Chile se encuentra entre los 25 países del mundo que están actualmente expuestos a un estrés hídrico extremadamente alto cada año, lo que significa que utilizan más del 80% de su suministro de agua renovable para riego, ganadería, industria y necesidades domésticas. Incluso una sequía a corto plazo pone a estos lugares en peligro de quedarse sin agua y, a veces, obliga a los gobiernos a cerrar las llaves.
Así lo dio a conocer un informe del Instituto de Recursos Mundiales que señaló que este tipo de escenarios ya ha sido observado en muchos lugares del mundo, como Inglaterra, India, Irán, México y Sudáfrica.
El reporte indica que los cinco países con mayor estrés hídrico son Bahréin, Chipre, Kuwait, Líbano y Omán. Mientras que Chile se ubica en el puesto 16 y es el único de América Latina en ese grupo, donde también se encuentran Qatar (6), Emiratos Árabes Unidos (7), Arabia Saudita (8), Israel (9), Egipto (10), Libia (11), Yemen (12), Bostwana (13), Irán (14), Jordania (15), San Marino (17), Bélgica (18), Grecia (19), Túnez (20), Namibia (21), Sudáfrica (22), Irak (23), India (24) y Siria (25).
Estos 25 países albergan a una cuarta parte de la población mundial. Además, se estima que al menos el 50% de los habitantes del planeta (alrededor de 4.000 millones de personas) vive en condiciones de gran escasez de agua durante al menos un mes al año. Para 2050, ese número podría estar más cerca del 60%.
En América Latina, México (26) y Perú (32) aparecen en el grupo de estrés hídrico alto (40% a 80% de uso de su suministro de agua renovable). En tanto, El Salvador (72), Argentina (77), Uruguay (78), Venezuela (79), Cuba (84), República Dominicana (87), Haití (88), Brasil (103) y Guatemala (105) se ubican en el grupo de estrés hídrico bajo-medio (10% a 20%). Entre los países de América Latina y el Caribe que poseen más bajo riesgo (menos de 10%) se encuentran Panamá (118), Ecuador (122), Costa Rica (123), Colombia (126), Nicaragua (137), Bolivia (141), Honduras (142), Belice (144), Paraguay (153) y Jamaica (160).
El estrés hídrico en estos países se debe principalmente a la baja oferta, junto con la demanda del uso doméstico, agrícola e industrial. Según el Atlas de Riesgo de Agua de Acueductos del Instituto de Recursos Mundiales, las regiones más afectadas son Medio Oriente y África del Norte, donde el 83% de la población está expuesta a un estrés hídrico extremadamente alto, y el sur de Asia, donde el índice llega al 74%.
Para 2050, se espera que mil millones de personas adicionales vivan con un estrés hídrico extremadamente alto, incluso si el mundo limita el aumento de la temperatura global a 1,3 grados Celsius y a 2,4 grados Celsius para 2100, en un escenario que es considerado optimista.
Se prevé que la demanda mundial de agua aumente entre un 20% y un 25% para 2050, mientras que la cantidad de cuencas hidrográficas que enfrentan una alta variabilidad de un año a otro, o suministros de agua menos predecibles, se espera que crezcan un 19%. Para Medio Oriente y África del Norte, esto significa que el 100% de la población vivirá con un estrés hídrico extremadamente alto para 2050.
Ese es un problema no solo para los consumidores y las industrias que dependen del agua, sino también para la estabilidad política, indicó el informe. En Irán, por ejemplo, décadas de mala gestión del agua y uso insostenible del recurso para la agricultura ya están provocando protestas, tensiones que solo se intensificarán a medida que empeore el estrés hídrico.
El mayor cambio en la demanda de agua entre ahora y 2050 se producirá en el África subsahariana. Si bien la mayoría de los países de esa región no tienen un estrés hídrico extremo en este momento, la demanda está creciendo más rápido allí que en cualquier otra zona del mundo. Para 2050, se espera que la demanda de agua en el África subsahariana se dispare en un 163%, cuatro veces la tasa de cambio en comparación con América Latina, la segunda región más alta, que se espera que experimente un aumento del 43% en la demanda de agua.
Este incremento en el uso del agua, que se espera principalmente para el riego y el suministro doméstico, podría fomentar un gran crecimiento económico en África, que se proyecta será la región económica de más rápido crecimiento en el mundo. Sin embargo, el uso ineficiente del agua y la gestión insostenible del recurso también amenazan con reducir el PIB de la región en un 6%.
Mientras, la demanda de agua se ha estancado en los países más ricos de América del Norte y Europa. El informe dice que la inversión en la eficiencia del uso del agua ha ayudado a reducir su consumo en los países de ingresos altos, pero la utilización y la dependencia del recurso se extienden más allá de las fronteras nacionales, y el agua integrada en el comercio internacional de los países de ingresos medios-bajos con los países de ingresos altos contribuirá cada vez más a aumento del estrés hídrico en los países de ingresos bajos y medios-bajos.
El aumento del estrés hídrico amenaza el crecimiento económico de los países, así como la seguridad alimentaria mundial. Según datos de Aqueduct, el 31% del PIB mundial (la friolera de 70 billones de dólares) estará expuesto a un alto estrés hídrico para 2050, frente a los 15 billones de dólares (24% del PIB mundial) de 2010. Solo cuatro países -India, México y Egipto y Turquía- representan más de la mitad del PIB expuesto en 2050.
La escasez de agua puede provocar interrupciones industriales, cortes de energía y pérdidas de producción agrícola, como las que ya se están viendo en India, donde la falta de agua para enfriar las plantas de energía térmica entre 2017 y 2021 resultó en 8,2 teravatios-hora en energía perdida, o electricidad suficiente para suministrar energía a 1,5 millones de hogares indios durante cinco años. No implementar mejores políticas de gestión del agua podría resultar en pérdidas del PIB en India, China y Asia Central del 7% al 12% y del 6% en gran parte de África para 2050, según la Comisión Global de Adaptación.
La seguridad alimentaria mundial también está en riesgo. El 60% de la agricultura de regadío ya enfrenta un estrés hídrico extremadamente alto, en particular la caña de azúcar, el trigo, el arroz y el maíz. Sin embargo, para alimentar a los 10.000 millones de personas proyectados para 2050, el mundo necesitará producir un 56% más de calorías alimentarias que en 2010, todo mientras se enfrenta al aumento del estrés hídrico y a los desastres provocados por el clima, como sequías e inundaciones.