Filas en los cajeros, huidas masivas y banderas blancas: el primer día de Afganistán sin las tropas de EE.UU.
Los últimos soldados norteamericanos se retiraron la noche del lunes del país. Los reportes de los residentes afganos dan cuenta del temor ante el régimen talibán.
“El último avión de los ocupantes estadounidenses se ha retirado del aeropuerto de Kabul y nuestro país ha obtenido su total independencia. Alabanza y gratitud a Dios”. Con esas palabras el portavoz de los talibanes, Zabiullah Mujahid, celebró a través de su perfil de Twitter la retirada de las últimas tropas norteamericanas de Afganistán.
Tras la partida del último avión militar estadounidense, justo antes de que venciera el plazo establecido por el Presidente Joe Biden la noche del lunes, los insurgentes salieron a las calles de la capital afgana, Kabul, a disparar al aire para mostrar su “alegría” por la retirada, según relató Mujahid, imágenes que también se podían ver en distintos videos que circulan en redes sociales. Al mismo tiempo, banderines blancos con letras blancas, representativos del grupo, eran repartidos en las calles de distintas ciudades del país.
“Felicitaciones a todos los hijos de la patria y al querido pueblo mujahid. Hoy todas las fuerzas extranjeras han dejado nuestra tierra pura, la guarida de los mártires. ¡Felicitaciones a nuestra honorable gente! Le pedimos a Dios que nos conceda éxito y pago para construir juntos nuestro país”, expresó, por su parte, el portavoz de la oficina política de los talibanes en Doha, Mohamad Naim, a través de la misma red social.
Los estadounidenses intervinieron en Afganistán en 2001, liderando una coalición internacional que tenía por fin derrocar a los talibanes, que se negaban a entregar al entonces líder de Al Qaeda, Osama bin Laden, tras los atentados del 11 de septiembre en Estados Unidos. Tras dos semanas de evacuaciones precipitadas y por momentos caóticas, el último avión de transporte militar C-17 despegó del aeropuerto el lunes, justo antes de la medianoche en Kabul, dijo en Washington el general Kenneth McKenzie, que dirige el Comando Central estadounidense, del que depende Afganistán. Desde el 14 de agosto y durante 18 días, aviones de Estados Unidos y de sus aliados evacuaron a unas 123.000 personas de Afganistán, según el Pentágono.
En la ciudad de Kandahar, al sur del país y bastión de los pastunes (etnia a la que pertenece la mayoría de los talibanes), las manifestaciones de júbilo inundaron las calles. Los partidarios de los fundamentalistas invadieron las calles de la segunda ciudad de Afganistán en motos o camionetas. “Hemos derrotado a la superpotencia. Afganistán es el cementerio de las grandes potencias”, clamaban hombres armados, según consignó la agencia France Presse.
Mientras que en Herat, la tercera ciudad más grande del país, que solía ser un centro de actividad económica hasta que cayó en manos de los talibanes, los residentes dijeron a la cadena BBC que la economía local se ha desacelerado y que “la gente vive en un estado de miedo”.
“Los talibanes están presentes en todas partes. Me estoy quedando sin ahorros. No tengo trabajo y muchos como yo necesitamos ayuda desesperada”, dijo un residente que no fue identificado.
Diversos medios de comunicación reportaron que ayer se habían registrado enormes filas fuera de los bancos cerrados, los cajeros automáticos y en servicios de transferencia de dinero en Afganistán. “Comencé mi primer día bajo el dominio total de los talibanes en la entrada de un banco en el área de Shahr-e-Naw, en Kabul. Fui allí alrededor de las seis de la mañana, antes de que abriera el banco, pero ya había mucha gente haciendo fila allí”, dijo un ingeniero de la capital afgana al diario británico The Guardian.
“Estuve ahí hasta las 12, pero cerraron el cajero automático, dijeron que se les acabó el dinero y llegué a casa sin nada. Allí estaban cientos de personas. Los talibanes golpeaban a la gente con tuberías, yo quería quedarme pero eso fue un desastre y volví a casa. Era mi segundo día intentando retirar algo de dinero pero no pude”, añadió.
“Nuestra expectativa del gobierno del Emirato Islámico es que los bancos estén abiertos, los empleados (del gobierno) deben ir a trabajar porque el dinero es importante para nosotros”, dijo un residente citado por la agencia Reuters.
“He estado desempleado y sentado en casa durante 17 o 18 días, y esto no es fácil porque tenemos arriendo, cuentas de luz y otros gastos”, agregó.
“Tenía que ir al banco con mi madre, pero cuando llegué los talibanes (estaban) golpeando a las mujeres con palos”, dijo una mujer de 22 años que pidió mantenerse en el anonimato por miedo a su seguridad. Según narró, el ataque ocurrió entre una multitud al exterior de una sucursal del Banco Azizi cercana al Hotel Kabul Star, en el centro de la capital. “Es la primera vez que veo algo así y realmente me asustó”.
Y no fue la única. El diario The Guardian conversó con una mujer que ayer comenzó su día quemando sus jeans y cualquier otra ropa que los talibanes probablemente desaprobarían. La mujer creció sin que estuvieran los insurgentes gobernando, tuvo educación y empleo, pero éste lo perdió después de que los talibanes se apoderaron del país. “Intenté mucho conseguir un trabajo en una oficina de aduanas en Farah y lo conseguí. Lo celebré con mis amigos. Los invité a mi casa. Pero lo perdí solo después de tres semanas. Los talibanes pidieron a muchas mujeres que abandonaran la oficina. Mientras miraba la situación, ni siquiera intenté regresar. Un hombre con una larga barba está sentado en mi silla ahora”, dijo al periódico.
Un aeropuerto caótico
En el aeropuerto de Kabul, ayer en la mañana, aún quedaban signos del caos registrado en los últimos días. En la terminal se veían maletas y ropas tiradas entre montones de documentos. Había alambres de cuchillas para separar zonas y autos volcados y vehículos estacionados bloqueaban rutas en torno al aeropuerto civil, un indicio de las medidas tomadas para proteger contra posibles ataques suicidas con vehículos, consignó la agencia The Associated Press.
Mientras, varios vehículos con combatientes talibanes recorrían la única pista del Aeropuerto Internacional Hamid Karzai, en la zona militar al norte del aeropuerto. Antes del amanecer, combatientes fuertemente armados caminaban por los hangares de la zona militar entre algunos de los siete helicópteros CH-46 que utilizó el Departamento de Estado en sus evacuaciones antes de inutilizarlos.
El vocero del grupo, Mujahid, se dirigió a los miembros presentes de la unidad militar de élite de los insurgentes, Badri. “Confío en que sean muy prudentes al tratar con el país”, dijo. “Nuestro país ha sufrido guerra e invasión y el pueblo no tiene más tolerancia”. Tras sus palabras los combatientes exclamaron: “¡Dios es el más grande!”.
En otra entrevista con la televisora estatal afgana, Mujahid habló sobre reanudar la actividad en el aeropuerto, que sigue siendo una vía crucial para los que quieren salir del país. “Nuestro equipo técnico comprobará las necesidades técnicas y logísticas del aeropuerto”, señaló. “Si podemos arreglarlo todo por nuestra cuenta, no necesitaremos ayuda. Si hace falta ayuda técnica o logística para reparar la destrucción, entonces pediremos ayuda a Qatar o Turquía”, añadió, sin entregar detalles sobre los daños.
Por otro lado, la situación que vive el país ha hecho que miles de personas huyan hacia Pakistán. “Desde el amanecer hasta el anochecer llegan cientos de hombres con equipaje al hombro, mujeres con burka caminando enérgicamente, niños aferrados a sus madres, exhaustos por el calor abrasador, e incluso pacientes empujados en carretillas”, indicó Shumaila Jaffery, corresponsal de la cadena BBC en la localidad fronteriza de Chaman, en Pakistán.
“Todo el mundo quiere vivir en sus casas, pero nos vimos obligados a salir de Afganistán. No nos sentimos bien con la migración a Pakistán u otros países, todas las personas están preocupadas, pero no tienen esperanzas”, dijo un estudiante.
Para los analistas, los talibanes enfrentan lo que podría ser una sucesión de grandes crisis mientras toman el control del país. La mayoría de los miles de millones de dólares que tiene Afganistán en divisas extranjeras están ahora congelados en Estados Unidos, lo que presiona a una moneda local en franca caída. Los bancos han impuesto controles a la retirada de dinero por temor a una fuga de depósitos en un clima de incertidumbre.
Funcionarios de todo el país dicen que llevan meses sin recibir sus sueldos. Mientras, el equipo médico sigue escaseando y miles de personas que huyeron del avance de los insurgentes viven en condiciones dramáticas. Además, una fuerte sequía ha reducido la producción de alimentos en el país y ha hecho aún más importantes las importaciones, al tiempo que aumenta el riesgo de hambruna.
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