Para la revista The Economist, la elección de Fumio Kishida representa un triunfo para la vieja guardia del partido gobernante. El Partido Liberal Democrático (PLD, derecha) de Japón eligió este miércoles por holgada mayoría al exministro de Relaciones Exteriores como su nuevo líder, con lo que se convertirá en el nuevo primer ministro.
Kishida, un centrista de 64 años, obtuvo 257 votos en la segunda vuelta de esta elección interna del PLD, frente a los 170 de Taro Kono, de 58 años, a cargo de la campaña japonesa de vacunación contra el Covid-19. El nuevo líder del PLD será confirmado como primer ministro en una votación en el Parlamento el 4 de octubre, y posteriormente dirigirá a su partido en las elecciones generales, que podrían celebrarse en noviembre.
El excanciller, poco carismático, pero con un carácter consensual, según AFP, derrotó a Kono, el popular ministro de Vacunación, en el balotaje luego de terminar solo un voto por delante de él en una primera ronda en la que ninguno de los cuatro aspirantes -entre los que había dos mujeres, Sanae Takaichi y Seiko Noda- lograron la mayoría.
El resultado refleja la fuerza duradera de la vieja guardia del partido, que desconfía de Kono, y su desprecio por la opinión pública en general, dada la debilidad de los partidos de oposición de Japón, destaca The Economist. Kono, una figura popular en las redes sociales, fue el claro favorito en las encuestas del público en general. Muchos legisladores más jóvenes también lo respaldaron, presentando la campaña como un concurso generacional.
Kono ganó el 44% del total de votos de las bases en la primera ronda frente al 29% de Kishida. Sin embargo, su apoyo entre sus colegas en el Parlamento fue débil. Esa resultó ser su caída en la segunda vuelta, donde los legisladores del partido tuvieron más influencia. Allí, los partidarios de Kishida y del tercer clasificado, Sanae Takaichi, se unieron para derrotarlo. Como dice Toshikawa Takao, editor de Insideline, un boletín político: “El cambio generacional no es tan fácil para el PLD”.
El estilo de bajo perfil de Kishida ha sido señalado como falta de carisma, y sus ideas políticas sugieren más continuidad que cambio. Sin embargo, eso le sirvió para obtener más apoyo entre la militancia del PLD, que lo prefirió a él antes que el estilo reformista y directo de Kono. “Los poderes en el interior de Jimintō (PLD) optaron por diversos motivos que Kishida es una mejor apuesta por estabilidad, longevidad, etc. Ya han hecho esta apuesta antes”, comentó a AFP Brad Glosserman, consejero del Foro del Pacífico.
En su discurso tras la victoria, Kishida prometió atajar las “crisis nacionales” de Japón, incluyendo el Covid-19, los efectos de la pandemia del coronavirus sobre la economía y el descenso de la población y de la natalidad, al tiempo que impulsará “temas importantes relacionados con el futuro de Japón” a través de una visión de “un indopacífico libre y abierto” que enfrente las pretensiones de China en la región.
Siguiendo la estela de su padre y abuelo, ha sido diputado de Hiroshima en la Cámara Baja del Parlamento desde 1993. Kishida ha buscado la jefatura del gobierno japonés desde hace años, y en 2020 perdió la elección como líder del PLD ante el primer ministro saliente, Yoshihide Suga. Suga deja el cargo después de solo un año en el poder, con bajos niveles de apoyo por el descontento de la población con su gestión de la pandemia y su insistencia en la celebración de los Juegos Olímpicos en Tokio.
“No era suficientemente bueno”, reconoció recientemente Kishida sobre su anterior campaña para la presidencia del PLD en 2020. “Esta vez fue diferente. Tengo la convicción firme de que soy el líder que se necesita en el presente”, dijo destacando la pertinencia para el momento actual de su carácter monótono, pero poco conflictivo.
Kishida ejerció durante cinco años (2012-2017) como ministro de Relaciones Exteriores del gobierno de Shinzo Abe. Partidario del desarme nuclear en el mundo, contribuyó a la visita de Barack Obama a Hiroshima en 2016, lo que representó la primera vez que un presidente estadounidense en ejercicio viajaba a esta ciudad devastada por la bomba atómica en 1945.
En cambio, apuesta para reactivar la producción de energía nuclear con fines civiles en Japón, después de que su uso quedara restringido tras la catástrofe de Fukushima en 2011. Además de volver a poner en marcha viejos reactores, quiere desarrollar pequeños reactores modulables.
Este exbanquero también prometió un nuevo plan presupuestario para acelerar la recuperación económica tras el impacto de la pandemia y reducir las desigualdades sociales. “La gente quiere una política de generosidad”, aseguró Kishida, quien mantiene una posición ambigua en materia económica, ya que también defiende reducir la deuda nipona, que en 2020 representaba el 256% del PIB, según el Fondo Monetario Internacional.
En economía, Kishida abogó por un “nuevo capitalismo” de crecimiento y distribución para reducir la brecha de ingresos entre ricos y pobres que se amplió durante el mandato de Shinzo Abe -el primer ministro que más años ocupó el cargo- y se agravó con la pandemia. En ese sentido, destaca Reuters, Kishida podría deshacerse gradualmente del legado de las políticas de estímulo “Abenomics” de Abe si fortalece su control sobre el poder al ganar las elecciones generales que se esperan para noviembre, dicen algunos analistas.
Además, se comprometió a promover la tecnología de energías limpias para convertir las medidas contra el cambio climático en crecimiento y propuso un generoso paquete para la recuperación económica. En términos generales, con el nuevo líder se esperan pocos cambios en asuntos diplomáticos clave y en políticas de seguridad, señaló a The Associated Press Yu Uchiyama, profesor de Ciencias Políticas en la Universidad de Tokio.
Respecto de las cuestiones sociales y los derechos civiles, parece más conservador que Kono. Kishida dijo que no había llegado el momento “de aceptar el matrimonio entre personas del mismo sexo”, que sigue siendo ilegal en Japón. También mostró una posición poco clara respecto del derecho de las personas casadas de no adoptar el mismo apellido que su pareja, una cuestión polémica en Japón.
El nuevo líder del PLD es un entusiasta del béisbol, el deporte preferido de los japoneses, y un seguidor confeso de los Hiroshima Toyo Carp, el club de su feudo familiar y político. Durante su infancia vivió con su familia en Nueva York, donde dice haber sido víctima del racismo en la escuela.