseph Stalin decidió invadir el país después de que el gobierno se negara a ceder una parte sustancial del territorio.

Lo que parecía ser una campaña corta logró ser una lucha de casi cuatro meses. La pequeña nación de Finlandia soportó el asedio soviético hasta lograr el Tratado de Paz de Moscú de marzo de 1940, si bien le costó el 10% de su territorio.

Según expertos, la Guerra de Invierno tiene similitudes con el actual conflicto en Ucrania: la falta de coordinación y la poca preparación son aspectos parecidos que se repiten en ambos episodios.

Cuando estalló la Guerra de Invierno , el gobierno finlandés se negó a ceder parte de su territorio que limitaba con Leningrado, actual San Petersburgo, lo que provocó el comienzo del conflicto.

Inicialmente se pensaba que la ofensiva se iba a extender por poco tiempo y que las fuerzas finlandesas no iban a presentar una gran resistencia frente al ataque, ya que antes de que comenzara la guerra, el Ejército local contaba con solo 280.000 hombres, 400 piezas de artillería, 32 tanques y 75 aviones con capacidad de combate.

En comparación, tan solo la Guarnición Militar del Distrito de Leningrado tenía 500.000 hombres, 5.700 piezas de artillería, 6.500 tanques y 3.800 aviones de combate.

Confiado por la aparente debilidad de su rival, Stalin rechazó un plan meticuloso presentado por el entonces jefe del Estado Mayor, Boris Shaposhnikov, que preveía una ofensiva masiva y concentrada mediante la principal línea de defensa finlandesa, según recuerda Business Insider.

En cambio, se inclinó por un plan que predecía un ataque a través de la totalidad de los casi 1.300 km de la frontera soviético-finlandesa, una estrategia similar a la guerra relámpago de Alemania en Polonia. Stalin mandó a más de medio millón de tropas al frente.

Según los estrategas soviéticos, la operación solamente duraría dos semanas, por ende, equipó a sus soldados acordes a ello. Pero los finlandeses resistieron las primeras seis semanas de la guerra.

El Ejército Rojo fracasó una y otra vez en sus intentos de abrir una brecha en la línea del frente de Mannerheim, ubicado en una zona al oeste de Leningrado. Entre tanto, las tropas soviéticas en el centro de Finlandia eran constantemente repelidas por soldados finlandeses que usaban tácticas de guerrilla.

La incesante nieve y el gélido clima favorecieron a los locales, que emplearon esquís y camuflaje de invierno. Debido a que los estrategas soviéticos pensaban que la guerra iba a ser corta, no dotaron a sus tropas de un aprovisionamiento acorde a la situación.

Gracias a distintas estrategias, los finlandeses podían romper las filas del Ejército Rojo provocando la desorganización de las tropas y numerosas bajas a su paso. Aislaban y rodeaban las columnas del Ejército Rojo, una táctica llamada “motti”, y luego destruían poco a poco a los soviéticos con una eficiencia devastadora, señala Business Insider.

Por ejemplo, en la batalla de Tolvajärvi, la bajas soviéticas ascendieron a 5.000 soldados en comparación con las 630 de Finlandia. Resultados similares se dieron en las batallas de Suomussalmi y Raate, con una división soviética destruida por completo en cada una de ellas.

La ventaja de los finlandeses sobre el terreno solamente duraron hasta febrero, luego de que Stalin llevara a cabo una serie de cambios. Shaposhnikov recibió el control de las tropas en Finlandia, el Ejército Rojo se reorganizó y el plan soviético se reestructuró para centrarse en un avance a través de la línea de Mannerheim.

Este cambio de estrategia trajo consigo la victoria para la Unión Soviética, que finalmente pudo traspasar las líneas de su rival. Los finlandeses, con menor número de tropas y recursos, tuvieron que rendirse y aceptar un armisticio.

El conflicto de 105 días tuvo un enorme costo para la URSS. Unos 140.000 soldados del Ejército Rojo murieron en los enfrentamientos y más de 3.500 tanques y un millar de aviones fueron destruidos. En contraposición, cerca de 26.000 finlandeses fallecieron, y Finlandia perdió 30 tanques y 62 aeronaves.

El 12 de marzo de 1940 Finlandia firmó el Tratado de Paz de Moscú, que otorgó alrededor del 10% de su territorio a los soviéticos, incluido el istmo de Carelia y la región septentrional de Petsamo, bloqueando el acceso de Finlandia al mar de Barents.

La mala actuación del Ejército Rojo, unida a un mal rendimiento similar en la guerra polaco-soviética unos años antes, reforzó la creencia de Adolf Hitler de que las tropas soviéticas eran incapaces de resistir a las fuerzas alemanas.

Hitler se equivocó por mucho. Los nazis infligieron alrededor de un millón de bajas en los soviéticos en los primeros compases de la invasión de la Unión Soviética, pero el Ejército Rojo -con gran ayuda de sus aliados- se recuperó, se reorganizó y luchó hasta llegar a Berlín.

Finlandia
Un bombardero soviético derribado por fuego de artillería antiaérea finlandesa en el frente de Carelia, el 3 de enero de 1940. Foto: AP

Ahora nuevamente se está cuestionando la estrategia rusa utilizada en Ucrania. Lo que prometió ser una guerra relámpago resultó ser un ataque lento que ya se extiende por un mes y que ha significado fuertes bajas para las fuerzas del Kremlin.

En declaraciones a CNN, el general retirado David Petraeus, quien comandó las fuerzas estadounidenses en las guerras de Irak y Afganistán, dijo que los rusos se enfrentan a un Ejército ucraniano excepcionalmente determinado, sorprendentemente capaz e innovador, y que lucha en su territorio natal por su propia supervivencia.

“Pero más allá de eso, los rusos son sorprendentemente poco profesionales. Claramente tienen estándares muy bajos cuando se trata de realizar tareas tácticas básicas, como lograr operaciones de armas combinadas, que involucran blindados, infantería, ingenieros, artillería y morteros. Son muy pobres en el mantenimiento de sus vehículos y sistemas de armas, y han abandonado muchos de ellos. También son pobres en tareas de reabastecimiento y logística”, aseguró Petraeus.

El general italiano Claudio Graziano, presidente el Comité Militar de la Unión Europea, coincide con la evaluación de Petraeus. “(El Presidente Vladimir) Putin pensó que iba a ser una campaña rápida, barata y fácil, sin muchas pérdidas, ganando inmediatamente sus objetivos, pero ha resultado todo lo contrario”, dice. “Si no reciben apoyo en unos meses, se quedarán sin recursos”, agrega.

Hannes Tuovinen, de 98 años, veterano de la Guerra de Invierno, confía en lo que puedan hacer las fuerzas ucranianas. “Saludos a Ucrania. Una vez Finlandia también luchó contra el Ejército ruso con todo lo que teníamos y fuimos capaces de aferrarnos a nuestra libertad e independencia. Eso es lo que les deseamos. Toda Europa está con ustedes”, fue el mensaje que publicó en Facebook, según consigna la BBC.

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