El futuro del primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, se encuentra en entredicho luego de las elecciones legislativas del martes en Israel. Antes del inicio de la semana de pascua judía, el viernes por la tarde, la Comisión Electoral Central emitirá el resultado final del escrutinio electoral, que fue retrasado por efectos de la pandemia y que podría zanjar el bloqueo político que llevó a Israel a sus cuartas elecciones legislativas en menos de dos años.

A pesar de que Netanyahu reivindicó una “inmensa victoria para la derecha”, ninguno de los bloques partidarios ha logrado 61 de los 120 escaños para alcanzar una mayoría que evite la obligación de pactar coaliciones para formar un nuevo gobierno y evitar una nueva cita electoral.

Con más del 90% de los votos escrutados, Netanyahu no logró una victoria del oficialista Likud alcanzando 30 escaños, mientras que su coalición con partidos religiosos y de derecha, entre ellos el Partido Sionista Religioso, entregó un total 52 puestos legislativos, lo que los deja con nueve puestos faltantes para gobernar directamente.

El primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, líder del partido Likud, aparece con su esposa Sara y otros miembros del partido en el escenario ante partidarios en la sede de la campaña en Jerusalén.

Una de las figuras que será clave en la resolución de los comicios israelíes es el exministro de Defensa Naftalí Bennet, que quebró relaciones con Netanyahu en el pasado para transformarse en líder de la derecha radical. Aun con un posible acuerdo con el derechista Yamina, que sumaría siete escaños y que significaría el gobierno más derechista del Estado judío, el primer ministro no alcanzaría el respaldo suficiente.

Según el diario The Washington Post, una de las sugerencias que rondan al partido Likud es una asociación con el pequeño partido islamista Lista Árabe Unida, que le daría cinco escaños necesarios a Netanyahu para lograr una mayoría en el Legislativo, pero este escenario ha sido refutado por algunos miembros del partido oficialista, que rechazan un pacto con una colectividad árabe.

Mansour Abbas, líder de la Lista Árabe Unida, también conocido por el nombre hebreo Ra'am, vota por las elecciones parlamentarias de Israel en un colegio electoral en Maghar, Israel.

Los expertos han advertido que es “poco probable” que el partido de musulmanes religiosos se unan a la coalición de Netanyahu, de nacionalistas judíos de derecha, pero en cambio podrían concertar un acuerdo para abstenerse de participar en el bloque contrario.

“No podemos de ninguna manera arrastrar al país a una quinta elección. Debemos formar un gobierno estable ahora”.

Benjamin Netanyahu, primer ministro israelí

Aunque la diversa oposición a Netanyahu -que va desde conservadores hasta comunistas árabes israelíes- tampoco tiene la tarea fácil. Por el momento, está coalición alcanza 57 escaños, que podrían añadir 11 legisladores más provenientes de partidos árabes, pero en las últimas elecciones tras días de negociaciones no han logrado un acuerdo.

La incertidumbre se extenderá hasta el viernes, especialmente porque en las últimas horas reflotó el fantasma de un tercer escenario electoral: un empate de 60 y 60 escaños de ambos bloques políticos. Si esto ocurre, el Presidente Reuven Rivlin tendrá una semana para elegir un legislador que sea mediador entre los partidos y tenga la tarea de intentar formar gobierno.

Los partidarios de la alianza electoral predominantemente árabe de la Lista Conjunta de Israel celebran en la sede de su campaña en la ciudad árabe de Shefa Amr, Israel.

De acuerdo al diario israelí Hareetz, la política israelí vive en una profunda división, especialmente sobre la figura de Netanyahu. Por cuarta vez, el electorado se dividió casi en partes iguales entre los votantes a favor y en contra de extender su mandato de 14 años.

A diferencia de los comicios del año pasado, la gestión en la pandemia habría afectado el voto por la reelección de Netanyahu, aunque no es lo único. En marzo pasado, el Likud obtuvo 36 escaños, seis más que el actual marcador. Netanyahu, el primer ministro con más años en el poder de Israel, lleva a cuestas un proceso penal por corrupción, soborno y fraude, así como críticas por su gestión inicial de la pandemia.

Sin embargo, en los últimos meses la campaña de vacunación israelí contra el Covid-19 se transformó en un éxito gubernamental. A la fecha han administrado 9,8 millones de dosis, o sea, un 60% de la población total recibió al menos una dosis, lo que ha sido aplaudido en el mundo.

Justamente, el proceso electoral también se vio marcado por la pandemia. Con más de 829 mil contagios y seis mil fallecidos, los ciudadanos salieron a votar el martes bajo estrictas medidas sanitarias, que también enfrentó a las autoridades a una nueva realidad en el conteo de votos.

Los denominados “dobles sobres” son los votos emitidos fuera del lugar de residencia, que en este año tuvo un número “inusualmente alto”, ya que al grupo de diplomáticos, militares y presos se sumaron los contagiados o personas en cuarentena por Covid-19, que en total son 450 mil votos, o un 10% del total del padrón, los que extendieron el escrutinio y podrían modificar el resultado final.