El Ministerio de Defensa británico afirmó esta semana que el grupo militar privado ruso Wagner “se ha desplegado” en el este de Ucrania y que se espera que más de 1.000 mercenarios se concentren en el país, incluidos los principales líderes de la organización, para emprender operaciones de combate.
“Debido a las grandes pérdidas y una invasión en gran parte estancada, es muy probable que Rusia se haya visto obligada a priorizar al personal de Wagner para Ucrania a expensas de las operaciones en África y Siria”, informó el ministerio en su perfil oficial de Twitter.
A ello se suma que un asesor del ministro de Defensa ucraniano, Markian Lubkovski, dijo el pasado viernes que Wagner estaría implicado en un supuesto plan de asesinato contra el Presidente de Ucrania, Volodymyr Zelenski, y el primer ministro, Denys Shmygal.
“Querían asesinar a los dirigentes de Ucrania: nuestro presidente y nuestro primer ministro. Ese era el objetivo y un par de ellos fueron enviados a Ucrania sin ningún éxito”, aseguró Lubkovski en una entrevista con la cadena estadounidense CNN.
Las autoridades británicas impusieron el pasado jueves un nuevo paquete de sanciones contra 65 personas y entidades rusas, entre ellas el Grupo Wagner, considerada como el Ejército privado del Presidente ruso, Vladimir Putin.
Los mercenarios -que según informes han luchado en el este de Ucrania desde 2014 y también se han desplegado en el África subsahariana e incluso en Venezuela, Sudán y Libia- han sido acusados de tortura, violación y ejecuciones extrajudiciales. Desde entonces, siempre vinculado al entorno de Putin, este ejército privado se ha movido en las sombras de diferentes conflictos en los que Rusia aseguraba no encontrarse, pero sí tener influencia directa.
En Rusia el reclutamiento de civiles para combatir en el exterior es ilegal y se paga con cárcel. El Kremlin negó varias veces, sostiene Reuters, los reportes de que contratistas privados rusos luchaban codo a codo con las fuerzas sirias, conflicto por el que se conoció la empresa Wagner.
El diario El País ha señalado que al Grupo Wagner lo rodea un gran secretismo. Lo que se sabe es que su fundador es Dmitry Utkin, un oficial (condecorado por Putin) de la inteligencia militar rusa (GRU), según las investigaciones del diario ruso Fontanka.
Sin embargo, la inteligencia estadounidense cree que el hombre tras el grupo paramilitar es Yevgeny Prigozhin, un oligarca conocido como el “chef” de Putin. Su nombre comenzó a sonar durante la investigación de la interferencia de Moscú en las elecciones de Estados Unidos de 2016, ya que es el fundador de la Agencia de Investigación de Internet, proveedora de un ejército de trolls que buscó influir en dichos comicios.
En su libro The Apprentice, el periodista del diario The Washington Post, Greg Miller, relata la peculiar historia de Prigozhin, oriundo de San Petersburgo al igual que Putin. Prigozhin pasó cerca de 10 años en la cárcel por una serie de crímenes, entre los que se incluye el robo. Después de su liberación, en medio del colapso de la Unión Soviética en 1991, abrió un puesto de hot dogs. Sin embargo, su fortuna cambió siete años después, gracias a la compra de una escuálida embarcación que la convirtió en un local de comida flotante, al que llamó Restaurante Nueva Isla.
El local atrajo a una clientela diversa, principalmente a los originarios de San Petersburgo, como Putin. Prigozhin se ganó entonces el cariño del futuro presidente con una atención personalizada, con disposición para realizar acciones que iban más allá de las usuales para un propietario de un restaurante.
“Putin vio cómo construí mi negocio comenzando desde un quiosco”, dijo Prigozhin en una entrevista con una revista de San Petersburgo.
La conexión finalmente sirvió para que Prigozhin consiguiera una serie de lucrativos contratos de catering, como la entrega de comida a escuelas de San Petersburgo y para el Ejército ruso. Sus lazos con políticos cada vez más poderosos tuvieron sus frutos y en 2002 Putin llevó a los líderes mundiales, entre los que se incluía George W. Bush, a que cenaran en el Nueva Isla mientras recorrían los canales de la ciudad.
Estos lazos le permitieron al chef acceder a contactos de alto nivel, que le proporcionaron dividendos millonarios. Al mismo tiempo, habría ofrecido el suministro de mercenarios para vigilar los pozos petroleros en Siria. Gracias a esto, ha llevado una vida de lujo que a veces exhibe en las redes sociales.
En abril de 2019, Reuters reveló que Wagner operaba en Venezuela y que habían llegado contratistas rusos para reforzar la seguridad del Presidente Nicolás Maduro. La agencia estimaba entonces que cerca de 400 mercenarios pertenecían a Wagner.
El Kremlin siempre ha negado sus lazos con Prigozhin, pero una investigación del portal Bellingcat reveló que el oligarca estuvo en contacto regular con los principales funcionarios de Rusia y que usó su número de teléfono personal para hacer llamadas a miembros de élite del gobierno de Putin, entre 2013 y 2014.
“Desde una perspectiva legal, Wagner no existe”, dijo a The Economist Sorcha MacLeod, quien dirige el grupo de trabajo sobre el uso de mercenarios en la ONU. En lugar de una sola entidad, Wagner es una red de empresas y grupos.