De “héroe” contra el genocidio en Ruanda a acusado de terrorismo. En 2020 la vida de Paul Rusesabagina, exgerente del hotel Mille Collines de Kigali, dio un vuelco dramático. Después de gozar por años del reconocimiento internacional por su humanitario gesto de albergar a más de 1.000 tutsis y hutus moderados para salvarlos de las masacres perpetradas por los hutus extremistas en 1994, historia que fue inmortalizada en la galardonada película Hotel Ruanda (2004), Rusesabagina fue detenido a fines de agosto pasado, tras ser acusado de presuntos delitos de terrorismo, entre otros.
Y este miércoles el ocaso del héroe de Hotel Ruanda se acentuó aún más tras el inicio del juicio en su contra en Kigali. El exhotelero compareció ante el Alto Tribunal para Crímenes Internacionales y Transfronterizos, junto a más de 20 personas acusadas de terrorismo. Rusesabagina enfrenta 13 cargos, entre ellos terrorismo, asesinato y financiamiento de la rebelión, por su presunto apoyo al Frente de Liberación Nacional (FLN). En la apertura del proceso, el empresario y sus abogados denunciaron las condiciones de su detención e impugnaron el derecho del tribunal a juzgarlo, debido a su nacionalidad belga.
Además de Rusesabagina, entre los sospechosos figuran Callixte Nsabimana, Herman Nsengimana y Angeline Mukandutiye, quien fue condenada a cadena perpetua por su papel durante el genocidio de 1994 (que mató a 800.000 ruandeses, en su mayoría tutsis) y quien es la única mujer acusada en este nuevo caso, según recoge el diario ruandés The New Times. Otros acusados son Félicien Nsanzubukire, alias “Fred Irakiza”, Anastase Munyaneza y Jean-Chrétien Ndagijimana, hijo de Laurent Ndagijimana, un antiguo comandante del FLN, considerado un grupo terrorista por Kigali.
Rusesabagina, de 66 años, no residía en Ruanda desde 1996, cuando sobrevivió a un intento de asesinato. El exgerente del hotel Mille Collines vivía en el exilio entre Estados Unidos y Bélgica, país del que obtuvo la nacionalidad. En EE.UU. creó una fundación que promueve la reconciliación para evitar nuevos genocidios. En 2005, el expresidente norteamericano George W. Bush le otorgó la Medalla Presidencial a la Libertad por su labor y sus hechos heroicos.
Pero a fines de agosto pasado, Rusesabagina fue detenido en Ruanda en circunstancias turbulentas cuando bajó de un avión que creía que se dirigía a Burundi. Sus abogados acusaron al régimen ruandés de haberlo “secuestrado”. La ONG Human Rights Watch (HRW) también denunció una “desaparición forzada”.
Desde hace más de 10 años, según Radio Francia Internacional, Rusesabagina se había convertido en un firme opositor al Presidente ruandés, Paul Kagame. Antes de asumir el cargo en 2000, el exlíder militar fue vicepresidente del país desde 1994. Según CNN, los partidarios de Rusesabagina y el propio opositor han sostenido durante mucho tiempo que se convirtió en un objetivo de Kagame después de las críticas formuladas al gobierno y la conducta del oficialista Frente Patriótico de Ruanda para poner fin al genocidio en 1994.
De hecho, en 2010, la fiscalía acusó a Rusesabagina, junto a la líder opositora Victoire Ingabire, de financiar actividades terroristas y grupos armados. Por esos cargos, Ingabire, la principal enemiga política de Kagame, fue arrestada y condenada a 13 años de cárcel, hasta su puesta en libertad bajo indulto presidencial en septiembre de 2018.
En una audiencia ante la justicia ruandesa a fines de septiembre pasado, el propio Rusesabagina reconoció sus lazos con el FLN, si bien esgrimió que su papel era únicamente de carácter “diplomático”. Así, dijo que el opositor Movimiento Ruandés para el Cambio Democrático (MRDC), que fundó en 2017, había creado el FLN “como un brazo armado, no como un grupo terrorista como afirma el fiscal”. “No niego que el FLN cometió crímenes, pero mi papel era la diplomacia”, destacó.
Sin embargo, según el diario The Guardian, los fiscales ruandeses lo acusaron de tener vínculos con grupos rebeldes con sede en la vecina República Democrática del Congo, responsabilizados por los funcionarios de ataques transfronterizos.
Tras el estreno de Hotel Ruanda, que tuvo mucha notoriedad internacional, Rusesabagina se mostró muy crítico con Kagame, acusándolo de autoritarismo y de alimentar el sentimiento antihutu, una cuestión muy sensible en el país.
Pero el propio exhotelero enfrenta cuestionamientos, más allá de las acusaciones de la fiscalía. Ibuka, un grupo de sobrevivientes del genocidio de Ruanda, ha dicho en el pasado que el empresario exageró su propio papel en ayudar a los refugiados en el hotel a escapar de la masacre hutu, ocurrida entre abril y julio de 1994.